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El miedo a triunfar ante los demás o La envidia como freno al progreso socioeconómico

El miedo a triunfar ante los demás, no es más que el miedo a triunfar ante uno mismo. La envidia es un sentimiento más generalizado de lo deseable en nuestra sociedad, pero no por ello aceptado. Es por este motivo por el que la gente oculta a toda costa este sentimiento cuando siente envidia, a pesar de lo evidente de la tonalidad verde fluorescente de sus comentarios.

Al fin y al cabo, todos somos conscientes de que la envidia es una obvia declaración de inferioridad, por ello es lógica la tendencia general a ocultar la envidia a toda costa, pero es que además el problema es en realidad el miedo a triunfar ante uno mismo. Como demostración de lo que digo, respóndanse a la siguiente pregunta: si nadie muestra claramente su envidia, ¿Cómo es que la gente que tiene miedo a triunfar puede estar tan convencida del desastre social que les supondría tener éxito?… Han de estar muy convencidos de ello, puesto que prefieren renunciar a las mieles y los réditos del éxito ante el pavor que les produce la imagen del rechazo social. Es cierto que hay algún caso que muestra envidia de forma abierta y evidente… pero en general la gente tiene miedo al éxito porque ellos mismos han experimentado la envidia una alguna vez, conocen sus mecanismos psicológicos y saben reconocer en los demás lo extendido que está este sentimiento a nivel social. Saben perfectamente qué hay detrás de una crítica injustificada a alguien que parece estar triunfando. Ellos mismos seguramente lo hicieron alguna vez. Y optan por mantener en secreto sus modestos o no tan modestos éxitos, con la imposible intención de mantener la aceptación en sus círculos sociales.

La envidia es censurable, pero todo el mundo la siente alguna vez. El problema es cómo la reconducimos. La envidia no es mala en la medida que nos puede impulsar a mejorar. La envidia es mala cuando deriva en mal perder, o cuando alguien se enroca en su negativismo sin admitir que anhela lo que otro ha conseguido. Incluso hay gente que obstinadamente rechaza de pleno el tratar de conseguir unas metas que hasta el momento siempre había perseguido para sí, a fin de ocultar su verdadera admiración y envidia por el triunfo ajeno. La crítica gratuita, el sacar defectos sin motivo, el no reconocer ningún mérito… son todos inequívocos síntomas de color verde hospital. Estén atentos a su entorno porque no habrá semana en la que tristemente no vean u oigan actitudes como éstas.

Ya saben que sobre este tema de la envidia y el éxito les hablo con cierta frecuencia. Lo hago por las implicaciones a gran escala que este tipo de actitudes acaban teniendo en la gente que nos rodea y en la sociedad en la que vivimos. A pesar de todo lo que ya hemos comentado desde hace años sobre el tema, el otro día, mi mujer me recomendó un excelente artículo que viene a colación y que sin duda merece la pena que lean: “La envidia y el síndrome de Solomon” http://elpais.com/elpais/2013/05/17/eps/1368793042_628150.html Les resumiré que en el artículo se habla de un famoso experimento social del doctor Solomon en el que se demostraba fehacientemente cómo a la mayoría de las personas les influye enormemente la opinión de los demás y la aceptación social. Esto es así hasta tal punto que prefieren dar conscientemente una respuesta incorrecta y dejarse llevar por la equivocada mayoría, antes que arriesgarse a ser socialmente rechazados.

Creo que ha quedado claro que el punto de vista del post que les traigo hoy aporta valor respecto al artículo anterior, puesto que, según hablábamos antes, el miedo a triunfar es realmente el miedo a triunfar ante uno mismo. Un sentimiento tan ocultado como la envidia no permite reconocerla en los demás si no la ha sentido uno mismo. El tema no es que uno la reconozca a su alrededor cada dos por tres, sino que, cuando la gente visualiza para sí una carrera de éxito, inevitablemente se juzga a sí mismo de forma autorreferencial y descubre que su futuro de éxito le daría envidia a su presente de normalidad. Ahí está la clave. Sentimos envidia de nosotros mismos, y este sentimiento nos hace proyectar cómo se sentirán muchas personas de nuestro entorno si nos ven triunfar y cómo nos juzgarán de forma sumaria… y claro, siendo los seres humanos de naturaleza gregaria, en lógico que muchos opten por un futuro acompañado que siga en la normalidad, en vez de un solitario futuro de éxitos. Esto con el consiguiente perjuicio para el progreso de nuestra socioeconomia, pues se acaban cercenando muchas posibles iniciativas, innovaciones y, en definitiva, avances socioeconómicos.

