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El hartazgo de Twitter o El progreso hacia la sociedad lúdica

El ser humano a veces me fascina por su capacidad de permanente huida hacia delante. No acabo de entender bien ese enfoque que a veces da a su vida de tener la ilusoria sensación de estar avanzando cuando en realidad está dando vueltas en círculo. En esta ocasión me centraré en cómo las personas suelen tratar de huir de la rutina diaria, y tratan de avanzar hacia la dedicación del tiempo propio a las actividades que les interesan y/o divierten. ¿Una aspiración a llegar a la sociedad lúdica?.

Puede que sí, que ciertas naturalezas humanas aspiren a dicha sociedad lúdica, entendida como una sociedad donde cada cual se pueda dedicar a los que le interese y/o divierta. Cada caso será más o menos productivo dependiendo de cuáles sean los intereses y divertimentos personales… y obviamente habrá casos que no sean productivos en absoluto. Nada nuevo con respecto al uso que hacemos ya actualmente de nuestro tiempo libre.

Estarán muchos de ustedes pensando en lo utópico y lo insostenible de lo que les estoy presentando. Razón no les falta, pero es que tal vez no me esté explicando bien. No me estoy tratando de centrar en una aspiración a dedicarse a la vida alegre. En absoluto, eso es insostenible. Lo que trato de hacerles ver es que el advenimiento de internet primero, y de las redes sociales más adelante, están sirviendo de vehículo para que los intereses personales sean más accesibles a los interesados, entendiendo por intereses personales efectivamente a intereses interesantes (valga la redundancia), tanto para el individuo como para la sociedad. A aquellos que estuviesen esperando a que les hablase cómo vivir de la vida contemplativa, siento decepcionarles, deberán centrar sus aspiraciones en formar parte del famoseo que infesta nuestras pantallas televisivas. Tal vez cuando seamos seres virtuales la sociedad lúdica en este sentido sea sostenible económicamente. Al fin y al cabo es mucho más fácil mantener un humano vivo con unos Gigabytes de espacio, unos Megaherzios de capacidad de computación y algo de nutrientes básicos, que mantener todo un mundo físico lleno de necesidades y productos reales que querrá adquirir por mucho que quiera dedicarse a mirar las musarañas.

Pero por otro lado, hay actividades interesantes para la sociedad y el individuo que, aunque no permiten vivir de ello a la persona que las realiza, sí que aportan, y que por su aspecto de afición se pueden caracterizar también en cierta forma de un avance hacia la sociedad lúdica. Véanlo de otra forma. Nuestros abuelos trabajaban en el campo de sol a sol, y el poco tiempo que tenían disponible lo utilizaban para descansar de su extenuación. Hoy en día nuestros trabajos no son tan exigentes físicamente, y dejan un margen diario para dedicarse a aficiones que, gracias a internet y las redes sociales, nos permiten que ese mismo tiempo sea infinitamente más productivo. Se lo dice un servidor que, a pesar del poco tiempo del que dispongo, puedo mantener vivos mis intereses y aficiones personales gracias principalmente a Twitter, a Pinterest y a este blog. No me malinterpreten, no estoy tratando de hacer apología del mundo virtual. El mundo físico sigue ahí con sus ventajas derivadas de sus vivencias e impresiones reales, pero lo que nos ocupa en este post es la contribución del mundo virtual a nuestros intereses y aficiones, que son, por otro lado, también parte de nuestro mundo real.

