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El cáncer del interés personal sobre el general o La falta de sentido de la responsabilidad colectiva

Como les ocurre a muchos de mis conciudadanos, dada la actual y profunda crisis por la que atraviesa España, pienso habitualmente sobre cuál es el origen del verdadero problema que nos ha traído hasta aquí, y cómo se podría solucionar, o al menos, evitar que vuelva a ocurrir.

Supongo que a estas alturas de la película, estarán ustedes de acuerdo en que el carácter económico de la actual crisis no es más que la punta del iceberg, tan solo un síntoma de una enfermedad mucho más grave, con raíces profundamente arraigadas en la clase política y parte del resto de la sociedad española. Sí, hablamos de un cáncer, una enfermedad que no me atrevo a decirles si algún día seremos capaces de superar pacíficamente o no, pero que en todo caso es una enfermedad seria y bastante más extendida de lo que a priori cabría pensar. Y digo cáncer por su carácter ya generalizado, y porque cada vez que se quita un tumor vuelve a aparecer otro provocando los mismos síntomas en un paciente que cada vez tiene menos paciencia.

No me argumenten que nosotros ya hemos pasado lo peor. Esta afirmación me parece demasiado atrevida. Tal vez hayamos tocado fondo y estemos patinando en él, pero es un fondo en el cual, si no se mejoran muchas cosas, podemos permanecer mucho tiempo… por no hablar de que, si no se toman las medidas correctas a tiempo, nuestra economía podría sondar nuevas profundidades. ¿Por qué digo esto?. Muy sencillo, las condiciones económicas actuales son excepcionales, ha habido inyecciones masivas de dinero por parte de ciertos bancos centrales. Un dinero que se ha impreso y cuyos tenedores han salido por todo el globo a la caza de rentabilidades. Ello ha derivado en una burbuja colosal en bonos gubernamentales de los países más desarrollados, los safe havens que ya no lo son, pero también de optimismo desaforado en bonos de países no tan seguros, como es el caso de España. La situación económica actual, en la que parece que las tensiones se han relajado, es un mero espejismo provocado por un mercado inundado de dinero. Y no olviden que el papel moneda es papel mojado, no tiene ningún valor más el que se le quiera dar, y su escasez o abundancia es uno de los factores que más influyen en ello.

Está claro que ha habido en toda esta crisis un problema de gestión, y la gestión es responsabilidad de nuestros políticos, pero… ¿Quién les elige?. Ahí radican los problemas de nuestra sociedad, que van más allá de lo que se ve a simple vista. No eximo en absoluto de culpas a una clase dirigente que no dirige más que en base a sus intereses personales pero, nos gusten o no, están ahí porque nosotros les elegimos. Si me dirijo a ustedes y les hago notar su responsabilidad personal, es porque ustedes y sus valores son la única esperanza para solucionar este lío tremendo. Ya he desistido de intentar apelar a la responsabilidad de nuestros políticos: parecen no querer tener solución. La peor consecuencia de una corrupción generalizada es que también se corrompan los ciudadanos. Resistan, no renuncien a su honradez. Dejen la corrupción para los corruptos, y vuelvan a sentirse orgullosos de tener un expediente inmaculado.

Seguro que si les voy citando miserias de nuestra sociedad son capaces de reconocerlas. Seguro que si reflexionan un poco, aceptarán que esas miserias afectan a la forma de pensar de ciudadanos que tienen derecho a voto. Seguro que podemos afirmar que, además, algunos de esos ciudadanos llegan a dirigentes. Esto es una peligrosa y contaminada cadena de valores equivocados que transmite muchos problemas que ya hemos analizado en posts anteriores: la cultura del éxito (monetario) rápido y sin esfuerzo, la poca tolerancia al fracaso, el poner el interés personal siempre por delante del interés colectivo, el no valorar ni ser capaces de tomar decisiones tan sólo porque son por el bien común, el cortoplacismo, la corrupción y el amiguismo, la ambición, la mentira, el pretender llevar siempre razón, el no tener capacidad de autocrítica y no reconocer nunca los propios errores… y así hasta un largo etcétera. Son evidentemente cualidades que fácilmente encajarán en muchos de nuestros dirigentes, pero si se fijan bien, también en muchos de los círculos sociales en los que se mueven. Y hay un factor más que me gustaría destacar: el no reflexionar y no pararse a pensar antes de decidir cosas importantes; si me permiten la licencia, les pondré este blog como ejemplo de intento personal para solucionarlo.

En lo que se refiere a nuestros dirigentes, si se dan cuenta, el quiz de la cuestión radica en que hoy en día muchos hacen, prensa mediante, que su interés personal acabe pareciendo ser el interés común. Según el concepto que yo tengo de la política, la realidad es que esta relación debería ser exactamente a la inversa: el político debe hacer que el interés común acabe siendo su interés personal. Y no se olviden de que además esto deberíamos hacerlo extensivo al conjunto de los ciudadanos y agentes socioeconómicos. Es algo que existió en otros momentos de nuestra historia reciente, por ejemplo en la transición, y a lo que me resisto a renunciar por mucho que la triste realidad se empeñe en hacer parecer que es algo inalcanzable.

Si les soy franco, tengo el profundo convencimiento de que esto lo podemos solucionar entre todos. Aún estamos a tiempo. Pero también es cierto que, cuanto más tarde, más difícil se vuelve la solución, puesto que, con cada zambullida de nuestra economía, más abajo queda el listón desde el que hay que empezar a recuperar.

Mentalícense, hay que rediseñar y reconstruir nuestro sistema socioeconómico de abajo arriba, pero también nuestra sociedad. A los dirigentes que hemos sufrido les damos absolutamente igual, independientemente del color que sean, de que sean políticos, sindicalistas o empresarios, gestores o negociadores… No se engañen, si la cosa se pone realmente fea, ellos se irán con sus millones a un país seguro. El dinero no tiene nombre, y toda frontera es permeable a un buen fajo de billetes. Los que nos quedaremos aquí con el desastre somos nosotros, ustedes y yo. Estamos solos, muy solos, pero recuerden que somos muchos, más que ellos y, lo que es más importante, nosotros les elegimos. Ahí está nuestra fuerza.

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Spanish Beautynomics o Cómo cumplir sus objetivos anuales puede garantizarle el despido

Las sociedades humanas solemos ser muy críticas con otras sociedades, y sin embargo profundamente autoindulgentes con nosotros mismos, una mera extensión de actitudes individuales tristemente habituales. Europa  no es una excepción, y de hecho las sociedades europeas muchas veces tachan a la sociedad norteamericana de poco crítica consigo misma. En el fondo, los seres humanos no somos tan diferentes como a veces nos hacen creer y, sin querer hacer ni una crítica ni una defensa de la sociedad estadounidense, sí que me gustaría hacerles notar las excelentes piezas de autocrítica profunda que a veces este país produce.

Siempre he considerado la película «American Beauty» una de estas obras de incalculable valor, y el tema que hoy les traigo lo calificaría como la «American Beauty» del mundo económico americano. La pieza en cuestión que me dejó fascinado hace unos meses proviene del que posiblemente sea uno de los mejores periódicos del mundo, el norteamericano New York Times: «The Self-Destruction of the 1 Percent«. Les recomiendo encarecidamente la lectura de este artículo, pero en caso de que no tengan el tiempo o las ganas de hacerlo, les resumiré que habla de cómo en el siglo XIV Venecia era una de las ciudades más ricas del mundo, y en la base de su riqueza estaba la “Colleganza” un sistema que garantizaba la colaboración entre los comerciantes ya acaudalados y los emprendedores recién llegados. Era una suerte de sueño americano de hace 700 años. El declive llegó cuando la clase acaudalada se volvió oligarquía, y mediante el Libro de Oro y la “Serrata”, prohibieron la “Colleganza”, cerrando las puertas a cualquier emprendedor que no formase parte de los clanes dominantes. Las clases dirigentes pasaron a mirar tan sólo por su propio interés, y no por el interés general del sistema, una actitud cortoplacista que acabó trayéndoles su propio final, junto con el de la prosperidad económica de la ciudad-estado veneciana. El resto del artículo diserta sobre si el sistema norteamericano está corriendo la misma suerte que el veneciano, y las preguntas que se plantea el autor son profundas. El nepotismo puede ser un importante factor responsable del deterioro del sistema capitalista y, dicho sea de paso, de cualquier otro sistema pasado, presente o futuro. El nepotismo no tiene su origen en el sistema de turno, sino en la propia naturaleza humana de algunos, cuyo egoísmo les hace buscar por todos los medios la prosperidad económica para su entorno más cercano, incluso aun a costa del resto de la sociedad.

