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El recurso fácil de la trasgresión o cómo maximizar el impacto en el trabajo y en el arte
El origen de mis reflexiones en esta ocasión se remonta a un estupendo y revelador artículo publicado en El País por Javier Gomá Lanzón (director de la Fundación J. March), “El dedo y la Luna”, en el que se aborda el sinsentido que es la trasgresión en el arte de nuestro país hoy en día. Les recomiendo la lectura del texto anterior, que considero muy interesante. En él, el autor argumenta que la trasgresión es algo que ha perdido hoy en día el sentido original de la misma.
La trasgresión viene por la necesidad de los artistas de romper con lo impuesto desde otras instancias, tanto a nivel personal como de la globalidad de la sociedad, y es en esa trasgresión, que trasciende lo meramente artístico, donde está el mérito profesional y personal del artista, que arriesga no sólo su proyección artística, sino también todas las demás facetas de su vida como ciudadano, ya que la trasgresión supone nadar a contracorriente en sistemas que probablemente no vean las obras trasgresoras con buenos ojos. Trasgresión eran obras como “El gran masturbador” de Dalí, o las pinturas negras de Goya. Obras que rompen cánones tanto en lo social como en lo personal. Pero en una sociedad libre, donde (mayormente) cada cual hace y piensa lo que quiere, no hay trasgresión posible, puesto que generalmente no hay cánones impuestos ni represión contra la que expresarse.
Empecemos por el mundo del arte, que ha sido de donde han surgido todos estos pensamientos. Como decíamos antes, hoy en día podemos considerar la trasgresión como un recurso fácil para atraer la atención del público. Ya no hay cánones ni represiones a trasgredir, pero se sigue utilizando una trasgresión de baja concepción y alto impacto, que en ocasiones pretende provocar más que otra cosa. Se han sobrepasado los límites de la trasgresión propiamente dicha para entrar en el terreno de lo simplemente llamativo, y a veces incluso escandaloso. Pero aún hay más, y es que hoy en día, para conseguir la misma intensidad de conmoción en el espectador, es mucho más difícil hacerlo con una obra no-trasgresora que con una obra trasgresora. Provocar sentimientos y sensaciones en el público con obras no-trasgresoras, es mucho más meritorio que con la trasgresión. Estos puntos expuestos desde una perspectiva artística son igualmente aplicables otros aspectos de nuestras sociedades, puesto que sentir y pensar son dos capacidades íntimamente interrelacionadas en la mente humana.
Pero pasemos entonces a enfoques distintos al plano del arte. Por ejemplo, entremos en economía y socioeconomía. La trasgresión también existe en éste ámbito, y su efecto amplificado ha reportado renombre a conocidos economistas y analistas. Tomemos como ejemplo a Nouriel Roubini. El señor Roubini saltó a la fama cuando sus catastróficas predicciones sobre la existencia de una importante burbuja inmobiliaria en USA se probaron ciertas. En el momento en el que él hizo sus predicciones, el común de los mortales vivía en una ilusión de riqueza por la cual los precios de los pisos siempre subían, de ahí la trasgresión de Nouriel Roubini. Como apostó contra lo establecido y salió victorioso, el impacto y la conmoción provocados por sus predicciones fueron mayúsculos, y pasó a la primera línea del orden económico mundial.
Otro enfoque distinto pero no menos interesante puede ser el del ámbito laboral y, más concretamente, por ejemplo de la Gestión de Proyectos en la que yo desarrollo mi actividad actualmente. Es una actividad que requiere ciertas dosis de creatividad, y donde buscar soluciones a problemas, previstos o imprevistos, es la tónica habitual. Es por ello por lo que normalmente, cuanto más trasgresora es una buena idea o solución, más se valora al profesional, lo cual deriva en la necesidad que sienten muchos por destacar trasgresoramente en este mundo rebosante de competitividad desaforada. Desde aquí reclamo el papel de los gestores que también dedican esfuerzos a dar con soluciones no-trasgresoras, tan buenas o más que las otras que tanto llaman la atención, porque más importante que sorprender a todo el equipo de proyecto y quedar como una mente lúcida, es encontrar una solución que sea la idónea para el problema al que nos enfrentamos, aunque ésta sea discreta.