Pero sigamos ahondando en el título de esta entrada. Ya hemos hablado del progreso hacia la sociedad lúdica, salvando el diverso concepto de lúdico para unos y otros. Analicemos ahora la huida hacia delante de la rutina diaria. Toda novedad y avance que trasgrede nuestra forma actual de hacer las cosas, tiene una primera fase de aceptación en la cual el usuario acepta incomodidades del nuevo servicio debido a una novedad que le fascina. En los noventa todos asumíamos que se cortasen las llamadas del móvil con mucha más naturalidad que con la que hoy reaccionamos cuando nos quedamos sin cobertura de datos. El hábito y la dependencia nos vuelven exigentes. Y lo mismo ocurre con todas las rutinas diarias a las que nos obliga el satisfacer nuestros intereses. Al principio todo el mundo en Twitter toleraba leer menciones entre usuarios que tenían casi carácter de conversación privada, ahora la gente quiere llegar a los tuits que le interesan lo más rápido posible y sin perder tiempo en tuits irrelevantes. Y esto lo hace porque quiere disponer de tiempo libre que dedicar a otras y nuevas aficiones. Aficiones en las que de nuevo al principio tolerará cierta pérdida de tiempo a cambio de disfrutar de algo nuevo, pero que con las que con el tiempo también se volverá exigente, para, a su vez, volver a tener más tiempo para otros nuevos intereses.

Vemos pues como el tiempo dedicado a un interés o afición personal en internet acaba alcanzando un periodo de madurez en el que el servicio o bien se reinventa y evoluciona con las exigencias del usuario, o acaba siendo abandonado. Asúmanlo, hoy en día uno de los recursos más escasos en el mundo es el tiempo de los usuarios. Hay tantas aplicaciones interesantes, tantos servicios a los que merece la pena dedicar tiempo, tantos blogs que leer… que todo ello ha de competir por un tiempo del usuario cada vez más solicitado. Llegará un tiempo en el que, si los usuarios disponen de más tiempo libre, podrán dedicarse a más actividades de una economía articulada en torno a internet, lo cual se traducirá en un crecimiento del sector con todas las implicaciones que ello supone en facturación, empleos generados, etc. Y hasta aquí es donde quería llegar con ustedes. Piénsenlo bien, el recurso escaso es el tiempo del usuario, dedicado a lo que el usuario considera interesante o simplemente divertido, y que además cuanto más tiempo de usuario se permite, más negocio se hace. Esto es lo que planteábamos al principio del blog, ¿No es algo muy próximo la definición que hemos hecho de sociedad lúdica?. Tal vez estemos acercándonos a ella sin darnos cuenta, y no estemos dando tantas vueltas en círculo como decíamos al principio. Cosas de un progreso exponencial que no nos da apenas tiempo ni para pensar. La pregunta sobre si ésta es una tendencia sostenible a largo plazo, o si tan sólo se trata una utopía, dejo ya que se la contesten ustedes mismos.

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La endogamia ideológica o Redes Sociales a medida

Con el advenimiento de las redes sociales, es posible, de una forma nunca vista antes en la historia de la humanidad, contrastar opiniones y puntos de vista con otras personas a las que nunca habríamos tenido acceso en otros tiempos. Es ésta la internet del intercambio de ideas, de la reflexión, de la crítica y la autocrítica, del enriquecimiento personal y profesional a través de los demás, etc. Pero, aun siendo esto así, hay también una preocupante tendencia por parte de ciertos círculos, mayormente colectivos radicalizados en algún aspecto de su forma de pensar, a fomentar y desarrollar una endogamia ideológica.
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Me explico. Endogamia ideológica. ¿A qué me refiero?. Pues a esa querencia por parte de algunos a cerrarse sólo en círculos con ideas estrictamente similares a las propias. Sí, al igual que las Redes Sociales nos permiten llegar a muchas personas, tanto de renombre como anónimas, con las que intercambiar ideas, las Redes Sociales también nos permiten formar grupos de ideología similar más numerosos y de forma más sencilla de lo que es accesible en la vida real. De esta manera asistimos a la formación de movimientos sociales que adquieren fácil y rápidamente el peso específico suficiente para constituirse en auténticas corrientes ideológicas, e incluso hasta en partidos políticos. Algunas de estas corrientes ideológicas se radicalizan, y pasan a formar una especie de ecosistema aislado por el cual sus miembros son adoctrinados estrictamente en las ideas que promulgan, y que acaban saliendo de su grupo de influencia sólo para reaccionar en las redes sociales de forma violenta en cuanto chocan con otras formas de pensar distintas a las propias. No son los Trolls de los que hablábamos en el post “El Alter Ego en Twitter ó Cuál es nuestra verdadera personalidad”, son algo distinto. A veces también ejercen el acoso 2.0, pero pertenecen a grupos generalmente organizados, están adoctrinados, y hasta planifican acciones conjuntas según su ideología.