A falta de una, hoy les dejaré con dos citas muy apropiadas, para que piensen en ellas esta noche. La primera es de Sir Francis Bacon y dice: “La envidia es el gusano roedor del mérito y de la gloria”. La segunda es una cita de José Luis Borges, que afirmó: “El tema de la envidia es muy español. Los españoles siempre están pensando en la envidia. Para decir que algo es bueno dicen: Es envidiable”. Podrán observar cómo las opiniones que les ha razonado un servidor se sintetizan milimétricamente en estas dos citas. Tras leerlas, ahora piensen qué le queda a un país en el que el mérito y la gloria están roídos desde la base, y qué tenemos y qué nos espera en el futuro si a ése país le ponemos por nombre España. Les he dicho en más de una ocasión que, para progresar como sociedad, la autocrítica es fundamental, y que siempre hay que intentar solucionar los problemas empezando por uno mismo. Yo he aportado modestamente mi granito de arena con este post, pero también con mis propios esfuerzos diarios. El resto es cosa suya. Del esfuerzo de todos depende que consigamos mejorar como sociedad.

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El hartazgo de Twitter o El progreso hacia la sociedad lúdica

El ser humano a veces me fascina por su capacidad de permanente huida hacia delante. No acabo de entender bien ese enfoque que a veces da a su vida de tener la ilusoria sensación de estar avanzando cuando en realidad está dando vueltas en círculo. En esta ocasión me centraré en cómo las personas suelen tratar de huir de la rutina diaria, y tratan de avanzar hacia la dedicación del tiempo propio a las actividades que les interesan y/o divierten. ¿Una aspiración a llegar a la sociedad lúdica?.

Puede que sí, que ciertas naturalezas humanas aspiren a dicha sociedad lúdica, entendida como una sociedad donde cada cual se pueda dedicar a los que le interese y/o divierta. Cada caso será más o menos productivo dependiendo de cuáles sean los intereses y divertimentos personales… y obviamente habrá casos que no sean productivos en absoluto. Nada nuevo con respecto al uso que hacemos ya actualmente de nuestro tiempo libre.

Estarán muchos de ustedes pensando en lo utópico y lo insostenible de lo que les estoy presentando. Razón no les falta, pero es que tal vez no me esté explicando bien. No me estoy tratando de centrar en una aspiración a dedicarse a la vida alegre. En absoluto, eso es insostenible. Lo que trato de hacerles ver es que el advenimiento de internet primero, y de las redes sociales más adelante, están sirviendo de vehículo para que los intereses personales sean más accesibles a los interesados, entendiendo por intereses personales efectivamente a intereses interesantes (valga la redundancia), tanto para el individuo como para la sociedad. A aquellos que estuviesen esperando a que les hablase cómo vivir de la vida contemplativa, siento decepcionarles, deberán centrar sus aspiraciones en formar parte del famoseo que infesta nuestras pantallas televisivas. Tal vez cuando seamos seres virtuales la sociedad lúdica en este sentido sea sostenible económicamente. Al fin y al cabo es mucho más fácil mantener un humano vivo con unos Gigabytes de espacio, unos Megaherzios de capacidad de computación y algo de nutrientes básicos, que mantener todo un mundo físico lleno de necesidades y productos reales que querrá adquirir por mucho que quiera dedicarse a mirar las musarañas.

Pero por otro lado, hay actividades interesantes para la sociedad y el individuo que, aunque no permiten vivir de ello a la persona que las realiza, sí que aportan, y que por su aspecto de afición se pueden caracterizar también en cierta forma de un avance hacia la sociedad lúdica. Véanlo de otra forma. Nuestros abuelos trabajaban en el campo de sol a sol, y el poco tiempo que tenían disponible lo utilizaban para descansar de su extenuación. Hoy en día nuestros trabajos no son tan exigentes físicamente, y dejan un margen diario para dedicarse a aficiones que, gracias a internet y las redes sociales, nos permiten que ese mismo tiempo sea infinitamente más productivo. Se lo dice un servidor que, a pesar del poco tiempo del que dispongo, puedo mantener vivos mis intereses y aficiones personales gracias principalmente a Twitter, a Pinterest y a este blog. No me malinterpreten, no estoy tratando de hacer apología del mundo virtual. El mundo físico sigue ahí con sus ventajas derivadas de sus vivencias e impresiones reales, pero lo que nos ocupa en este post es la contribución del mundo virtual a nuestros intereses y aficiones, que son, por otro lado, también parte de nuestro mundo real.