Pero no está de más preguntarse por qué esto es así. La verdad es que es algo que tiene que ver con el funcionamiento de la psique humana y de los procesos de retención de la memoria. Es cierto que los humanos tendemos a fijar mucho mejor en nuestra memoria aquellos acontecimientos o eventos que nos sorprenden, trasgrediendo nuestro conocimiento y forma de pensar habitual. Es parte de la evolución y de la capacidad de aprendizaje que la naturaleza ha programado en nuestros genes para adaptarnos a un entorno siempre cambiante. Si además estos eventos sorpresivos se prueban ciertos, nuestra mente añade una variable de credibilidad al autor de los mismos. La conjunción de ambas cosas hace que nuestro concepto de la reputación de esta persona se recuerde de forma más persistente que la de generadores de eventos no-trasgresores. También es cierto que habitualmente la capacidad de alterar nuestras ideas o forma de pensar se reconoce como un poder sobre nuestra persona, lo cual deriva en la mayoría casos en que los individuos sienten que se debe un respeto a la persona que tiene ese poder sobre nosotros.
Y se preguntarán ustedes qué hago yo preocupándome por temas de arte tan conceptuales como el que ha originado este post. Pues bien, se lo explicaré. La pasión por la fotografía ha sido una constante en mi vida desde que tengo uso de razón, aunque bien es cierto que últimamente no estoy “abierto al público”. Ello no implica que no siga sintiendo lo que siento cuando veo imágenes con mis propios ojos. Aunque ya no exponga, sigo inevitablemente disparando. Y una obsesión que siempre he tenido respecto a la fotografía es mostrar la belleza que hay en imágenes cotidianas que nos pasan desapercibidas. Es algo que creo que encaja dentro de la definición de fotografía no-trasgresora. Si tienen curiosidad pueden ver mis tableros en Pinterest (DerBlaueMond), aunque no son representativos de mi obra, tan sólo son fotografías tomadas cuasi-aleatoriamente con el móvil, y a veces están post-procesadas con algún programa de edición. Y lo mismo hago en el día a día de la gestión de proyectos, constantemente llevo a cabo tareas e ideo soluciones que a menudo pasan desapercibidas, pero que creo son esenciales para la consecución de los objetivos de los proyectos.
Les confesaré que obviamente tengo alguna foto trasgresora, y que si en un proyecto tengo una buena idea trasgresora también la propongo. Pero también es cierto que guardo esas fotos celosamente para mí archivo personal, y que esas ideas las expongo de la forma más comedida posible. No busco el impacto fácil, no estoy en continuo sprint final por llegar a ninguna cima. Valoro la belleza del mundo que me rodea y el óptimo desarrollo de las tareas y sus resultados sea cual fuere su naturaleza, pero especialmente si se trata de soluciones sencillas, u obras cotidianas, que tenemos discretamente al lado todo el día sin que apenas nos demos cuenta, aunque su impacto emocional sea menor. Pero véanlo de otra forma más constructiva, piensen ustedes que pueden obtener el mismo impacto con una solución no-trasgresora, sólo que les costará el doble de esfuerzo. Un reto a batir, sin duda.
Así que ya saben, si, al contrario que yo, son ustedes de los que buscan un alto impacto, rápido y ávido de éxito, búsquenle la vuelta a su razonamiento, su idea o su obra de arte, plantéenla de forma trasgresora, y verán cómo es más fácil provocar una reacción en los demás. Eso sí, tengan en cuenta que algunos valoramos justamente lo contrario.
Como colofón final recuerden una cosa, igual que en economía rentabilidades pasadas no aseguran rentabilidades futuras, en cualquier ámbito, por muy trasgresora que haya resultado una persona cuyas afirmaciones se han probado ciertas, el hecho de que en el presente se hayan cumplido sus teorías pasadas no implica necesariamente que lo que dice a día de hoy vaya a volver a cumplirse en el futuro. Por ello el mejor consejo que les puedo dar es que no se fijen en el carácter trasgresor o no-trasgresor de teorías que se han probado ciertas, no se fijen en que alguien anticipó en su día algo que hoy es obvio, fíjense preferiblemente en su forma de razonar, y en cómo llegó a esas conclusiones, porque el poder del razonamiento sí que es una herramienta mucho más reutilizable, que aunque tampoco asegura que nadie pueda adivinar el futuro con total seguridad, sí que otorga más probabilidades de volver a acertar. Volviendo al mundo del arte y al final del genial artículo de Javier Gomá, cuando alguien les señale la Luna, no se fijen en el dedo, miren la Luna, y si pueden, contemplen también las discretas estrellas que hay detrás.
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Ilustración por José Domingo: @el_domingobot