Pero, ¿Por qué ocurre esto?. ¿Por qué teniendo una internet abierta al mundo, que nos facilita tanto contrastar puntos de vista con personas diferentes, algunos grupos caen en esta forma de actuar?. La respuesta forma parte de la psicología humana. Suele ser una tendencia natural el tener cierta conciencia de grupo y sentido de pertenencia al mismo. Sentirse integrado en un colectivo nos refuerza personal y profesionalmente a la mayoría, pero el problema viene cuando esa integración se vuelve abductora y nos aísla de otras opciones. El auténtico problema es que algunas personas confunden esa seguridad de estar entre iguales con acabar necesitando encontrar únicamente personas con las que se está de acuerdo. Esto suele ser en una primera instancia agradable, puesto que confirma los puntos de vista propios, con obvios efectos de reafirmación personal, pero hay que reconducir esa tendencia natural y evitar que se convierta en aislamiento. Para ello debemos esforzarnos por fomentar otra tendencia también natural en el ser humano: la dialéctica y el intercambio de ideas. Para algunas personas contrastar opiniones no es tan agradable como estar de acuerdo en casi todo, pero si se supera la posible confrontación inicial, es mucho más enriquecedor, y además nos ayuda a, tal vez no siempre compartir, pero muchas veces sí comprender, las motivaciones y conclusiones ajenas.

Por ello, en las Redes Sociales, es importante que, aunque no siempre se compartan, hagan como hacen algunos con la prensa del brick&mortar (la tradicional): comprar varios periódicos de afinidades diferentes y leerlos todos, para contrastar entre ellos, y para también contrastar las ideas propias con las ajenas. Es un sano ejercicio que a veces desencadena un cambio de opinión, a veces induce un matiz en nuestras ideas, o a veces nos lleva a una reafirmación en lo que pensamos. Todas estas opciones son posibles y encomiables, siempre que se hagan desde el respeto a los que piensan de una manera diferente (si es que ellos también nos respetan a nosotros).

Y pensarán ustedes que este post toca temas similares a los del anterior que publiqué “El rechazo al diálogo o El convencimiento de creerse en posesión de la verdad”. Razón no les falta, pero en esta entrada quiero ir un paso más allá de las actitudes meramente personales que les comenté entonces, por las que ciertas personas piensan que sus ideas valen por defecto más que las de los demás, que ellos están siempre mejor informados, que están siempre en la verdad… En este post se plantea ahora la influencia de las redes sociales como elemento agregativo de personas de este tipo que además sean afines, inicialmente dispersas en el mundo real. Ahora las redes sociales se plantean como elemento vehicular para el establecimiento de la endogamia ideológica entre aquellos en los que el individualismo no es un patrón de comportamiento a añadir a su rechazo al diálogo. Ahora el plano de enfoque pasa por cómo algunas de esas personas que no respetan las opiniones de los demás, acaban encontrando un grupo con el que tienen cierta afinidad inicial, y en el que terminan aislados y adoctrinados, motivo por el cual acaban por no soportar ni tan siquiera debatir con personas de otro parecer, puesto que el mismo debate les parece un agravio tal, que a veces se ponen hasta violentos.