Y por no dejar solos a los americanos en su feroz y constructiva autocritica con símbolo de dólar, a continuación les contaré un caso ocurrido en España y que nos hace entrever cuan agotado está el sistema actual de no cambiar bruscamente el rumbo de la nave. Un conocido, que tenía buenas relaciones con una gran empresa española, entró a trabajar en un proveedor de dicha empresa. Mi conocido, en el plazo de un año, multiplicó la facturación con la empresa por cinco. Contento por sus logros, tuvo su reunión de revisión de objetivos anuales, y esperando una reunión triunfal y un bonus generoso, se encontró con todo lo contrario: una carta de despido y ni un euro del bonus. No se lo podía explicar, e inició un proceso judicial con el proveedor. En paralelo consiguió un nuevo trabajo en otro proveedor de la misma gran empresa, y de nuevo en el plazo de un año y poco multiplicó la facturación con ellos por siete. De nuevo le volvió a ocurrir lo mismo y le despidieron sin agradecimiento ni bonus. Inició otro proceso judicial con el segundo proveedor. En el primero de los procesos judiciales la empresa proveedora incluso llevó a cinco ejecutivos que cometieron perjurio, pero gracias a que diversos empleados de la gran empresa declararon también en el juicio y confirmaron el incremento de las cifras de ventas mientras mi conocido era gerente de la cuenta, ganó el juicio. El segundo juicio también lo ganó. Y en el transcurso de ambos procesos judiciales se fue enterando del oscuro motivo oculto tras sus dos misteriosos despidos. En ambos casos él convirtió una cuenta poco importante en una cuenta no sólo relevante, sino también apetecible por las jugosas comisiones que suponían las nuevas cifras de ventas que él había conseguido. Y claro, este hecho enseguida atrajo el interés de los altos directivos de la compañía, que no se preocupaban por asegurar la prosperidad del negocio a largo plazo premiando a un account manager que había demostrado una enorme valía, sino que lo que realmente les interesaba era colocar a uno de sus allegados en la ahora suculenta cuenta para que se llevase él las comisiones, cosa que ocurrió en ambos casos.

Finalizo ya este post que tan sólo pretende ser mi contribución personal a esa constructiva autocrítica que permite mejorar los sistemas socioeconómicos y que, sin grandes pretensiones, me gustaría calificar de «Spanish Beautynomics», parafraseando el título de la famosa película autocrítica americana con la que abría este artículo, y pretendiendo abrir un cortafuegos que nos permita salvar los muebles y servir de refugio a las muchas personas éticas y honradas de este país. El tema no es en absoluto baladí, si lo piensan bien, en ello radica el origen de la mayoría de los problemas que aquejan a España SA, siendo esto un aspecto más del cortoplacismo generalizado que nos aqueja. Les he expuesto dos ejemplos del entorno empresarial, pero el diagnóstico no es cáncer sino metástasis, y todos los agentes socioeconómicos tienen las mismas vías de agua. No cometan el error de particularizar en un ente aséptico y pensar «La culpa es del gobierno», o «de la oposición», o «de las empresas», o «de los sindicatos». Todos los agentes socioeconómicos al final están dirigidos por personas. El problema son los individuos, más concretamente ciertos tipos de individuos, y los individuos no olviden que salen de la sociedad. España necesita un líder carismático que regenere instituciones, sindicatos, empresas… y la sociedad en su conjunto. Eso sí, estarán de acuerdo en que a alguien que va a tener tanto poder de cambio hay que elegirlo con mucho, pero que mucho cuidado. El riesgo es alto, pero ¿No es más alto el riesgo de la alternativa?, y ahora mismo no tengo muy claro ni siquiera si la hay. El peor legado que nos dejan las cabezas de la Uglynomics es que cada vez hay más gente que no cree en nada, y eso es lo más peligroso.

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Cómo conseguir que su smartphone trabaje por ustedes o La propagación del mundo geek

Hoy tengo dos puntos que tratar con ustedes, y ambos están relacionados entre sí. El primero es una aplicación que cambiará radicalmente el uso que hacen de su smartphone. El segundo son las vertiginosas consecuencias en nuestro modo de vida que aplicaciones así están suponiendo para todos nosotros.

Empecemos por la primera. Tasker. Una aplicación que uso desde hace unos meses y que, entre todas las que he conocido hasta ahora, es la más revolucionaria, pues permite multiplicar por mucho las capacidades de su smartphone. Hasta ahora los smartphones eran herramientas que ejecutan aplicaciones que de alguna manera nos dan un servicio, pero casi siempre había que alimentarlas con datos y acciones que permitían explotarlas. Tasker es diferente. Con Tasker habrá un antes y un después en cómo interacciona usted con su móvil, o más bien, en lo que su móvil hará de forma automática por usted. Sí, como lo oye, con Tasker su móvil por si solo hará por usted muchas cosas sorprendentes.

Por describirles esta potente aplicación un poco más, sin entrar en detalles técnicos, les diré que es una suerte de entorno de desarrollo simplificado que, tras familiarizarse un poco con la herramienta, permite a un usuario medio programar de forma muy simple acciones que su smartphone ejecutará y que normalmente tendría que hacer usted mismo. Por ponerles algunos ejemplos puedo decirles que Tasker permite que su smartphone detecte él solo cuando usted sale de su trabajo y que le envíe un SMS a su mujer avisándole que está de camino a casa (sé que a algunos no les gustará nada esta posibilidad, pero cada cual que le dé el uso que quiera), o por ejemplo que cada  vez que llegue usted al trabajo su smartphone se ponga por sí mismo en modo vibración sólo mientras usted esté trabajando, o que al llegar a casa active la Wifi y se conecte automáticamente a ella, y que cuando detecte que usted ha tomado la autovía de salida más cercana a su casa, que active automáticamente la antena GPS y lance la aplicación de aviso de radares. Las posibilidades son innumerables. Descárguense la herramienta, jugueteen con ella y con su manual de ayuda, y sorpréndanse. La única restricción es que es un tipo de aplicación que solo tiene sentido y es posible en un ecosistema abierto como Android. No es que tenga nada en contra de los Apple-fans, pero la filosofía abierta de Android tiene también sus ventajas, y ésta es una de ellas, que con Tasker se traduce en hacer de nuestros Androids herramientas únicas, sin comparación a día de hoy en el mercado de smartphones. Y el día que se generalice que las aplicaciones permitan ejecutar ciertas acciones invocándolas por línea de comandos desde Tasker, entonces las posibilidades ya serán cuasi-infinitas.

