Archivos Mensuales: mayo 2014

Spanish Beautynomics o Cómo cumplir sus objetivos anuales puede garantizarle el despido

Las sociedades humanas solemos ser muy críticas con otras sociedades, y sin embargo profundamente autoindulgentes con nosotros mismos, una mera extensión de actitudes individuales tristemente habituales. Europa  no es una excepción, y de hecho las sociedades europeas muchas veces tachan a la sociedad norteamericana de poco crítica consigo misma. En el fondo, los seres humanos no somos tan diferentes como a veces nos hacen creer y, sin querer hacer ni una crítica ni una defensa de la sociedad estadounidense, sí que me gustaría hacerles notar las excelentes piezas de autocrítica profunda que a veces este país produce.

Siempre he considerado la película «American Beauty» una de estas obras de incalculable valor, y el tema que hoy les traigo lo calificaría como la «American Beauty» del mundo económico americano. La pieza en cuestión que me dejó fascinado hace unos meses proviene del que posiblemente sea uno de los mejores periódicos del mundo, el norteamericano New York Times: «The Self-Destruction of the 1 Percent«. Les recomiendo encarecidamente la lectura de este artículo, pero en caso de que no tengan el tiempo o las ganas de hacerlo, les resumiré que habla de cómo en el siglo XIV Venecia era una de las ciudades más ricas del mundo, y en la base de su riqueza estaba la “Colleganza” un sistema que garantizaba la colaboración entre los comerciantes ya acaudalados y los emprendedores recién llegados. Era una suerte de sueño americano de hace 700 años. El declive llegó cuando la clase acaudalada se volvió oligarquía, y mediante el Libro de Oro y la “Serrata”, prohibieron la “Colleganza”, cerrando las puertas a cualquier emprendedor que no formase parte de los clanes dominantes. Las clases dirigentes pasaron a mirar tan sólo por su propio interés, y no por el interés general del sistema, una actitud cortoplacista que acabó trayéndoles su propio final, junto con el de la prosperidad económica de la ciudad-estado veneciana. El resto del artículo diserta sobre si el sistema norteamericano está corriendo la misma suerte que el veneciano, y las preguntas que se plantea el autor son profundas. El nepotismo puede ser un importante factor responsable del deterioro del sistema capitalista y, dicho sea de paso, de cualquier otro sistema pasado, presente o futuro. El nepotismo no tiene su origen en el sistema de turno, sino en la propia naturaleza humana de algunos, cuyo egoísmo les hace buscar por todos los medios la prosperidad económica para su entorno más cercano, incluso aun a costa del resto de la sociedad.

Y por no dejar solos a los americanos en su feroz y constructiva autocritica con símbolo de dólar, a continuación les contaré un caso ocurrido en España y que nos hace entrever cuan agotado está el sistema actual de no cambiar bruscamente el rumbo de la nave. Un conocido, que tenía buenas relaciones con una gran empresa española, entró a trabajar en un proveedor de dicha empresa. Mi conocido, en el plazo de un año, multiplicó la facturación con la empresa por cinco. Contento por sus logros, tuvo su reunión de revisión de objetivos anuales, y esperando una reunión triunfal y un bonus generoso, se encontró con todo lo contrario: una carta de despido y ni un euro del bonus. No se lo podía explicar, e inició un proceso judicial con el proveedor. En paralelo consiguió un nuevo trabajo en otro proveedor de la misma gran empresa, y de nuevo en el plazo de un año y poco multiplicó la facturación con ellos por siete. De nuevo le volvió a ocurrir lo mismo y le despidieron sin agradecimiento ni bonus. Inició otro proceso judicial con el segundo proveedor. En el primero de los procesos judiciales la empresa proveedora incluso llevó a cinco ejecutivos que cometieron perjurio, pero gracias a que diversos empleados de la gran empresa declararon también en el juicio y confirmaron el incremento de las cifras de ventas mientras mi conocido era gerente de la cuenta, ganó el juicio. El segundo juicio también lo ganó. Y en el transcurso de ambos procesos judiciales se fue enterando del oscuro motivo oculto tras sus dos misteriosos despidos. En ambos casos él convirtió una cuenta poco importante en una cuenta no sólo relevante, sino también apetecible por las jugosas comisiones que suponían las nuevas cifras de ventas que él había conseguido. Y claro, este hecho enseguida atrajo el interés de los altos directivos de la compañía, que no se preocupaban por asegurar la prosperidad del negocio a largo plazo premiando a un account manager que había demostrado una enorme valía, sino que lo que realmente les interesaba era colocar a uno de sus allegados en la ahora suculenta cuenta para que se llevase él las comisiones, cosa que ocurrió en ambos casos.