Les puedo decir cómo incluso he visto en Twitter perfiles evidentemente radicalizados detrás de los cuales hay personas que cuando alguien no afín se hace seguidor le mandan un mensaje amenazante del estilo a “He visto que me sigues, pero no creo que sea precisamente porque compartes mis ideas. No me gusta que me espíen”. Estas actitudes son una perversión total de la filosofía y razón de ser de redes sociales como Twitter, nacidas para la libre compartición de información e ideas, para tener la libertad de seguir a quién se le antoje a cada cual, y demuestra cómo este tipo de personas sólo están presentes en las redes sociales para expandir su radicalismo y entrar en contacto con personas afines, o para guerrear literalmente contra los individuos del polo opuesto. Pero no olviden que la intención final más usual de estos radicalismos es lograr el control total del sistema en el que van proliferando y, en ese camino, lo que empieza por una purga de los radicales de signo contrario, que muchos ven sólo como algo ajeno que incumbe únicamente a extremistas de ambos polos, acaba siendo una purga a escala general en la que se persigue hacer de la esfera propia de radicalismo la forma general de pensar del común de los mortales, bien sea por convencimiento, bien sea por temor. No olviden que a estos individuos lo que les caracterizan son sus particulares ideas, pero también que cuando consiguen una masa crítica suficientemente importante, cosa facilitada por las redes sociales, no dudan en pasar a la acción de forma concertada en pos de su ideología, lo que contrasta, y he aquí lo realmente inquietante del tema, con la habitual inacción de la mayoría silenciosa y moderada.

Como conclusión final me gustaría dejar claro que el problema obviamente no son las redes sociales, éstas son sólo una herramienta, y como tales se puede hacer de ellas un buen uso… o un mal uso. El problema son las actitudes que los seres humanos adoptamos en ellas. Por ello, aunque a veces sea desagradable ver cómo por ejemplo se insulta en Twitter a un periodista tan sólo por informar u opinar, es preferible tener la web 2.0 para al menos ser conscientes de que efectivamente hay gente así. Aprender de su existencia es paso necesario para construir colectivamente una sociedad más evolucionada, al menos en general y en lo que a la mayoría se refiere, porque creo que todos somos conscientes de que va a haber siempre ciertos elementos que, en cualquier caso, son al menos necesarios para que el resto de la sociedad recuerde cuál es el camino que no ha de seguir.

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La profecía de George Orwell o El 1984 de las Redes Sociales

Empezaré este post disculpándome por elegir un asunto tan quemado como el de “Gran Hermano” de George Orwell. Sinceramente, el famoso Reality Show de televisión ha hecho que todo lo referido a este tema se relacione con el programa, y que todo aquello que lo cita pase inmediatamente a carecer de la más mínima originalidad. Pero no desisto en reivindicar la extraordinaria capacidad de profetizar del maestro Orwell, ni en comentar cómo nuestro mundo tiende a parecerse a aquel que describe en su famosa novela “1984”, ni en insistir en que más allá de mero título “Gran Hermano” hay toda una filosofía socioeconómica que trasciende de largo la mera observación de los individuos en la que se basa el programa presentado por Mercedes Milá.

Me gustaría no obstante aclarar con ustedes que el hecho de que los ciudadanos se sientan libres de opinar sobre cualquier tema de la vida pública y política de un país, es un signo inequívoco de madurez democrática. Sólo ocurre en aquellos países en los que la tradición democratizadora, y la sensación de seguridad jurídica e ideológica, hacen que los individuos no tengan miedo de expresar sus opiniones libremente y en cualquier foro. Las transiciones de sistemas dictatoriales a democracias consolidadas, son fases convulsas en las que la población hereda el miedo a opinar, no sin motivo, puesto que a menudo siguen presentes en la mente de los ciudadanos las razias de las fuerzas represoras. Ocurrió en la España de la guerra civil y sus consecuencias aún las podemos sentir hoy en día con el eco en nuestras cabezas de los consejos de nuestros abuelos de que no se opina en público sobre política. Es una lección que les costó mucho sufrimiento aprender, pero que el velo de las décadas de democracia borra lenta e inexorablemente.

Personalmente les confesaré que, de todas formas, existe en nuestra sociedad una saturación de la necesidad de opinar. Todo el mundo se siente con juicio y capacidad para opinar sobre cualquier tema, aún a sabiendas de que no se tiene toda la información y/o toda la formación para emitir una opinión correcta. Arreglar el mundo en las reuniones familiares o con los amigos en la tasca es el deporte nacional. Es por evitar este mal común por lo que muchas veces yo me esfuerzo por opinar sólo sobre aquellas cuestiones en las que me he podido detener a reflexionar o sobre las que creo que tengo capacidad y juicio para emitir una opinión digna de consideración. Es difícil que me oigan ustedes opinar sobre temas subjetivos o en los que carezco de información y/o formación. Es esta tendencia a opinar sobre todo lo que se mueve, y que yo trato de evitar, la que contribuye al fenómeno que les comentaba antes, indicativo no obstante, como les decía, de la consolidación democrática.