Una vez hechas las presentaciones sobre esta fantástica aplicación, pasemos a la segunda parte, que es la que más nos interesa según les tengo acostumbrados en este blog: el futuro hacia el que nos lleva este tipo de avances. La consecuencia más importante que veo es que, con aplicaciones así, no sólo la tecnología, sino incluso también las auténticas tripas de la tecnología, son accesibles a cualquier usuario con un poco de interés y tiempo. Se acaba la época de los complejos procesos técnicos a ejecutar para conseguir que la tecnología haga para nosotros algo más que lo accesible a la mayoría de usuarios. Se acaba la época en la que hacen falta conocimientos y formación para hacer muchas cosas. Todo eso se acaba. Con la auténtica y revolucionaria democratización de la tecnología que han traído los smartphones, y ahora más aún con aplicaciones como Tasker, todo eso es cosa del pasado. A partir de ahora, casi cualquiera podrá hacer cosas antes reservadas para unos pocos. Salvo determinadas parcelas, el desarrollo informático se vuelve mainstream. Con las apps los ciclos de vida de un nuevo servicio se han reducido extraordinariamente, especialmente la fase en la que era necesario promocionarse y cultivar una comunidad naciente de unos pocos expertos y entendidos que fuesen apoyando año tras año una nueva tecnología y contribuyendo a su popularización. Lo geek, o el frikismo tecnológico, deja de ser algo distintivo de una minoría, y la minoría serán aquellos que no lo sean.

Hay otras consecuencias más generales que traen este tipo de aplicaciones, pero que ya fueron despuntando con la llegada de los smartphones. No sólo se difumina el concepto de geek o tecno-friki, también se difumina el concepto de early-adopter. La sociedad en general ha descubierto con los smartphones la gran utilidad que tiene la tecnología, y ha cambiado la percepción general de los ciudadanos sobre lo técnico. Ahora todos tenemos una gran predisposición a usar nuevas aplicaciones que nos den nuevos servicios que nos permitan comunicarnos con los demás, compartir fotos, informarnos, etc. Desde los albores de internet y hasta hace unos pocos años, los early-adopters eran esas personas que siempre estaban abiertas a usar nuevos servicios y aplicaciones. Hoy en día, casi todos somos conscientes de lo que una nueva aplicación te puede simplificar la vida y ayudarte. Hoy en día, casi todos buscamos soluciones en Google Play o la AppStore. Hoy en día, casi todos nos instalamos en unos segundos una nueva aplicación que nos ha recomendado un amigo… Hoy en día, casi todos somos early-adopters. Los early-adopters han muerto como tales, vivan los nuevos early-adopters.

Con este post no quiero que se queden con la sensación de que ninguneo a los early-adopters y a los geeks. Nada más lejos de mi intención que echar piedras sobre mi propio tejado. Estos grupos, muchas veces coincidentes, han desarrollado y van a seguir desarrollando un papel de punta de lanza fundamental en la tecnificación y progreso tecnológico de nuestra sociedad. Lo único que trato de decirles es que a partir de ahora casi todos seremos geeks y early-adopters de lo que nos haga falta y nos interese. Un gran éxito de la comunidad geek, sí señor, pues éste ha sido normalmente uno de sus grandes y desinteresados objetivos. Como muestra pueden pensar que son muy pocos los geeks que no se sienten realizados cuando ven a su abuela utilizando Whatsapp.

La reflexión con la que les dejo hoy trata de cómo esta tecnificación general de la sociedad, que al fin y al cabo es una suerte de educación en el campo tecnológico, nos puede llevar a nuevas cotas de progreso desconocidas hasta ahora, y puede acelerar aún más un proceso que ya de por sí era exponencial hasta ahora. Por último, déjenme darles una calurosa y esperada bienvenida al mundo de la programación. Les estábamos esperando desde hace años. Sin duda, descubrirán cómo la programación es creatividad en estado puro, y además ayuda a estructurar la mente, especialmente la de los niños y adolescentes. El límite se lo pone sólo el entorno de desarrollo informático, las posibilidades se las dará su propia imaginación. Sin duda, como con cualquier creación propia, disfrutarán y se realizarán con ello, y de paso formarán parte de un futuro que empieza hoy.

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Las redes sociales e internet saben de nosotros más que nuestras parejas o Cómo las personas regalan su información privada

El otro día vi que un lector había llegado a mi blog mediante la siguiente búsqueda en Google: “Mi mujer me consume económicamente”. Sin entrar en lo curioso de la búsqueda ni en lo que mi lector pretendía encontrar, la primera pregunta lógica que me hice fue: ¿A cuál de mis posts ha podido llegar con semejante búsqueda?. No creo escribir sobre este tipo de temas, pero dejaremos el asunto como efectos de la magia de las indexaciones de Google.

Posteriormente, pensando un poco más en el tema, la pregunta fue: ¿Será la mujer de este señor consciente de lo que tanto le preocupa a su marido?. La respuesta obvia es que no, porque de lo contrario ya tendría una respuesta por parte de su mujer, y no la estaría buscando en Google.

Entiendo que la reflexión a la que nos lleva este tema es que Internet sabe más de nosotros que nuestras propias parejas. Esta reflexión no es en absoluto novedosa. Hay incluso literatura en papel publicada al respecto, como por ejemplo el revelador “Desnudando a Google” de Alejandro Suárez. Es un hecho. Ya les advertí de los peligros al respecto en los posts «La profecía de George Orwell o El 1984 de
las Redes Sociales
» y «El In-Store Surveillance y la brecha social
o El marketing como nuevo sistema de
castas a la occidental
«. Pero en este post me gustaría centrarme más bien en por qué esto es así.

Les hablaré unas pocas líneas sobre el caso concreto de Twitter, pero las conclusiones que sacaremos juntos serán aplicables a cualquier usuario de internet, aunque sólo use Google. Hay dos características de Twitter que sacaré a relucir. Twitter, como ya saben los que me siguen en esta red social, es para mí la herramienta más útil que he usado nunca, aunando en una misma aplicación trabajo, intereses, aficiones y relaciones con otros tuiteros. Pero desde mi punto de vista, el gran éxito de Twitter no está en ser un punto de referencia único, sino en dos características que hacen que seamos muy propensos a utilizarla a diario (objetivo principal de todo servicio de la Web 2.0): inmediatez tanto de lectura como de escritura, y movilidad. Aunque hay redes sociales que podrían considerarse más exitosas por su base de usuarios, el valor añadido de Twitter y su gran versatilidad hacen que su caso de éxito sea referencia obligatoria para cualquier aplicación o servicio que tenga alguna pretensión en el panorama de internet.

Pero no nos apartemos del tema. Volvamos al caso que nos ocupa. La inmediatez y la movilidad de Twitter hacen que podamos compartir rápidamente en la red social casi cualquier pensamiento que tengamos en cualquier momento a lo largo del día. Luego, la mayoría de los tuiteros llegan a su casa por la tarde, y una vez metidos en la rutina diaria, cuando tienen por fin algo de tiempo, comentan con su pareja los asuntos más importantes del día. Tiempo limitado. Memoria limitada. No podemos tener presentes todos los asuntos en los que hemos pensado a lo largo del día. Twitter sí. Punto. La comunicación con su pareja va a ser siempre más limitada aunque tenga usted toda la voluntad del mundo en tener la máxima comunicación con él o con ella. Es un mero tema de disponibilidad, memoria y tiempo. Pero no desesperen los más comunicativos, esa misma versatilidad de Twitter como herramienta, les permite a sus parejas hacerse followers suyos en Twitter, con lo que problema solucionado.

Un tema importante al respecto, es cómo la gente alimenta internet con su información privada y personal. No deja de sorprenderme cómo la mayoría de la población prefiere regalar su intimidad antes que pagar un euro por una aplicación que no mercadee con nuestras vidas. Es algo obvio tratándose del uso aplicaciones gratuitas que de alguna manera han de rentabilizar su servicio y cubrir costes. Una frase genial que circula por la red resume este hecho: “Cuando uno está usando algo gratis en internet, lo que están vendiendo es a él”. La gente no quiere ser realmente consciente de ello, y descarga y usa alegremente todo tipo de aplicaciones simplemente porque son gratis, como si en esta vida alguien regalase algo. No quieren ver que su decisión es ahorrarse unos pocos euros sin importarles su privacidad. Un error en el que espero que la historia nunca me dé la razón. En todo caso, este incipiente mercado ya está creado, y dentro de poco, si no lo hacen ya, todas las aplicaciones y servicios, sean de pago o no, mercadearán con la información de sus usuarios. No se quejen, nuestra propia demanda ha moldeado este modelo de negocio.