Pero sigamos ahondando en el título de esta entrada. Ya hemos hablado del progreso hacia la sociedad lúdica, salvando el diverso concepto de lúdico para unos y otros. Analicemos ahora la huida hacia delante de la rutina diaria. Toda novedad y avance que trasgrede nuestra forma actual de hacer las cosas, tiene una primera fase de aceptación en la cual el usuario acepta incomodidades del nuevo servicio debido a una novedad que le fascina. En los noventa todos asumíamos que se cortasen las llamadas del móvil con mucha más naturalidad que con la que hoy reaccionamos cuando nos quedamos sin cobertura de datos. El hábito y la dependencia nos vuelven exigentes. Y lo mismo ocurre con todas las rutinas diarias a las que nos obliga el satisfacer nuestros intereses. Al principio todo el mundo en Twitter toleraba leer menciones entre usuarios que tenían casi carácter de conversación privada, ahora la gente quiere llegar a los tuits que le interesan lo más rápido posible y sin perder tiempo en tuits irrelevantes. Y esto lo hace porque quiere disponer de tiempo libre que dedicar a otras y nuevas aficiones. Aficiones en las que de nuevo al principio tolerará cierta pérdida de tiempo a cambio de disfrutar de algo nuevo, pero que con las que con el tiempo también se volverá exigente, para, a su vez, volver a tener más tiempo para otros nuevos intereses.

Vemos pues como el tiempo dedicado a un interés o afición personal en internet acaba alcanzando un periodo de madurez en el que el servicio o bien se reinventa y evoluciona con las exigencias del usuario, o acaba siendo abandonado. Asúmanlo, hoy en día uno de los recursos más escasos en el mundo es el tiempo de los usuarios. Hay tantas aplicaciones interesantes, tantos servicios a los que merece la pena dedicar tiempo, tantos blogs que leer… que todo ello ha de competir por un tiempo del usuario cada vez más solicitado. Llegará un tiempo en el que, si los usuarios disponen de más tiempo libre, podrán dedicarse a más actividades de una economía articulada en torno a internet, lo cual se traducirá en un crecimiento del sector con todas las implicaciones que ello supone en facturación, empleos generados, etc. Y hasta aquí es donde quería llegar con ustedes. Piénsenlo bien, el recurso escaso es el tiempo del usuario, dedicado a lo que el usuario considera interesante o simplemente divertido, y que además cuanto más tiempo de usuario se permite, más negocio se hace. Esto es lo que planteábamos al principio del blog, ¿No es algo muy próximo la definición que hemos hecho de sociedad lúdica?. Tal vez estemos acercándonos a ella sin darnos cuenta, y no estemos dando tantas vueltas en círculo como decíamos al principio. Cosas de un progreso exponencial que no nos da apenas tiempo ni para pensar. La pregunta sobre si ésta es una tendencia sostenible a largo plazo, o si tan sólo se trata una utopía, dejo ya que se la contesten ustedes mismos.

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El escarnio público del emprendedor en España o La destructiva política del Lose-Lose

Hoy les traigo un post breve sobre un tema de psicología colectiva con evidentes implicaciones socioeconómicas. Toda mi reflexión al respecto empezó a raíz del coste de renovación de servicio que la famosa aplicación de mensajería Whatsapp está pidiendo  a sus usuarios. Para los que no aún les ha llegado todavía el turno, les aclararé que el coste anual está en torno a los 80 céntimos. Apenas el coste de 6 mensajes de los antiguos SMSs, con el añadido de funcionalidades adicionales como enviar fotos, clips de sonido, ubicaciones… y todo con una base de usuarios, al menos en Europa, envidiable. El negocio está claro. Es un ejemplo por antonomasia del clásico Win-Win que se enseña en las escuelas de negocio. Visto así, se puede dar por descontado que la mayoría de los usuarios de Whatsapp deberían estar dispuestos a aceptar un pago tan reducido por un servicio tan útil. Pero no, no en España.