Pero cambiemos de prisma. Pasemos a plantearnos la forma en que la gente emite hoy en día sus opiniones. Es innegable que la llegada de las Redes Sociales ha encauzado esta necesidad de opinar sobre todo. Todos tenemos nuestros timelines llenos de opiniones personales, algunas fundamentadas y otras no. Twitter y Facebook han hecho que se multipliquen las opciones para que la gente opine sobre todo y lo dé a conocer al mundo. Y he aquí el peligro de ello: el soporte. Sí, el soporte informático hace que, como todos ustedes saben, por un coste reducido en espacio de almacenamiento, todos nuestros “likes” y “tweets” se queden registrados para la posteridad, y lo que hoy en día es la insignificante opinión de un ciudadano cualquiera, puede volverse el día de mañana en la clave para arrestar por cuestiones ideológicas a un individuo. ¿Se imaginan ustedes el poder de un órgano represivo con la información de Facebook o Twitter?. Es el dorado de la información clasificada sobre los ciudadanos de a pie, y somos todos nosotros los que lo hemos construido voluntaria y libremente en una demostración de democratización de nuestra sociedad, pero sentando las bases de un peligro futuro en caso de que sea mal utilizada.

Y ya no es sólo el hecho de que queden registradas las opiniones de toda la población hiperconectada, es que también se registran sus relaciones de afinidad y amistad. Cierto ideólogo decía “Para dominar a una persona debes conocer quiénes son sus amigos y sus enemigos”. De los enemigos por ahora no hay red social que los registre (en el futuro ya veremos), pero los amigos y la afinidad son evidentes en Facebook o Twitter. Lo que a un servicio secreto le costaba semanas o meses averiguar, a base de interrogatorios interminables, ahora lo tiene al alcance de un solo click.

Y es éste el “Gran Hermano” de verdad, y no el de la televisión. Todas nuestras opiniones, todas nuestras relaciones, todo detalladamente inventariado y clasificado, a disposición de cualquiera que quiera acceder a ello. Vamos, que Himmler soñaba con lo que ahora regalamos a cambio tan sólo de poder usar una herramienta de forma gratuita. Por ahora nuestra información personal se segmenta y se vende sólo para hacer marketing, pero ¿Quién sabe lo que nos deparará el futuro?.

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Nota del autor: si le ha gustado este post, he escrito posteriormente una segunda parte que creo que encontrará igualmente interesante: «El Gobierno del Software o Cómo controlar
a las masas con las redes sociales
«

The Bank of Facebook o El riesgo sistémico real de las monedas virtuales

El tema del post que les traigo hoy aún no lo he leído en ningún sitio, pero sin duda será de su interés si saben ver a tiempo sus futuras implicaciones y consecuencias.

¿Qué hay si les digo que hay un riesgo sistémico en ciernes que afecta a la economía y que aún estamos a tiempo de evitar?. ¿Qué hay si les digo que es un riesgo virtual y global que empezará en alguna web ampliamente extendida y que se diseminará como un virus por todos nuestros países?. ¿Piensan ustedes que, si ni siquiera los líderes europeos son capaces de tomar las acciones necesarias a tiempo para evitar una crisis de dimensiones europeas, serán capaces los líderes de todo el mundo de regular de algún modo lo que les voy a exponer para evitar una crisis que se tornará sistémica para la nueva y vieja economía mundial?.

Lo más triste de estas tres preguntas es que, aunque aquí lo expongamos y avisemos con antelación, no se hará nada hasta que no tengamos el problema encima. La dimensión global y virtual del riesgo dificulta enormemente la toma de decisiones al respecto, sobre todo cuando además estarán afectadas las regulaciones nacionales de todos y cada uno de los países del planeta. Además, es por todos conocido que en este mundo de hoy en día, las regulaciones suelen ser paliativas más que preventivas, con lo que lo más probable es que en este tema no se haga nada hasta que sea demasiado tarde y haya ya un clamor popular que exija medidas sobre la cuestión.