Me despediré hoy de ustedes con una aterradora reflexión. Antes hablábamos de que internet sabe más de nosotros que incluso nuestras propias parejas. Pero vayamos más allá. Nuestra memoria es limitada. No podemos tener presentes en todo momento todos nuestros pareceres, formas de pensar y conclusiones a las que llegamos a lo largo de todo el día, día tras día, mes tras mes, año tras año. Internet sí. Internet nos conoce mejor que nosotros mismos. No es una advertencia, es una amenaza. Con el precio tan barato del GigaByte de disco de hoy en día, internet no olvida, no olvida jamás. Podríamos decir que el “Conócete a ti mismo” de Sócrates está más que obsoleto. Para conocerte a ti mismo y a los demás, conócete a través de internet. Ustedes ya saben mejor que yo que hay ahí fuera muchos gobiernos, organismos y agencias que ya lo aplican en todo el mundo. Esperemos que no hagan nunca un uso perverso de ello, porque si no de ésta no nos escapamos.

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El poder de la creatividad y la imaginación o Cómo un profano puede aportar nuevas perspectivas

He de confesarles dos temas relacionados con este blog que me tienen sorprendido. El primero de ellos es el posicionamiento que me da Google para muchos de mis posts, y el segundo es la aceptación que mis posts tienen en ámbitos especializados en las distintas materias sobre las que suelo escribir. A ciencia cierta, no puedo decirles si ambos hechos están relacionados, pero sospecho que sí.

Desde hace años me fascinan esas personas que, una vez alcanzado un cierto estatus de conocimiento en una materia, son capaces de mirar con desdén nuevas teorías sólo por provenir de autores “no consolidados”. Craso error. Es una clara falta de humildad que puede llevarles a pasar de estar en el candelero dentro de su especialidad a estar en la reserva. Siempre he pensado que, por mucho que se sepa sobre un tema, cualquier profano puede aportarte un punto de vista novedoso que te haga cambiar tus teorías. Por supuesto, alguien especializado tiene muchos más campos y conocimientos para poder tener nuevas ideas sobre ellos, pero eso no quita que hasta un niño pueda darte una idea que aporte algo nuevo.

Éste es el poder de la creatividad y la imaginación, que sin duda hay que fomentar día a día en nuestros hijos desde que son pequeños, pero que también hemos de fomentar en nosotros mismos. Hay que tener cierta base, pero hay técnicas sencillas que pueden ayudarnos. Por ejemplo, una que yo uso a menudo se basa en romper la concentración cuando uno está enfrascado en un problema para el que no encuentra solución, y hacer durante unos minutos algo totalmente distinto. Nuestro cerebro funciona así. En segundo plano sigue trabajando con el problema sin resolver, pero hacer cosas distintas fomenta la asociación de ideas desde una perspectiva que antes no se nos había ocurrido. Muchas veces, aunque aparentemente no tengan relación con el problema a solucionar, de las ideas más descabelladas, surgen las mejores soluciones. Es haciendo estas tareas alternativas cuando muchas veces al cerebro se le enciende la bombilla.

Un servidor aplica esta técnica desde hace años, y hay incluso especialistas que afirman que, cuando uno tiene en el trabajo un problema entre manos que no sabe resolver, dedicar tres o cuatro minutos a revisar el TimeLine de Twitter puede ayudar a distanciarse del problema, para luego retomarlo con un nuevo enfoque.

Pero volvamos al asunto que da título a este post. Como les comentaba, me sorprende cómo un profano como yo en muchas de las materias sobre las que a veces escribo, consigue un número considerable de RTs y publicaciones en webs especializadas por parte de incluso doctores en la materia. Y yo no achaco este hecho en concreto al contenido de mi blog ni a ninguna característica personal mía, sino que pienso que la causa última está en una creatividad y una imaginación que la mayoría posee también, pero que no saben explotar adecuadamente. Les he comentado muchas veces que creo que uno de los problemas de nuestra sociedad no es que la gente no piense, sino que la gente no tiene tiempo de pararse a pensar. Y para tener ideas y dejar aflorar nuestra creatividad, hemos de reservar tiempo para darle vueltas a las cosas. Ésta es la razón última por la que les escribo en este blog puntualmente cada quince días desde hace 2 años y medio: para reflexionar yo, y para reflexionar con ustedes.

En bastantes personas, la creatividad es una cualidad que se va perdiendo con el paso de los años. Yo creo que este hecho va íntimamente unido a que las personas nos habituamos a nuestro entorno, y lo que nos rodea deja de sorprendernos conforme pasa el tiempo. Estoy convencido que la capacidad de sorprenderse y la creatividad están íntimamente relacionadas, y empieza a haber estudios que avalan esta teoría. Por ello mi mejor consejo es que presten atención a sus hijos, y les fomenten su actitud cada vez que se sorprenden por algo que a ustedes les parece de lo más normal. No vuelvan a meterles prisa en el camino a casa de vuelta del colegio cuando gritan emocionados que han encontrado una hoja de árbol roja en vez de verde, no les digan que no hay tiempo cuando se paren a mirar un hormiguero con fascinación, miren con ellos al cielo para descubrir imágenes conocidas en las caprichosas formas de las nubes. La creatividad y la imaginación son las cualidades más valiosas de los seres humanos, y fomentarlas en los niños, y mantenerlas de adultos, es algo que contribuye ciertamente al progreso de la humanidad.

Como hacen algunos malogrados científicos y artistas, profesiones de máximos exponentes de la creatividad humana, no fomentar el mantener su propia creatividad e imaginación, una vez que han perdido inevitablemente estas cualidades, les puede llevar a tratar de captar ideas de los más jóvenes, convencidos erróneamente de que juventud y creatividad son el único nexo posible, y teniendo la imperiosa necesidad de mantener su posición social y profesional a cualquier precio. Conozco algún caso de estos, así que tengan cuidado con ciertas personas, porque además nunca se lo agradecerán para no reconocer ante nadie el agotamiento de su propia capacidad. Inspirarse es legítimo. Copiar es mezquino. En mi mente hay una clara línea divisoria entre ambas acciones. Tracen ustedes su propia línea de separación, que esté más aquí o más allá dependerá de su ética personal y de si son capaces de fomentar y mantener viva su imaginación. Para mí la diferencia está en si se aporta algo nuevo sobre la base en la que uno se inspira, o si ni siquiera ya se tiene creatividad ni para eso. En todo caso, estarán de acuerdo en que no reconocer las fuentes de inspiración propias ya proyecta de por sí una sospechosa sombra de duda.

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El hartazgo de Twitter o El progreso hacia la sociedad lúdica

El ser humano a veces me fascina por su capacidad de permanente huida hacia delante. No acabo de entender bien ese enfoque que a veces da a su vida de tener la ilusoria sensación de estar avanzando cuando en realidad está dando vueltas en círculo. En esta ocasión me centraré en cómo las personas suelen tratar de huir de la rutina diaria, y tratan de avanzar hacia la dedicación del tiempo propio a las actividades que les interesan y/o divierten. ¿Una aspiración a llegar a la sociedad lúdica?.

Puede que sí, que ciertas naturalezas humanas aspiren a dicha sociedad lúdica, entendida como una sociedad donde cada cual se pueda dedicar a los que le interese y/o divierta. Cada caso será más o menos productivo dependiendo de cuáles sean los intereses y divertimentos personales… y obviamente habrá casos que no sean productivos en absoluto. Nada nuevo con respecto al uso que hacemos ya actualmente de nuestro tiempo libre.

