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Los extremistas y Trolles infiltrados o La tolerancia ante lo más cercano
Una de las cosas que más gratificante me resulta al revisar los seguidores de este blog es que me leen de ambos lados del espectro político español, incluidos los que son denominados como extremistas. Mi blog no pretende tener ninguna adscripción política particular; como ustedes saben, aquí se trata de razonar para llegar a una conclusión, no de partir de la premisa del credo de turno, y razonar para justificarla a toda costa.
Es por ello por lo que me alegra tanto verles ahí, en su propia diversidad, acudiendo a nuestra cita quincenal. Es la demostración de que, cuando se trata de argumentar y tener voluntad de poner un poco de sentido común en la medida de las posibilidades de un servidor, ustedes lo aprecian, lo saben valorar, y además comparten sus propias y enriquecedoras reflexiones conmigo. Como saben, las ideas que les expongo son siempre razonadas, y con la humilde intención de resultar razonables. Siempre he pensado que, en la sociedad actual, no es que la gente no piense, sino que a la gente no le queda ni el tiempo ni las ganas de pararse a pensar. Es ése uno de los motivos fundacionales de este blog: regalarme a mí mismo unos minutos quincenalmente para poder reflexionar sobre los temas que más me interesan, y de paso compartirlo con todos ustedes.
No les voy a negar que, como toda persona que está en internet, también algún Troll de esos que usan Internet para hostigar me ha dedicado con delicadeza esmerados halagos, y dichos Trolles han resultado también ser dispares en su procedencia ideológica, habiéndolos tanto de izquierdas como de derechas (y alguno de algún auto-atribuido centrismo que resulta incalificable). Como decía mi abuelo: hay de todo en todos lados.
Pero al igual que el color de estos Trolles, como les decía, también el color de mis seguidores más fieles se extiende a lo largo y ancho de todo el panorama ideológico que nos rodea. Me quedo con este hecho, y comparto con ustedes una pregunta: actuando los Trolles como actúan, tan abiertamente y de forma pública, ¿Por qué las críticas más duras sólo proceden del espectro político contrario? Aquí hay más enjundia de la que parece…
¿Qué piensan ustedes? ¿Esto se debe a que en el fondo todos llevamos un pequeño extremista dentro que nos hace ser comprensivos con el que muestra abiertamente lo que muchos no se atreven a decir? Bueno, puede ser que esto sea cierto en algunos casos. Hay gente a la que el paso de los años, o tal vez de las legislaturas, va dando una capa de barniz bajo la cual, si nos fijamos bien, hay una primera capa con trazas extremistas. Pero yo no creo que éste sea el caso de la mayoría de nosotros.
Pasando de puntillas por la psicología evolutiva, estaremos de acuerdo en que es un sentimiento natural en los animales el sentirse protegido por el agresivo que ataca a tu contrincante y que a ti ni te roza. También es natural, y más humano, sentirse amenazado ante las muestras públicas del extremismo del polo opuesto en política. Aún tenemos recientes, y nos lo han contado nuestros abuelos, cómo en la Guerra Civil española, cada vez que entraba el bando opuesto en un pueblo o ciudad, la limpia de los contrarios era algo generalizado. Tenemos pues una mezcla de sentirse protegido por el extremo más cercano a nuestra ideología, combinado con el sentirse amenazado por el extremo opuesto. Vamos, un cóctel de primitivos sentimientos que no puede resultar en otra consecuencia más que en una mayoría que prefiere “tolerar” la existencia de “su” extremo por lo que pueda venir. Una versión democrática del clásico “Si ha de ganar un extremo, que sea el mío”. No olviden que el miedo es el motivo por el cual los seres humanos son capaces de realizar sus peores acciones. Y si no que se lo pregunten a los totalitarismos, que casi siempre explotan este cortocircuito mental y psicológico para que la mayoría calle mientras eliminan a la minoría que les conviene.
Pero nuestra reflexión no puede quedarse aquí. Aún tengo algo más que compartir con ustedes. No les he nombrado antes por casualidad mi experiencia con Trolls de ambos extremos. Cuando un extremista se da cuenta de que tiene enfrente a alguien que sigue un hilo de raciocinio que involuntariamente pone en duda la base de su extremismo, pero que sin embargo lo hace con razonamientos que no se pueden descalificar automáticamente atribuyéndolos al extremo contrario, el extremista ya no tiene más salida que el insulto gratuito y acaba actuando como un auténtico Troll. Los Trolles representan el triunfo de lo pasionalmente irracional, y a veces hasta absurdo, frente a lo cuidadosamente razonado.
Me despediré hoy insistiéndoles en mi profunda satisfacción de verme leído por rojos y azules, pero no puedo negar que, en el fondo, también me refuerza el verme trolleado por algunos extremistas (que no todos) de ambos polos opuestos. Alguno de ustedes estará pensando en aquella frase del poema Labrador de Goethe: “Pero sus estridentes ladridos, sólo son señal de que cabalgamos”.