Puedo entender que haya personas que necesiten economizar en todos los aspectos de su vida tecnológica, puedo entender que haya personas que se conformen con versiones Lite y que renuncien a funcionalidades adicionales, puedo entender que haya personas que tengan como filosofía el software libre y su programación desinteresada y colectiva, puedo entender que no se quiera pagar ningún coste habiendo servicios similares que son gratuitos, etc. Puedo entender muchas cosas, y compartir tan sólo algunas. Pero no puedo entender lo que un conocido me comentó al respecto. Siendo una persona de economía holgada, me sorprendió que no estuviese dispuesto a renovar el servicio de Whatsapp, pero aún más me sorprendió su respuesta. Simplemente me contestó que había calculado que 80 céntimos multiplicado por 100 Millones de descargas en Google Play era mucho dinero, y que no quería dárselo a ganar a la empresa.

¿Les sorprende también esta respuesta?. Analicémosla con algo más de detalle, porque, como decía mi abuela, cuando algo no se entiende es que hay algo que no se sabe. Para empezar, hay que tener en cuenta que una aplicación como Whatsapp conlleva un esfuerzo de programación, una idea-concepto feliz que alguien tuvo en su día, un mantenimiento del servicio, etc. una serie de cosas que evidentemente conllevan una inversión de esfuerzo personal y económico que de una manera u otra es justo que se recompense. Pero no, no importa nada de esto, ni tan siquiera que se trate de un Win-Win como comentábamos antes. Lo único que importa es que no se quiere participar en hacer rico a un emprendedor, ni aunque se reconozca que sería merecidamente.

¿Y cuál puede ser la causa última de este comportamiento, máxime cuando se trata de personas con una buena situación financiera?. Dicho como se me dijo, la única razón que encuentro es el deporte nacional por antonomasia, y no, no me estoy refiriendo al fútbol. ¿Qué creen ustedes que puede hacer que una persona renuncie a un buen servicio con tal de que otro no gane cantidades, por otro lado, nada desdeñables?, ¿Qué puede llevar a una persona a ocurrírsele ponerse a calcular importes que a muchos otros ni se les ha ocurrido multiplicar?, ¿Qué puede hacer que alguien se enroque en el “yo perderé, pero tú vas a perder más”?… No sé ustedes, pero a las respuestas de estas preguntas sólo les encuentro lógica si las analizo bajo el prisma de la envidia. Es uno de los sentimientos más ancestrales de la humanidad, que en el caso concreto de España, en vez de reconducirse constructivamente, se torna en un sentimiento destructivo mediante el cual se prefiere incluso perder antes de que alguien gane algo, convirtiendo el citado y frustrado Win-Win es una destructiva actitud que podríamos denominar como Lose-Lose.

¿Les suena la cantinela?. A buen seguro que este tipo de actitudes las han sufrido ustedes también alguna vez en sus propias carnes, porque la envidia se manifiesta de muchas formas, y a veces incluso contra personas que no tienen una economía precisamente boyante. Hay personas que son capaces de envidiarles hasta por la forma que tienen ustedes de dar un paso, y que ni aunque les viesen debajo de un puente, serían felices. ¿Saben qué es de verdad lo que estas personas envidian de los demás?. No, no es el dinero. Lo que en realidad envidian es la felicidad que algunos irradian, que ellos confunden la felicidad que ellos alcanzarían si viesen satisfecha el ansia propia por acumular innumerables ceros en el saldo de su cuenta bancaria. Pero en realidad, cuando ven a alguien de capacidad económica limitada, pero feliz con su vida, no pueden soportarlo.

Y este tipo de actitudes, si bien son sentimientos inherentes a muchos seres humanos, como les decía, adquieren un matiz más generalizado y dramático en España, al menos más que en otros países de nuestro entorno. Personalmente creo que esta perversión de los sentimientos humanos tiene su origen en la cultura del éxito tan arraigada en la sociedad española, como comentábamos en el post «El ansiado y fatuo éxito profesional en España o Cómo la mayoría intenta ocultar sus errores», y que en muchos casos, cuando se llega a cierta edad sin ver las ansias personales cumplidas, en vez de ser reconducidas hacia actitudes positivas, en los casos de los grandes competidores de mal perder, el asunto degenera en una envidia que no permite vivir tranquilo al que la padece, ni aunque tenga motivos más que sobrados para sentirse afortunado.