Estarán muchos de ustedes pensando en lo utópico y lo insostenible de lo que les estoy presentando. Razón no les falta, pero es que tal vez no me esté explicando bien. No me estoy tratando de centrar en una aspiración a dedicarse a la vida alegre. En absoluto, eso es insostenible. Lo que trato de hacerles ver es que el advenimiento de internet primero, y de las redes sociales más adelante, están sirviendo de vehículo para que los intereses personales sean más accesibles a los interesados, entendiendo por intereses personales efectivamente a intereses interesantes (valga la redundancia), tanto para el individuo como para la sociedad. A aquellos que estuviesen esperando a que les hablase cómo vivir de la vida contemplativa, siento decepcionarles, deberán centrar sus aspiraciones en formar parte del famoseo que infesta nuestras pantallas televisivas. Tal vez cuando seamos seres virtuales la sociedad lúdica en este sentido sea sostenible económicamente. Al fin y al cabo es mucho más fácil mantener un humano vivo con unos Gigabytes de espacio, unos Megaherzios de capacidad de computación y algo de nutrientes básicos, que mantener todo un mundo físico lleno de necesidades y productos reales que querrá adquirir por mucho que quiera dedicarse a mirar las musarañas.

Pero por otro lado, hay actividades interesantes para la sociedad y el individuo que, aunque no permiten vivir de ello a la persona que las realiza, sí que aportan, y que por su aspecto de afición se pueden caracterizar también en cierta forma de un avance hacia la sociedad lúdica. Véanlo de otra forma. Nuestros abuelos trabajaban en el campo de sol a sol, y el poco tiempo que tenían disponible lo utilizaban para descansar de su extenuación. Hoy en día nuestros trabajos no son tan exigentes físicamente, y dejan un margen diario para dedicarse a aficiones que, gracias a internet y las redes sociales, nos permiten que ese mismo tiempo sea infinitamente más productivo. Se lo dice un servidor que, a pesar del poco tiempo del que dispongo, puedo mantener vivos mis intereses y aficiones personales gracias principalmente a Twitter, a Pinterest y a este blog. No me malinterpreten, no estoy tratando de hacer apología del mundo virtual. El mundo físico sigue ahí con sus ventajas derivadas de sus vivencias e impresiones reales, pero lo que nos ocupa en este post es la contribución del mundo virtual a nuestros intereses y aficiones, que son, por otro lado, también parte de nuestro mundo real.

Pero sigamos ahondando en el título de esta entrada. Ya hemos hablado del progreso hacia la sociedad lúdica, salvando el diverso concepto de lúdico para unos y otros. Analicemos ahora la huida hacia delante de la rutina diaria. Toda novedad y avance que trasgrede nuestra forma actual de hacer las cosas, tiene una primera fase de aceptación en la cual el usuario acepta incomodidades del nuevo servicio debido a una novedad que le fascina. En los noventa todos asumíamos que se cortasen las llamadas del móvil con mucha más naturalidad que con la que hoy reaccionamos cuando nos quedamos sin cobertura de datos. El hábito y la dependencia nos vuelven exigentes. Y lo mismo ocurre con todas las rutinas diarias a las que nos obliga el satisfacer nuestros intereses. Al principio todo el mundo en Twitter toleraba leer menciones entre usuarios que tenían casi carácter de conversación privada, ahora la gente quiere llegar a los tuits que le interesan lo más rápido posible y sin perder tiempo en tuits irrelevantes. Y esto lo hace porque quiere disponer de tiempo libre que dedicar a otras y nuevas aficiones. Aficiones en las que de nuevo al principio tolerará cierta pérdida de tiempo a cambio de disfrutar de algo nuevo, pero que con las que con el tiempo también se volverá exigente, para, a su vez, volver a tener más tiempo para otros nuevos intereses.

Vemos pues como el tiempo dedicado a un interés o afición personal en internet acaba alcanzando un periodo de madurez en el que el servicio o bien se reinventa y evoluciona con las exigencias del usuario, o acaba siendo abandonado. Asúmanlo, hoy en día uno de los recursos más escasos en el mundo es el tiempo de los usuarios. Hay tantas aplicaciones interesantes, tantos servicios a los que merece la pena dedicar tiempo, tantos blogs que leer… que todo ello ha de competir por un tiempo del usuario cada vez más solicitado. Llegará un tiempo en el que, si los usuarios disponen de más tiempo libre, podrán dedicarse a más actividades de una economía articulada en torno a internet, lo cual se traducirá en un crecimiento del sector con todas las implicaciones que ello supone en facturación, empleos generados, etc. Y hasta aquí es donde quería llegar con ustedes. Piénsenlo bien, el recurso escaso es el tiempo del usuario, dedicado a lo que el usuario considera interesante o simplemente divertido, y que además cuanto más tiempo de usuario se permite, más negocio se hace. Esto es lo que planteábamos al principio del blog, ¿No es algo muy próximo la definición que hemos hecho de sociedad lúdica?. Tal vez estemos acercándonos a ella sin darnos cuenta, y no estemos dando tantas vueltas en círculo como decíamos al principio. Cosas de un progreso exponencial que no nos da apenas tiempo ni para pensar. La pregunta sobre si ésta es una tendencia sostenible a largo plazo, o si tan sólo se trata una utopía, dejo ya que se la contesten ustedes mismos.

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Por qué los precios estrangulan al consumidor y la demanda o El aspecto social de la economía de escala

La crisis actual ha cambiado en España la faz de la economía y de la sociedad, pero me llama la atención cómo, en la situación actual, aún hay empresas que están llevando a cabo una boyante expansión en un país devastado por la crisis. Hay dos tipos de empresas en esta situación: las que están exportando a toda máquina, y las que han adoptado una política de bajos precios por bandera.

En este post nos vamos a centrar en las segundas: las de los bajos precios. Dejando a un lado el tema de cómo los consiguen y la ética que puede haber en las condiciones laborales de su personal, según analizamos ya en el post «El capitalismo contiene la semilla de su propia autodestrucción«, me gustaría llamarles la atención sobre el hecho de que estas empresas han dado en el clavo con su análisis del mercado nacional. El consumidor hoy en día busca bajos precios, y mayormente más por necesidad que por no valorar la calidad de productos de precio superior. Pero lo de “bajos precios” es un concepto relativo. Estarán de acuerdo que podríamos decir más bien precios justos, porque los niveles alcanzados por algunos sectores en la época de la burbuja eran ciertamente abusivos, sin demasiada correlación con la evolución de la capacidad adquisitiva del ciudadano medio español. Aquí habría que replantearse la utilidad y la composición que se utiliza en el cálculo del IPC español. Pero no nos apartemos del tema, salvo casos de necesidad, la gente no busca muchas veces pagar lo mínimo posible, busca pagar un precio más acorde con lo que puede pagar y con el producto o servicio que está pagando.

Visto lo anterior, creo que ya podemos afirmar con rotundidad que en España no hay un problema de demanda, tan sólo hay un problema de precios. Parte de este problema ha sido originado por multinacionales que, con la globalización y la unión monetaria europea, han hecho tabla rasa y has igualado precios en muchos países, sin tener en cuenta el poder adquisitivo y la demanda local. Lógicamente lo que ha ocurrido era de esperar habiendo libre circulación de mercancías intra-comunitaria, pero no habiendo generalmente ningún tipo de equiparación salarial. La movilidad geográfica de la fuerza laboral y de las empresas, tan temida por el Norte en los albores de la supresión de fronteras en la Unión Europea, no ha resultado ser tan frecuente como para poder equiparar salarios. Lo que en USA es un mercado laboral unificado, en Europa sigue siendo un mercado laboral fraccionado que compra en un mercado con libre circulación de mercancías (aunque he de admitirles mis enormes reservas respecto a este último punto).

Pero la demanda está ahí latente. Existe, aunque está remansada porque el ciudadano medio, o bien no puede, o bien no se atreve a gastar pagando un precio que considera elevado, sin saber si a medio plazo va a perder su puesto de trabajo. Una muestra de ello es cómo, cuando ha habido campañas de entradas de cine a 3€, la población ha respondido con asistencia masiva a las salas. O cómo la gente toma cuantas cervezas se tercien en cervecerías como La Sureña. O la gente que come cuantas tapas le apetecen en los 100 Montaditos. Como les decía, todo ello son ejemplos de que en España, actualmente, no hay un problema de demanda, sino tan sólo de precios… o de salarios, como prefieran ustedes enfocarlo.