Monedas virtuales. Sí, ése es el nuevo riesgo del que les estoy hablando. Hasta ahora apenas hemos visto algún que otro conato de moneda virtual cuya difusión no llegó a ser relevante para el conjunto del sistema económico (léase la moneda que existía en Second Life u otras), pero no duden que algún día veremos cómo la moneda virtual de alguna web con difusión adquirirá un peso relevante en el conjunto de la economía. Y el problema no es ése. El problema es la falta de regulación total al respecto.

Analicemos la situación a futuro:

1.    Tal y como ha ocurrido con algunos de esos conatos de monedas virtuales, la web de turno establecerá algún mecanismo cambiario por el cual dinero real se traduzca en su moneda virtual y viceversa. Ya tenemos el primer problema: el mecanismo de contagio al mundo real.

2.    Ese mecanismo cambiario se establecerá mediante medios de pago habituales para transacciones online, que serán efectivos desde cualquier país con usuarios de la citada web (probablemente social). Ya tenemos el segundo problema: la globalidad del problema.

3.    Dado que todo ello tendrá unas consecuencias sobre la economía desconocidas hasta la fecha, que no inevitables, no habrá ningún tipo de regulación al respecto en ningún país, quedando el común de los mortales totalmente expuesto a una crisis virtual que, según los dos puntos anteriores se tornará real y global. Y he aquí el tercer problema: la falta de regulación internacional.

Seguramente, muchas webs de peso reducido, utilicen las monedas locales para sus intercambios monetarios. El problema será con las grandes. Éstas probablemente sacarán algún tipo de moneda propia para las transacciones monetarias y de bienes entre sus usuarios, y desde el mismo momento en que se trata de una moneda “cotizada” con sus propios mecanismos cambiarios y con una economía de transacciones monetarias detrás, debería estar regulada, además de tener cyber-instituciones que velen por el interés monetario de sus usuarios. ¿Deberíamos ver cómo la Reserva Federal, el BoE, el BoJ, el BCE, etc. consensuan marcos regulatorios que rijan con normas internacionales estas transacciones? ó ¿Deberíamos ver un “Bank of Facebook” (por tomar el ejemplo más inmediato) que estableciese políticas monetarias virtuales para regular las transacciones entre sus usuarios?… Visto lo visto en la Europa del Euro, donde nuestros países, cercanos geográfica, regulatoria y económicamente, han sido incapaces de encontrar soluciones a tiempo para un problema cuasi-real desde el principio, se me antoja complicado, por no decir imposible, pensar en que todos los países del mundo, o al menos los más importantes, se pongan de acuerdo para solucionar un problema que todavía no existe. ¿Qué hay pues de la segunda opción al estilo por ejemplo de «The Bank Of Facebook»?. No tenemos por qué pensar a priori que deba ser mala, es más fácil de implementar, pero su efectividad dependerá totalmente de la capacidad y perfil de los responsables de estar cyber-instituciones y sus atribuciones virtuales. Entre ellas, obviamente para empezar, debería estar el establecimiento de tipos de interés, así como el tipo de cambio para con otras monedas tanto reales como virtuales de otras webs.

¿Y qué hay de este nuevo dinero fiduciario?. ¿De dónde provendrá su valor?. Probablemente el “Bank of Facebook” no tendrá reservas de oro para respaldar su  cyber-moneda, por lo que debemos pensar que todo su valor provendrá heredado de su mecanismo de cambio con respecto a otras monedas reales que sí que las tendrán. Ahí es precisamente donde radica la característica más grave, son estos mecanismos cambiarios los que propiciarán una extensión viral de la crisis por las economías de todo el planeta, exactamente tal y como si de un post popularizado en Facebook se tratase, representando la web en cuestión un mecanismo instantáneo de contagio económico global, como si de un vaso comunicante se tratase. ¿Pero y qué hay de la oferta monetaria, de los tipo de interés, del crédito a los usuarios?… todo eso son cuestiones abiertas muy difíciles de resolver ahora mismo, yo tampoco tengo una bola de cristal, pero les diré que son temas que deberían ser necesariamente abordados en su momento, aunque dudo que la estructura de “Bank of Facebook” y la capacidad de sus responsables correspondientes, pueda ser siquiera comparable a la de los Bancos Centrales del Brick and Mortar, cuando probablemente las decisiones que tengan que tomar tengan una importancia del mismo orden de magnitud o incluso superior, dado el carácter global de estas webs, y dada la proliferación de nuevos servicios y transacciones virtuales que se nos avecina.