Por qué la imaginación contribuye a lanzarnos al éxito o El que vive pasionalmente vive dos veces
Es un hecho que las personas que proyectan con su imaginación los éxitos futuros consiguen afrontar la vida desde otra perspectiva y, lo que es también importante, proyectan una imagen de sí mismos en su entorno que ya de por sí contribuye notablemente a sus posibilidades de éxito.
Ha habido en mi vida dos situaciones recientes que me han llevado a plantearme las cuestiones sobre las que reflexiono con ustedes en este post. La primera ha sido mi reciente participación en los premios Bitácoras. La segunda es haber tenido la ocasión de seguir de cerca la participación de una amiga en un evento de primer nivel. En ninguno de los casos se materializó el éxito, o perdón, debería decir mejor que no se materializó el éxito en su máximo esplendor. Salvando las distancias entre mi modesta participación en los premios Bitácoras, y el mediático torbellino que envolvió a nuestra amiga, el paralelismo de las situaciones, vivencias y pasiones vividas en ambos casos, me han llevado a pensar que tal vez merezca la pena intentar llegar a alguna conclusión interesante.
Para empezar, ¿Qué es lo que hace que un mes antes pudiésemos ser tan felices pudiendo prescindir de conseguir una meta que parecía más una aventura que un objetivo, y que ahora parece de lo más importante en nuestra vida?. ¿Qué es lo que hace que pasemos de la mera indiferencia, o tal vez ligera curiosidad, a tener auténtica ilusión por conseguir el éxito?. La respuesta pasa por cómo conforme pasan los días vamos visualizando el éxito y cómo lo interiorizamos, y en ello estarán de acuerdo en que juega un importante papel la imaginación.
El que algo imposible se vea de repente como algo alcanzable, hace que pasemos de tener una mera fantasía a imaginar una situación que se vuelve posible. Ese cambio cualitativo es muy importante para nuestra psicología, porque cuando se tiene imaginación y mucha ilusión por algo, uno se va visualizando en la situación de éxito, en cómo cambiaría su vida, en qué supondría alcanzar la meta deseada, en la ilusión que nos haría que lo posible se volviese cierto. Esa capacidad de imaginar hace que vayamos interiorizando el futuro posible como futuro probable, y un buen día amanecemos con la curiosidad transformada en ilusión, que posteriormente adquiere un matiz de importancia en nuestra vida.
Estoy de acuerdo en que la imaginación es un arma de doble filo. Es cierto que hay personas pesimistas que simplemente imaginan el futuro pero desde un prisma de negatividad. No es el caso que nos interesa, ni creo que sea el más frecuente. De hecho pienso que la naturaleza humana tiende a ser más bien optimista por naturaleza.
El gran problema de imaginarse e interiorizar el éxito es que luego puede venir el chasco, y si lo posible se percibía como probable dicho chasco es mucho mayor y puede incluso afectarnos personalmente. Es por ello por lo que algunas personas con imaginación y optimistas se protegen queriendo conscientemente “no hacerse ilusiones”. También es cierto que muchas veces disfrazamos nuestra ilusión interior de indiferencia exterior para capear mejor en nuestros círculos sociales el posible fracaso posterior. Es más fácil superar una situación de fracaso ante uno mismo que superarlo ante otros.
Tras estar entre los quince primeros blogs de los premios Bitácoras de mi categoría, este blog ha descendido sensiblemente en las últimas clasificaciones. Ya no hay posibilidades para un blog modesto como éste. Pero afortunadamente la vida me ha enseñado a saber centrarme mayormente en los aspectos positivos más que en los negativos. El haber estado dos semanas entre los quince primeros blogs de los más reputados premios de la blogosfera a nivel global en castellano, es un logro que cuando abrí el blog nunca habría podido imaginar. Obviamente, haber conseguido el premio habría sido un auténtico éxito, pero medio éxito es un éxito completo si no lo comparamos con lo que podría haber sido y no fue. Una de las claves de la felicidad está en ponerse las gafas de color rosa y, aún es más, el poso que este tipo de vivencias va dejando en nuestra personalidad y cómo nos hace evolucionar a mejor es sin duda otro motivo de éxito a tener en cuenta.
Como colofón final simplemente decirles que, como les decía al principio, el que vive imaginando el éxito tiene una actitud positiva y proyecta ante los demás una forma de ser que ya de por sí le permite tener más posibilidades de triunfar en las metas que se proponga. En todo caso, las personas que interiorizan e imaginan los éxitos personales que se marcan, son personas que viven la vida de forma mucho más pasional, pasan sus días multiplicando sus vivencias sean reales o imaginarias, experimentando más emociones, se sienten más vivos… El que vive pasionalmente vive su vida dos veces y, dada nuestra ineludible condición de seres mortales, ¿Acaso sólo esto no es ya suficiente recompensa?.
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