Pero pasemos a analizar por qué esto es así. La deriva de la crisis, en la cual la baja demanda ha ido erosionando las cuentas de resultados poco a poco, normalmente ha llevado a ciertos sectores a ir subiendo precios en términos reales (mantenerlos en la mayoría de los casos con un salario medio a la baja equivale a subirlos), para mantener en la medida de lo posible los ingresos o minimizar las pérdidas. Craso error. Ello ha llevado a que irrumpan en bastantes sectores con una fuerza inusitada empresas que han roto ese modelo de círculo vicioso y han cogido al mercado por donde hay que cogerlo, dándole lo que busca: bajos precios. Las empresas y negocios en general deberían haberse dado cuenta antes del contexto y de la que se nos venía encima. En la situación de la economía en los comienzos de la crisis había que aplicar de forma preventiva auténticas estrategias de guerra, y en vez de replegar filas poco a poco retrocediendo con la demanda, atacar sin más dilación ajustando costes y bajando precios.

Con razón ustedes me dirán que es fácil decir esto, pero que es muy difícil llevarlo a cabo y probar de antemano su efectividad. El mejor ejemplo de la efectividad de esta economía de guerra es la fuerte expansión que están realizando el tipo de empresas que les nombraba antes. Su modelo triunfa incluso en época de crisis, porque han sabido escuchar al mercado. ¿Cómo pueden ganar dinero con precios a la baja?. Pues ajustando costes (obviamente su calidad no es la misma que la de otros negocios) y porque aplican los principios de una economía de escala: ganan dinero con el volumen.

Me despediré invitándoles a una reflexión sobre este último punto. Hay ciertos países en los que salir a cenar a un restaurante tradicional es tan caro que incluso los locales sólo pueden permitírselo una vez cada mes o mes y medio. Los márgenes de cada cena son elevados, con ello, aunque la demanda sea baja, el negocio va sobreviviendo. Pero el mismo beneficio final podría ser conseguido con márgenes reducidos y un volumen superior. Si los precios bajasen, la gente saldría a cenar más, con lo que al final los negocios ganarían el mismo dinero. Y mirándolo desde otro punto de vista más allá del beneficio empresarial, socialmente, ¿Qué procura mayor bienestar social?, ¿Poder salir si uno quiere dos o tres veces a cenar al mes con precios bajos, o salir una vez cada mes y medio con precios elevados?. La respuesta creo que no hace falta que se la diga yo, la saben ustedes mismos. Pero en los tiempos heredados de la burbuja, el modus operandi y la deriva a la que ha llevado la crisis han sido distintas… hasta que alguien se ha dado cuenta del error que la mayoría estaba cometiendo. En el mundo tan cambiante de hoy en día, superviviente es el que sabe adaptarse a nuevas condiciones, y las empresas no son ninguna excepción. Así que ya saben, permanentemente sondeen, evalúen, analicen, decidan y adáptense, porque en ello les va su propia supervivencia, y también la de sus hijos.

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La perpetuación del cortoplacismo o Cómo evitar fracasar en la educación infantil

Ya saben que les he hablado en otras ocasiones de los graves perjuicios que ocasiona el cortoplacismo imperante en nuestra sociedad al más alto nivel. Ya saben que también les insisto en que lo que hay por arriba es un reflejo de lo que hay por abajo. Y ahora me quiero centrar en las consecuencias de este cortoplacismo generalizado sobre la educación infantil, sin duda una perpetuación a futuro de algunos de los problemas que tenemos en el presente.

Educar a un niño es una de las tareas más arriesgadas y difíciles a las que se puede enfrentar un adulto. Servidor no les habla en absoluto desde el dominio de la materia, aquí todos somos aprendices salvo nuestros mayores, a los que deberíamos hacerles más caso, sin olvidar poner sus consejos en contexto, puesto que el pasar de las generaciones puede hacer que algunas recetas del pasado ya no sean válidas en el presente. La sociedad cambia, y los niños también. Por lo tanto nuestra forma de educarlos ha de evolucionar acorde a ello.

Es cierto que en la mayor parte de los casos los padres tienen la llave del futuro de sus hijos, y dependiendo de cómo la giren y qué mecanismos abran en sus inmaduros cerebros infantiles, el resultado “a futuro” de su psicología y comportamiento pueden ser radicalmente distintos. Aquí es donde quería llegar con ustedes. “A futuro”. Ésa es la clave. Educar a un niño requiere dosis de creatividad importantes, no sólo para darle la vuelta en determinadas ocasiones, para enseñarle a enfocar el mundo desde el prisma de nuestra experiencia adquirida a lo largo de los años, para lograr que relativice su visión personal a menudo pasional, etc. Pero la creatividad tiene otra aplicación más importante si cabe, y en la cual también aporta una cualidad como la imaginación: proyectar el futuro. Sí, eso es. Uno de los aspectos más difíciles de la educación infantil es que las consecuencias de nuestras acciones educativas de hoy muchas veces no se ven hasta varios años más tarde, con lo que en bastantes casos no hay una retroalimentación inmediata que nos permita ir corrigiendo a tiempo nuestras pautas educativas. Por ello es muy importante que los padres y las madres sean capaces de imaginarse con realismo cómo va a ser nuestro hijo en el futuro con las enseñanzas que les estamos dando en el presente.

No hay una receta mágica para ello, y las probabilidades de error no son en absoluto despreciables, pero una fórmula bastante útil y polivalente es que los adultos hagan un esfuerzo psicológico y se pongan en la piel del niño. A menudo los padres cometemos el error de juzgar y evaluar el comportamiento de nuestros hijos según nuestros propios patrones de pensamiento. Es cierto que el pensamiento de un adulto maduro es a menudo más acertado que el de un niño, pero el problema es que no por ello el niño lo va a aceptar para sí. ¿Y cuál es la solución para este galimatías?. Es el adulto el que tiene más madurez y capacidad intelectual para ser capaz de pensar como piensa su hijo. Para ello es muy importante hacer memoria y recordar cómo pensábamos nosotros mismos cuando teníamos la edad de nuestro hijo. Hagan memoria… ¿A que la cosa cambia?. Recuerdan ahora su forma de relacionarse en la infancia, cómo veían el mundo, qué pensaban de sus padres, cómo enfocaban su futuro, etc. pues mayormente sus hijos ahora piensan como ustedes pensaban entonces, y por más que les expliquen ustedes la forma de pensar que han ido puliendo con el paso de los años, no les van a hacer más caso del que ustedes les hicieron a sus padres.

A pensar como lo hace su hijo les ayudará la genética, que permite que las formas de sentir, relacionarse, etc. de los hijos se suelan parecer a la que tenían en su infancia los progenitores o sus familiares más cercanos. Detecten patrones de comportamiento, hallen similitudes con sus recuerdos de la infancia, y saquen conclusiones e intenten adivinar qué y por qué pasa por sus pequeñas mentes. No es tarea fácil, y ellos normalmente no se lo van a facilitar.

Pero abordemos por fin el tema que abría este post: el cortoplacismo. Esta proyección a futuro que les estoy sugiriendo en este post sé que no es tarea fácil, pero lo es menos aún en la sociedad de hoy en día. Y sí, este cortoplacismo también afecta a la educación de nuestros hijos. Como muestra no tienen más que mirar las nuevas generaciones y cómo sus ratios de fracaso escolar implican no sólo el fracaso del modelo educativo oficial de las últimas décadas, sino también, y más importante, de la educación que como padres les damos en casa.