¿Qué podemos hacer al respecto para evitar males mayores?. Poca cosa. Todo está en manos de nuestros políticos y reguladores, y, como decía antes, dudo mucho que hagan algo antes de que tengamos el problema encima.  Nos dirán que sólo se trata de una tormenta virtual pasajera sin consecuencias en la economía real; sustituyan la palabra virtual por financiera y… ¿Les suena?: 2007. ¿Cuáles serán las consecuencias?, más aún cuando podemos no encender el ordenador y vivir sin Facebook sin mayores problemas… No sean ingenuos. El futuro es imprevisible. No sabemos qué trasvase de la economía real a la virtual va a haber, pero sí que será irreversible e importante. Cosas que hoy nos parecen inimaginables serán, transacciones naturales a través de la vieja economía se volverán virtuales, y pasado un tiempo dejarán de tener sentido a la vieja usanza. Y es aquí donde radicará el problema. En lo desconocido del mismo, y en sus consecuencias imprevisibles. ¿Quiere esto decir que no podremos vivir sin Facebook?. Sin Facebook o sin la web que sea (sólo hemos tomado Facebook como un ejemplo más ilustrativo a día de hoy), por supuesto que no podremos vivir sin ella. ¿Acaso no hay periodistas, economistas… cuyo día a día ya es indisoluble de, por citar otro ejemplo, Twitter?.

Soy consciente de la preponderancia de la fatalidad de algunos de mis posts, pero el futuro está lleno de oportunidades y de amenazas, hay que aprovechar y soñar con las primeras, pero no hay que olvidarse de anticiparse a las segundas. Lo primero es más sencillo, saludable y agradable. Pero la segunda parte se le olvida a mucha gente. El ver sistemas tan complejos como nuestras sociedades y economías vivas y en marcha hace pensar a algunos que algo tan grande nunca puede caerse, y no lo duden, el Imperio Romano cayó así como muchos otros imperios a lo largo de la historia. El de hoy en día no va a ser una excepción, pero su duración a largo plazo dependerá de nuestra capacidad de anticipación ante futuros problemas, y como en las sociedades democráticas, el poder lo tienen los ciudadanos, ahí está su micro-papel, que se torna macro por agregación natural. Piensen en ello y mentalícense. Su consciencia del problema es parte de la solución.

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En el futuro todo el mundo será famoso durante 15 minutos o Redes Sociales vs Inteligencia Artificial

“En el futuro todo el mundo será famoso durante 15 minutos”. Es la enigmática frase de Andy Warhol a la que le vengo dando vueltas desde hace unos años cuando la oí por primera vez como parte de la publicidad del Heathrow Express. Nunca he encontrado una interpretación sobre la misma  hecha por el mismo autor, así que conjetura tras conjetura, veo cómo pasa el tiempo y esta frase parece una premonición sobre el advenimiento de las redes sociales y la propagación viral de la información por las mismas.

Las redes sociales forman un mecanismo de interconexión que conecta todos nuestros cerebros, de tal manera que una idea genial de cualquier individuo, a priori insignificante en el conjunto de la sociedad, rápidamente se propaga y adquiere relevancia entre todos los demás. Son las consecuencias de un mundo hiperconectado. Ello permite aprovechar al máximo los momentos de inspiración de cada persona, siendo esta inspiración, junto con los sentimientos y la creatividad, el principal activo del ser humano frente a la inteligencia artificial. Las redes sociales han servido de catalizador para la convergencia de la tecnología con el pensamiento humano, y están llamadas a ser en las próximas décadas el principal motor de la diferenciación entre las capacidades de la mente humana y las de la mente artificial.

