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Por qué los precios estrangulan al consumidor y la demanda o El aspecto social de la economía de escala

La crisis actual ha cambiado en España la faz de la economía y de la sociedad, pero me llama la atención cómo, en la situación actual, aún hay empresas que están llevando a cabo una boyante expansión en un país devastado por la crisis. Hay dos tipos de empresas en esta situación: las que están exportando a toda máquina, y las que han adoptado una política de bajos precios por bandera.

En este post nos vamos a centrar en las segundas: las de los bajos precios. Dejando a un lado el tema de cómo los consiguen y la ética que puede haber en las condiciones laborales de su personal, según analizamos ya en el post «El capitalismo contiene la semilla de su propia autodestrucción«, me gustaría llamarles la atención sobre el hecho de que estas empresas han dado en el clavo con su análisis del mercado nacional. El consumidor hoy en día busca bajos precios, y mayormente más por necesidad que por no valorar la calidad de productos de precio superior. Pero lo de “bajos precios” es un concepto relativo. Estarán de acuerdo que podríamos decir más bien precios justos, porque los niveles alcanzados por algunos sectores en la época de la burbuja eran ciertamente abusivos, sin demasiada correlación con la evolución de la capacidad adquisitiva del ciudadano medio español. Aquí habría que replantearse la utilidad y la composición que se utiliza en el cálculo del IPC español. Pero no nos apartemos del tema, salvo casos de necesidad, la gente no busca muchas veces pagar lo mínimo posible, busca pagar un precio más acorde con lo que puede pagar y con el producto o servicio que está pagando.

Visto lo anterior, creo que ya podemos afirmar con rotundidad que en España no hay un problema de demanda, tan sólo hay un problema de precios. Parte de este problema ha sido originado por multinacionales que, con la globalización y la unión monetaria europea, han hecho tabla rasa y has igualado precios en muchos países, sin tener en cuenta el poder adquisitivo y la demanda local. Lógicamente lo que ha ocurrido era de esperar habiendo libre circulación de mercancías intra-comunitaria, pero no habiendo generalmente ningún tipo de equiparación salarial. La movilidad geográfica de la fuerza laboral y de las empresas, tan temida por el Norte en los albores de la supresión de fronteras en la Unión Europea, no ha resultado ser tan frecuente como para poder equiparar salarios. Lo que en USA es un mercado laboral unificado, en Europa sigue siendo un mercado laboral fraccionado que compra en un mercado con libre circulación de mercancías (aunque he de admitirles mis enormes reservas respecto a este último punto).

Pero la demanda está ahí latente. Existe, aunque está remansada porque el ciudadano medio, o bien no puede, o bien no se atreve a gastar pagando un precio que considera elevado, sin saber si a medio plazo va a perder su puesto de trabajo. Una muestra de ello es cómo, cuando ha habido campañas de entradas de cine a 3€, la población ha respondido con asistencia masiva a las salas. O cómo la gente toma cuantas cervezas se tercien en cervecerías como La Sureña. O la gente que come cuantas tapas le apetecen en los 100 Montaditos. Como les decía, todo ello son ejemplos de que en España, actualmente, no hay un problema de demanda, sino tan sólo de precios… o de salarios, como prefieran ustedes enfocarlo.

Pero pasemos a analizar por qué esto es así. La deriva de la crisis, en la cual la baja demanda ha ido erosionando las cuentas de resultados poco a poco, normalmente ha llevado a ciertos sectores a ir subiendo precios en términos reales (mantenerlos en la mayoría de los casos con un salario medio a la baja equivale a subirlos), para mantener en la medida de lo posible los ingresos o minimizar las pérdidas. Craso error. Ello ha llevado a que irrumpan en bastantes sectores con una fuerza inusitada empresas que han roto ese modelo de círculo vicioso y han cogido al mercado por donde hay que cogerlo, dándole lo que busca: bajos precios. Las empresas y negocios en general deberían haberse dado cuenta antes del contexto y de la que se nos venía encima. En la situación de la economía en los comienzos de la crisis había que aplicar de forma preventiva auténticas estrategias de guerra, y en vez de replegar filas poco a poco retrocediendo con la demanda, atacar sin más dilación ajustando costes y bajando precios.

Con razón ustedes me dirán que es fácil decir esto, pero que es muy difícil llevarlo a cabo y probar de antemano su efectividad. El mejor ejemplo de la efectividad de esta economía de guerra es la fuerte expansión que están realizando el tipo de empresas que les nombraba antes. Su modelo triunfa incluso en época de crisis, porque han sabido escuchar al mercado. ¿Cómo pueden ganar dinero con precios a la baja?. Pues ajustando costes (obviamente su calidad no es la misma que la de otros negocios) y porque aplican los principios de una economía de escala: ganan dinero con el volumen.

Me despediré invitándoles a una reflexión sobre este último punto. Hay ciertos países en los que salir a cenar a un restaurante tradicional es tan caro que incluso los locales sólo pueden permitírselo una vez cada mes o mes y medio. Los márgenes de cada cena son elevados, con ello, aunque la demanda sea baja, el negocio va sobreviviendo. Pero el mismo beneficio final podría ser conseguido con márgenes reducidos y un volumen superior. Si los precios bajasen, la gente saldría a cenar más, con lo que al final los negocios ganarían el mismo dinero. Y mirándolo desde otro punto de vista más allá del beneficio empresarial, socialmente, ¿Qué procura mayor bienestar social?, ¿Poder salir si uno quiere dos o tres veces a cenar al mes con precios bajos, o salir una vez cada mes y medio con precios elevados?. La respuesta creo que no hace falta que se la diga yo, la saben ustedes mismos. Pero en los tiempos heredados de la burbuja, el modus operandi y la deriva a la que ha llevado la crisis han sido distintas… hasta que alguien se ha dado cuenta del error que la mayoría estaba cometiendo. En el mundo tan cambiante de hoy en día, superviviente es el que sabe adaptarse a nuevas condiciones, y las empresas no son ninguna excepción. Así que ya saben, permanentemente sondeen, evalúen, analicen, decidan y adáptense, porque en ello les va su propia supervivencia, y también la de sus hijos.

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