No se rebelen contra lo que les estoy contando. Es algo que es así y que costará muchos años cambiar. Pero es evidentemente un punto débil en la psicología de esas personas, ya que sacan de sí mismos un aspecto clave de su felicidad personal y lo ponen a depender de factores externos y ajenos cuyo control se les escapa. Es algo que a nivel colectivo hay que intentar cambiar porque, en primer lugar, es motivo de infelicidad para quien lo padece, y en segundo lugar, obstaculiza el progreso y el emprendimiento de un tejido empresarial que lo último que necesita es que no se recompense a los pocos que son capaces de lanzarse a llevar a cabo una buena idea. Mientras tanto, lo único que pueden hacer ustedes es velar simplemente por su propia vida y la de sus más allegados, tratar de ser moderadamente felices y, sobre todo, que no se les note demasiado.

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La lacra de la ciencia y el I+D en España o La malograda carrera técnica

¿No se han preguntado por qué la ciencia y el I+D en España es, salvo honrosas excepciones, poco más que unas subvenciones estatales y unas becas que dejan muchísimo que desear?. ¿No han tenido la posibilidad en su vida profesional de dar el salto a puestos de gestión y dejar la técnica, y lo han aceptado para mejorar sus condiciones económicas y la proyección en su empresa?. Si llevan ustedes ya unos años en la arena laboral, a poco que les interese la innovación y/o si han estudiado una carrera técnica, posiblemente su respuesta a ambas preguntas sea un rotundo sí.

Es cierto, admitámoslo, salvo unos pocos puestos relevantes a nivel nacional y el sector universitario (que sobrevive también en parte por la docencia), los técnicos y los científicos que se mantienen como tales durante toda su carrera se puede decir que lo hacen por amor al arte, porque lo que es por estar retribuidos dignamente y por hacer carrera, la verdad, no es motivo.

Expongamos claramente la situación actual. Hay dos patas del I+D: los científicos y los técnicos. Generalmente los científicos de carrera tienen unas condiciones laborales precarias, mayormente con becas de asignaciones ínfimas o puestos interinos que en el mejor de los casos se van renovando cada cierto tiempo, con poca continuidad o estabilidad económico-laboral. Como les decía, tan sólo algunos puestos contados a nivel nacional tienen buenas condiciones, y en la universidad tal vez hay un panorama algo mejor, pero es cierto que también es debido principalmente a que casi siempre combinan la investigación con labores docentes. En el caso de los técnicos el panorama no es mucho más halagüeño. Son los técnicos los que en las empresas y en las instituciones tienen capacidad para optimizar procesos, dar con nuevas e innovadoras soluciones o desarrollar nuevo hardware, software o productos industriales. ¿Qué me dicen ustedes si les comento que habitualmente los técnicos, que en realidad son los que producen algo tangible, casi son los peor retribuidos en puestos de oficina en las empresas?. ¿Qué me dicen si les indico que normalmente, a un buen técnico que ha demostrado tener cualidades personales y profesionales, se le ofrece pasar a puestos de gestión como plan de carrera?. Pues créanme cuando les digo que lo que les expongo es la triste norma general.

Pasemos a analizar las consecuencias de este desolador panorama nacional. La consecuencia más inmediata es obvia, los mejores investigadores y técnicos van pasando a puestos de gestión, para los que tal vez estén peor dotados, y dejando una ciencia y una técnica en la que tienen mucho que decir: doble pérdida. Además, las generalmente muy mejorables condiciones de los que se quedan, con el paso del tiempo, les hace ir cayendo en la desmotivación, lo cual suele influir en su estado de ánimo y por ello también en su preciada creatividad y capacidad de innovación. Al ser esto así, una consecuencia de segundo orden es que en España se inventa, investiga e innova mucho menos de lo que se podría potencialmente, y lo que se hace es mayormente gracias a esos estupendos profesionales que tenemos que a veces se mantienen fieles a su pasión científico-técnica más por amor al arte que por otra cosa. La verdad, en estas condiciones me sorprende que aún consigamos lo que vamos consiguiendo a nivel nacional, y es sin duda gracias a la calidad personal y profesional de los científicos y técnicos que nos quedan. Y si empezamos con las comparaciones, y nos miramos en el espejo de otros países más avanzados en estos campos como USA, Alemania o Japón, vemos cómo nos sacan los colores por número de patentes, por nuevos productos, por nuevas tecnologías, por innovaciones, por artículos de investigación, etc. Lo más triste de todo es que, en las jerarquías de base, materia prima, formación, pasión y voluntad hay mucha y buena, si no ya les digo que estaríamos aún peor de lo que estamos.