Este último hecho ya es de gran relevancia por sí solo, puesto que se puede afirmar que en nuestro planeta la capacidad de cálculo de las máquinas supera ya a la capacidad de cómputo del ser humano. Con ello, si queremos conservar algún valor añadido frente a las máquinas, hemos de aunar todas nuestras capacidades como personas para sacar como conjunto el máximo provecho de ellas.

Asumiendo que ordenadores podemos producir todos los que se necesiten, podemos afirmar que en el futuro el límite del progreso será la disponibilidad de mentes humanas. Es cierto que mentes humanas también podemos tener todas las que se necesiten, no hay nada más que ponerse a ello, pero el largo periodo de maduración del ser humano en las sociedades occidentales, en las que pasan hasta veintitantos años desde que se nace hasta que se es productivo, hace que casar oferta y demanda sea una labor muy compleja. Además tenemos la planificación familiar, que hace que el número de individuos de las nuevas generaciones no dependa de las necesidades de mentes humanas de la sociedad, sino de las posibilidades económicas de los padres, o simplemente de su decisión de aumentar o no la familia. Es por ello por lo que tal vez veamos en un futuro un mundo tipo “Un mundo feliz” de Aldous Huxley, en el que los individuos ya no son los responsables de la procreación humana, sino que ésta se delega en el Estado, que va produciendo individuos según las necesidades de cada perfil disponible. ¿Es esto aceptable?… respóndase usted mismo, yo no estoy haciendo un juicio de valor, simplemente estoy teorizando sobre qué nos puede esperar a la vuelta de la esquina.

Ahondando más en el tema de la disponibilidad de mentes humanas, ya se puede observar hoy en día que la progresiva especialización en todos los campos de la ciencia, hace que cada vez sea más difícil avanzar en cada ámbito, puesto que a nivel global hay pocos individuos capaces de aportar innovación en especialidades tan particularizadas. Con las redes sociales, esas escasas mentes super-especializadas pueden estar en comunicación cuasi-permanente, permitiendo maximizar al menos las posibilidades de un recurso escaso: la mente humana.

Pero volviendo al tema de la frase de Warhol. Todos seremos en el futuro famosos durante al menos 15 minutos, y ese futuro está aquí, para salvarnos y diferenciarnos de las máquinas que tanto suman, restan, multiplican y dividen, y que desde hace unos pocos años hasta ya hay sistemas expertos que toman decisiones complejas, pero que por ahora no son capaces de ser creativas, tener inspiración o experimentar sentimientos. Un ejemplo de 15 minutos de fama lo hemos podido ver a raíz de Twitter y el ahora famoso bloguero Pablo Herreros. Esta persona inició una campaña contra el programa La Noria desde su cuenta de Twitter, porque dicho programa invitó a su plató a la madre de uno de los acusados en el asesinato de Marta del Castillo. Este bloguero y su campaña consiguieron que grandes anunciantes retirasen su publicidad del programa, dejando claro que las acciones de cualquier persona conectada pueden tener más fácilmente un impacto importante en nuestras sociedades. Esto, aplicado a la creatividad, a la inspiración o a los sentimientos, permite magnificar las cualidades diferenciales del ser humano, haciéndolas accesibles a la sociedad en su conjunto, y permitiendo poder considerar a la raza humana como un “ente pensante” global, en el cual además está el valor añadido de la individualidad subyacente propia de sociedades democráticas.

Como conclusión de este post, si aún no la tienen, ábranse una cuenta en Twitter o Facebook y aprovechen sus 15 minutos de gloria cuando les vengan. ¡Ah!, y acuérdense de Andy Warhol cuando lo hagan, de alguna manera, en los años 80, él ya se olía que algo similar ocurriría algún día.

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Nota del autor: si le ha gustado este post, he escrito posteriormente una segunda parte que creo que encontrará igualmente interesante: «Ni Asimov llegó nunca a imaginar algo así o Cloud Robotics como la última tendencia en Cloud Computing»