Para que vean este cortoplacismo y sus consecuencias, les pondré un ejemplo muy sencillo. Antes, niño que no cenaba rápido y bien, solía irse a la cama sin cenar, y al día siguiente iba a la cena recordando el hambre de la noche anterior. Hoy en día los padres estamos muchas veces insistiéndoles permanentemente en que cenen, que se hace tarde, les ayudamos nosotros un poco, etc. Son comportamientos erróneos porque le hacen al niño aprender que para obedecer y hacer lo que tienen que hacer, siempre va a haber alguien insistiéndole, que le da una nueva oportunidad, etc. Ello deriva en que delegue la responsabilidad de sus obligaciones personales en una entidad superior, y que piense que puede retrasarse o dejar de hacer algo porque siempre va a haber ocasión de hacerlo a posteriori. ¿Qué creen que es más importante, que el niño se acabe la cena hoy, o que aprenda a ser responsable con su alimentación y que cene él solo el día de mañana?. Es la disyuntiva real que hay detrás de este ejemplo, y a la que se enfrentan muchos padres cada día. El cortoplacismo les lleva a menudo a elegir que les interesa que cene hoy todo y se vaya a la cama a su hora y bien alimentado, pero no ven que eso sólo sirve para hoy, y que es un error para mañana.

Algo similar ocurre con los deberes en casa. El adulto acaba optando a menudo por sentarse con su hijo o hija y estudiar o hacer los deberes juntos. De nuevo un error. El niño debe aprender que es su obligación, y no una forma de estar con sus padres y que éstos le medio hagan los deberes. Los padres deben distanciarse de los deberes y el estudio, limitándose a dar vuelta de vez en cuando, resolver dudas y si acaso realizar una corrección o evaluación final. Recuerden que lo que interesa aquí es poner los cimientos de un adulto responsable consigo mismo y con los demás.

Con ello ya me despido atreviéndome a sugerirles que no eduquen al niño que tienen delante en este preciso instante, sino que eduquen la proyección que ése niño tiene en un futuro aún lejano, pero que sin duda es el objetivo principal. Enséñenle a que asuma sus responsabilidades personales a la primera y con naturalidad, por desgracia, ustedes no van a estar siempre a su lado para velar por ellos. Tengan siempre en mente en sus pautas educativas que, por su propio bien, deben de ser capaces de valerse por sí mismos incluso en el fatal escenario de que ustedes les falten. Ocurra esto antes o después, estarán criando un niño que será capaz de pensar y actuar de forma independiente. Esto no asegura de por sí una educación exitosa, pero analicen bien cuál es la alternativa: una dependencia que lleva al fracaso casi seguro.

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Un pilar del consumo minorista en nuestros sistemas socioeconómicos o La vida que se nos escurre entre los dedos

Me sorprende profundamente cómo generalmente el ser humano es capaz de tener la felicidad delante de sus propias narices y no darse cuenta hasta que la pierde y ya es demasiado tarde para disfrutar de ella. Vivimos en una permanente huida de nuestro tiempo y de nosotros mismos en la que no tenemos tiempo ni de pararnos a pensar (motivo fundacional de este blog), ni de pararnos a disfrutar de la vida y de los que nos rodean.
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En parte es culpa nuestra, y en parte no. En este frenético mundo del siglo XXI que nos ha tocado vivir, el sistema nos da unas anteojeras que cogemos gustosos para ponérnoslas, y nos mete en una rueda como la de los hámsters en la que día a día corremos y corremos para no llegar a ninguna parte. Así es, les guste o no reconocerlo. Y no digo “Sistema” como un ente aséptico en impersonal; no, el sistema está formado por personas, por nosotros mismos.

Una de las actitudes en las que podemos ver reflejado lo que les estoy contando es las aspiraciones y anhelos de las personas, lo que proyectan como el futuro y/o presente que les gustaría vivir o, al menos, aparentar. Es difícil en muchos casos llegar a conocerlo verdaderamente, la sinceridad en este campo a veces brilla por su ausencia, pero, como les voy a explicar, hay otros síntomas que nos permiten hacernos una idea.

Empecemos por los niños. Sí, esas almas incólumes que poco a poco pervertimos entre todos e incluso con parte de culpa de la genética que ellos mismos desarrollan. Siempre se les dice a los niños que “¡Qué mayor!”, “Ya eres mayor”, “Como los mayores”… poniendo un injustificado énfasis en hacerles abandonar prematuramente una infancia que les pertenece y que deben disfrutar en su momento, porque ya saben ustedes que no vuelve jamás. Casi todos los niños acaban viviendo en la ilusión de hacerse más y más mayores para poder tener acceso a todos esos privilegios (ejem) que va otorgando la edad en nuestra sociedad.

Pero sigamos con los adolescentes. Aquí el problema es que, aunque ya se creen mayores sin serlo en realidad, quieren ser adultos de pleno derecho. Es cierto que tratan por todos los medios de marcar su propia personalidad diferenciándose de los adultos de verdad, pero acaban adoptando de forma sutilmente alterada muchos de sus patrones de comportamiento y objetos de consumo. Quieren Smartphone, pero el iPhone es de carrozas. Quieren moda y salir de tiendas, pero tiene que ser una moda concebida y aceptada especialmente por ellos. Quieren relaciones interpersonales y de pareja que tratan de asemejarse a las de los adultos, pero relacionándose entre sí con jerga propia y nuevos conceptos de relación que muchas veces no son tan nuevos.

Prosigamos con los adultos. Tal vez sea la franja de edad que puede estar más a gusto consigo misma, puesto que están más acomodados, tienen satisfecha la mayor parte de sus necesidades básicas y no tan básicas, y lo que es en realidad el nudo gordiano: no tienen mucho tiempo para pararse a pensar. No obstante, también hay ciertos detalles que pueden llevarnos a pensar que les empieza a gustar en cierto modo aparentar una juventud que ya ha pasado. Es habitual hoy en día que, cuando llega el fin de semana, muchos adultos cambian totalmente de indumentaria y se visten con ropa que trata de asemejarse muchas veces a la efervescente y disruptiva moda adolescente. Sí, hay que decirlo, en lo que a moda se refiere, los adolescentes tienen una fuerte influencia hoy en día sobre los adultos. Y esto es muy significativo e indicativo de que, bajo esa capa de aparente autocomplacencia, hay una incipiente inquietud por la edad que se empieza a tener.

Y finalicemos con los mayores. La moda normalmente no es un hecho revelador en este caso, suelen vestir ropa más clásica, pero casi siempre hablan abiertamente de la nostalgia de otros tiempos, que es una nostalgia por otro entorno y muchas veces también, por la persona que eran entonces. No se equivoquen, no es que les gustaría volver a ser los de antes, añoran ciertas cosas, pero, de volver atrás, casi siempre dicen que les gustaría hacerlo sabiendo lo que saben ahora.

Para demostrarles hasta qué punto hay gente que vive en esta carrera hacia ninguna parte, les comentaré una situación que se me dio en el trabajo esta semana. Un compañero, bastante “ambicioso” profesionalmente por cierto, nos anunció que él y su mujer estaban esperando un bebé. Me alegré por él y le di la enhorabuena, pero lo que me sorprendió fue lo que me dijo a continuación: “Es que ya tenéis casi todos hijos y me estabais dejando atrás”. En confianza les reconozco que no doy crédito. No tengo calificativos para el hecho de decidir algo tan importante en la vida como el tener descendencia sólo porque todos los demás lo hacen y no queremos quedarnos los últimos en la tan mal concebida carrera de la vida. Es el triunfo de la ambición por llegar antes a la meta siguiendo el camino marcado, frente a la ilusión de la trascendental y vital decisión de traer libremente al mundo una nueva vida. Son extensiones del ansia personal que se acaban volviendo sin duda cadenas que nos mantienen atados a unas metas equivocadas, y no nos dejan disfrutar en plenitud de la felicidad que nos ofrece cada momento de nuestro paso por este mundo.