Pero, para poder buscar una solución a tan importante problema, preguntémonos el porqué esto es así. La situación llama aún más la atención cuando curiosamente todo el mundo en la sociedad, en las instituciones y en las empresas están de acuerdo en que el I+D es esencial y así lo reconocen públicamente, pero luego la realidad que muchos dirigentes y directivos practican en la trastienda dista mucho de lo que predican, y el I+D se ve más como un gasto de resultados inciertos que como una inversión de futuro. Yo diría que es un problema de mentalidad y casi cultural. Me atrevería a decir que incluso es un problema de emprendimiento.  Y por qué no decirlo, también de financiación. En mecas de la innovación como Silicon Valley es mucho más sencillo encontrar individuos o instituciones con recursos económicos y dispuestos a invertir en proyectos novedosos, nuevas tecnologías o start-ups.

Pero seamos constructivos, propongamos cómo solucionar esta lacra. Como les decía antes, deberíamos mirar a otros países que lo estén haciendo mejor que nosotros. En USA, Alemania y Japón el I+D no es como aquí, en estos países se puede perfectamente hacer una carrera profesional de por ejemplo programador informático, y si se es bueno, llegar a tener un salario y una reputación considerable. La realidad indiscutible es que estos tres casos son mecas del I+D y la ingeniería a nivel global, lógicamente, y como consecuencia, con economías líderes. ¿La gran diferencia de estos países con España?. Como parte de la voluntad política y directiva que les comentaba antes, es verdad que en general en España hay pavor a arriesgar, a fracasar, en parte probablemente por la poca tolerancia al fallo y al fracaso que hay en nuestra sociedad, tal y como tratábamos en el post «El ansiado y fatuo éxito profesional en España o Cómo la mayoría intenta ocultar sus errores«.

Tal y como les decía entonces, tenemos que cambiar de una vez por todas la tan nociva cultura nacional del éxito por la de la tolerancia al fallo, ya no sólo por las consecuencias socioeconómicas, el bienestar personal, y ambiente profesional que les expuse en su momento en el post del link anterior, sino también porque el I+D también depende de ello, es el sector más estratégico y de futuro que hay en una economía, y con la mentalidad actual les puedo garantizar que no vamos a ningún sitio. Hay que plantearse de una vez por todas por qué en España vender humo, gestionar personas o gestionar proyectos está mucho mejor retribuido que desarrollar una buena idea, investigación o producto; es algo muy indicativo de que algo va mal en nuestra sociedad: el éxito, el cortoplacismo o la autoridad sobre otras personas o sobre recursos económicos se valoran mucho más que el aprender de los propios errores, los beneficios a largo plazo, la creatividad o la iniciativa. ¿Que cómo se hacen estos cambios tan necesarios?. Es un proceso difícil y lento a nivel colectivo, pero en estas situaciones hay que ir de abajo a arriba, y el principio del cambio empieza por nosotros mismos, porque si tenemos que esperar a que cambie por sí sólo lo que tenemos por encima, a la vista están los resultados a lo largo de estas últimas décadas. Por ello les pido que traten de estar al día en estos temas, y que cuando vean un producto novedoso, que les solucione un problema, que les facilite la vida, etc. no lo duden, promuevan el I+D y cómprenlo, cuéntenlo a sus amistades, retuitéenlo en Twitter, postéenlo en Facebook, y con más motivo si se trata de un producto “Made in Spain”, que buena falta le hace a nuestra economía. Con ello no me gustaría que se quedasen con la impresión de que les echo la culpa a ustedes de la situación actual, eso sería muy injusto por mi parte, tan sólo les pido que participen en la solución en la medida de sus posibilidades: entre todos podemos conseguirlo.

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