Visto todo lo anterior, la pregunta obligada es: ¿Es que no hay nadie que esté a gusto con la percepción de sí mismo y con la edad que le ha tocado vivir en ese momento?. Pues hay casos y casos, pero mayormente no. Este sinvivir de anhelos por otra cosa distinta a la que tenemos es algo muy rentable, puesto que cuando la gente no se acaba de sentir a gusto consigo misma, acaba en una vana carrera que trata de encontrar la felicidad que no tiene en donde no está, y terminan buscando pues la autorrealización a menudo en otras cosas, generalmente materiales y que cuestan dinero, pilar inequívoco de la importancia del consumo minorista en nuestros sistemas socioeconómicos.

Por ello me despediré simplemente diciéndoles que disfruten de cada etapa, cada momento y cada segundo de sus vidas. Salgan de la rueda del hámster. Alégrense por esa nueva palabra que han pronunciado sus hijos. Sonrían con su alma a la nueva gracia que se le ha ocurrido al lengua de trapo de su retoño. Sientan la intensidad de sus relaciones de pareja. Tomen a sorbos una caña bien tirada en una terraza del parque. Saboreen ese cocido de los domingos de sus madres. Congelen el tiempo en esos momentos. Disfruten del instante lentamente. Fotografíen con su mente las imágenes, las sensaciones y los sentimientos. Grábenlos bien bien en su memoria. No huyan de sí mismos. Vivan, sin más, vivan en el sentido más pleno de la palabra, porque los momentos pasan por delante de nuestras narices y no vuelven jamás.

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La lacra económica del despilfarro de los ciudadanos o Cómo consumir de más contribuye al estancamiento durante lustros

No es mi intención abordar en este post el archiconocido despilfarro de las administraciones públicas en nuestro país. Sin restar un ápice de importancia a ese tema, el que quiero tratar con ustedes en esta ocasión se centra en el despilfarro de los ciudadanos. Algo que, como veremos, tiene serias consecuencias socioeconómicas a largo plazo para el conjunto de la sociedad, de la economía y del planeta.
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Empezaré exponiéndoles lo que nos ocurrió en una ocasión a mi mujer y a mí en el barrio. Teníamos desde hacía algunos años un pequeño macetero de hierbas artificiales en casa. Ya nos habíamos cansado de él, y aunque no nos costó mucho dinero, era bonito y estaba en perfecto estado, por lo que nos daba pena tirarlo a la basura. Se nos ocurrió bajarlo y dejarlo al lado de los contenedores de reciclaje del barrio, a ver si a alguien le interesaba y lo cogía. Bajamos y lo dejamos, y conforme lo estábamos dejando pasó una mujer de mediana edad y nos preguntó que si no lo queríamos y si lo podía coger. La mujer tenía acento alemán, lo cual no nos extrañó en absoluto; es más, nos pareció que confirmaba la idea que nos hemos formado a lo largo de los años de la sociedad centroeuropea, y más concretamente de la alemana.

¿Por qué les digo esto último?. Se lo explico, y de paso entramos a abordar ya el tema central del post. Es habitual en Centroeuropa, y con más incidencia en Alemania, tener una cultura del reciclaje mucho más arraigada que en la Europa del Sur. Muchas veces los círculos de amigos o de vecinos hacen un mercadillo en el que venden a bajo precio, intercambian, o incuso regalan, enseres y objetos que ya no necesitan pero que siguen teniendo vida útil. No lo hacen por el dinero, al menos en los casos de alemanes que conozco, sino por el simple hecho de que tienen la convicción de que todas esas cosas ha costado un dinero y unos recursos naturales y humanos fabricarlas, y que tirarlas a la basura, además de ser poco ecológico por generar más residuos, es un despilfarro económico que se puede evitar, puesto que si alguien se lo queda, se evita fabricar otro nuevo.

Igualito que en España, ¿Verdad?. Como les decía, en la Europa del Sur las cosas son bastante distintas, y para peor, pues en esto los centroeuropeos nos llevan ventaja. Aquí a la gente le gusta mayormente comprar cosas nuevas, y cuantas más mejor. Mucho me temo que ello es debido a que, como analizábamos en el post “La necesidad de creerse rico o Cómo ganar capital sin tener más dinero”, en España a la gente le gusta sentirse rica, seguramente porque en realidad no lo somos (al menos mucho menos que nuestros compañeros centroeuropeos), y a los europeos del sur gusta comprar y comprar. Craso error. No sólo por lo poco sostenible para el medio ambiente de estas conductas, sino porque como les voy a explicar, estas actitudes son causa de estancamiento económico a largo plazo.

¿Por qué estancamiento económico si producir más y más incrementa el Producto Interior Bruto (PIB)?. Ése es un buen punto a analizar y que nos va a venir bien tener claro. Tengan en cuenta que un coche nuevo contribuye al crecimiento del PIB, puesto que es algo que se ha fabricado en el país y se ha vendido. No ocurre lo mismo con el mercado de vehículos usados, donde se revenden automóviles que ya fueron fabricados y vendidos en su día, momento en que sí que contribuyeron al PIB, pero que ya no lo hacen al ser vendidos de segunda mano porque ya no se ha producido nada nuevo. Y estamos hablando del caso concreto de los automóviles, pero esto es igual para cualquier producto o materia prima. Sólo contribuye al PIB lo que se produce. Dejando a un lado si el crecimiento del PIB implica mayor riqueza real para un país, tema que ya analizamos en el post «¿Hacia dónde se dirigen nuestros sistemas socioeconómicos?”, lo que quería analizar ahora con ustedes es ¿Qué ocurre en países en los que los ciudadanos han despilfarrado en productos nuevos y en el que de repente sobreviene una grave crisis como ha ocurrido en España?. Primer escenario de los años felices: la gente despilfarra y se lo compra todo nuevo, el PIB está “artificialmente” hinchado con una demanda sobredimensionada en comparación con las necesidades básicas y reales de los ciudadanos del país, y lo que es peor, el tejido productivo se dimensiona conforme a esa demanda. Segundo escenario de la crisis posterior: en una grave crisis, gran parte del consumo se retrae fuertemente, porque la gente en apuros económicos (y los que no los tiene por miedo a tenerlos) pasa bruscamente a comprar sólo lo que en realidad necesita irremediablemente, y suele recurrir a la segunda mano y al intercambio en mucha mayor medida. Lo que en países con tradición de reutilización es una crisis más modesta porque el PIB se puede contraer, pero con fundamentos más reales y ajustados, en países sin tradición de reutilización se vuelve una brusca y fuerte contracción, puesto que el PIB estaba hinchado por necesidades superfluas y prescindibles, que de repente se tornan insostenibles. Si a ello añadimos que el tejido productivo y el empleo se han adaptado a ese escenario inflado, tenemos que se entra fácilmente en una espiral destructiva y un círculo vicioso por el que un descenso de la demanda conlleva a un ajuste del empleo, que revierte en menos demanda y de nuevo en menos empleo. No les cuento nada nuevo.

Y de aquellas aguas, estos lodos. Así estamos en la situación que estamos en España. Y ahora proliferan los mercadillos de segunda mano, el intercambio de libros escolares, las compras en eBay, etc. etc. Que no digo que todo esto esté mal, en realidad es una buena opción, lo que estaba mal era el sobre-consumo anterior y, obviamente, el batacazo posterior que sufrimos todos.

Por ello, dado que la situación actual es la que es y no va a cambiar más que con el lento discurrir de los años, ya que nuestro consumo se ha despeñado ya, aprovechemos cuando volvamos a crecer para sentar las bases de un consumo con fundamento y responsable. Con ello, aunque crezcamos menos en las épocas de bonanza, en las de crisis también caeremos menos, y de paso, el medioambiente y las generaciones venideras se lo agradecerán infinitamente. Elija usted mismo el motivo de los dos que le resulta más importante, pero por favor, por usted y por los demás, no derroche, comprar cosas que no necesita no le va a hacer más feliz en realidad, sino más bien menos, sobre todo a largo plazo, y además deja una herencia poco halagüeña a sus hijos, que tendrán que lidiar con las próximas crisis. De ustedes depende.

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