Finalizo ya este post que tan sólo pretende ser mi contribución personal a esa constructiva autocrítica que permite mejorar los sistemas socioeconómicos y que, sin grandes pretensiones, me gustaría calificar de «Spanish Beautynomics», parafraseando el título de la famosa película autocrítica americana con la que abría este artículo, y pretendiendo abrir un cortafuegos que nos permita salvar los muebles y servir de refugio a las muchas personas éticas y honradas de este país. El tema no es en absoluto baladí, si lo piensan bien, en ello radica el origen de la mayoría de los problemas que aquejan a España SA, siendo esto un aspecto más del cortoplacismo generalizado que nos aqueja. Les he expuesto dos ejemplos del entorno empresarial, pero el diagnóstico no es cáncer sino metástasis, y todos los agentes socioeconómicos tienen las mismas vías de agua. No cometan el error de particularizar en un ente aséptico y pensar «La culpa es del gobierno», o «de la oposición», o «de las empresas», o «de los sindicatos». Todos los agentes socioeconómicos al final están dirigidos por personas. El problema son los individuos, más concretamente ciertos tipos de individuos, y los individuos no olviden que salen de la sociedad. España necesita un líder carismático que regenere instituciones, sindicatos, empresas… y la sociedad en su conjunto. Eso sí, estarán de acuerdo en que a alguien que va a tener tanto poder de cambio hay que elegirlo con mucho, pero que mucho cuidado. El riesgo es alto, pero ¿No es más alto el riesgo de la alternativa?, y ahora mismo no tengo muy claro ni siquiera si la hay. El peor legado que nos dejan las cabezas de la Uglynomics es que cada vez hay más gente que no cree en nada, y eso es lo más peligroso.

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Las relaciones de trabajo a través de las redes sociales o La empatía entre tuiteros

Este blog, desde el que les escribo quincenalmente, no deja de sorprenderme. En esta ocasión la sorpresa ha venido por la colaboración desinteresada de un seguidor en un proceso de selección en el que un servidor ha participado. Les explicaré el caso con algo más detalle.

Publiqué un comentario relacionado con un proceso de selección en el que iba a participar y, para mi sorpresa, uno de los lectores de este blog se ofreció a entregar internamente mi candidatura y a informarse sobre el proceso, pues había habido ciertos cambios en su compañía que podían alterar los procesos de selección en curso. Mi lector me confirmó que el proceso lo cerraron de forma anticipada por exceso de candidatos, situación tristemente usual dada la actual coyuntura, pero me informó de que el proceso seguía su curso, y lo que es más importante, finalmente me llamaron para una entrevista que fue realmente bien. Debido a otros asuntos que no vienen al caso, el puesto no fue para mí, pero quería reflexionar con ustedes sobre los detalles de este caso.

No me confundan ni a mí ni a mi colega tuitero con un clásico caso de enchufismo. Ni es por lo que estoy agradecido, ni es como mi colega tuitero pretendía favorecerme. Nada de esto ha ocurrido. Les puntualizaré que mi candidatura se adaptaba muy bien al puesto, que tengo un buen currículum, y una dilatada experiencia profesional precisamente en el campo que se solicitaba. No hubo trato de favor alguno, no hubo recomendación, tan sólo entregar un currículum personalmente tal y como haría cualquier amigo suyo por ustedes. La cuestión central de este post es precisamente ésa: “cualquier amigo suyo por ustedes”.

Hace unas semanas les hablaba de lo efímero de las relaciones en las redes sociales en el post «Qué nos aporta un simple tuit o Lo efímero de las relaciones personales en Twitter». Y sigo pensando lo mismo que les comenté entonces. Ahora bien, ello no implica ni que todas las relaciones 2.0 sean efectivamente efímeras, ni que el carácter efímero implique que la relación no sea relevante en otros aspectos. Mi colega tuitero no es amigo mío en el mundo real, ni siquiera le conozco personalmente. Nuestra relación virtual empezó cuando él leyó uno de mis posts y se hizo follower mío en Twitter. A partir de ahí nos leemos mutuamente e intercambiamos mensajes de vez en cuando; vamos, nada fuera de lo común en Twitter. El caso es que, cuando tuiteé sobre el proceso de selección de su empresa, me sorprendió y me alegró que amablemente se ofreciese a enviar él mi currículum internamente. Le agradecí su gesto y le dije que decía mucho de él interesarse por mi candidatura sin ni siquiera conocerme en persona, a lo cual él simplemente me contestó: “Será porque a mí me gustaría que en tu lugar hicieran lo mismo… O que me gustó algún post tuyo”. Lo del post puede ser más entendible, puesto que creo que muchas veces trato temas de empresa que pueden llamar la atención del mundillo en el que me muevo, y puede ser que si mi colega tuitero me lee de vez en cuando, le guste mi forma de pensar o de plantearme los temas del sector, bien sea en el aspecto profesional o en el personal. Pero lo que no es entendible es el “Será porque a mí me gustaría que en tu lugar hicieran lo mismo”. No es entendible no porque no sea algo loable, que lo es, sino porque por desgracia no es para nada algo usual en nuestra sociedad interesada de hoy en día.

En un mundo en el que normalmente nadie hace nada por nadie si no tiene algún interés de algún tipo, la actitud de mi colega tuitero es encomiable porque fue totalmente desinteresada, ya que no tenía en mí absolutamente ningún interés ni personal ni profesional, y además yo no podría devolverle el gesto de ninguna forma. A mí mis padres y abuelos me enseñaron que “No quieras para los demás lo que no quieras para ti mismo”… o como yo también lo interpreto, al igual que mi colega tuitero: “Haz con los demás lo que te gustaría que hiciesen contigo”. Uno, que con estas máximas a veces se siente un poco solo, se alegra cuando coincide con alguien que piensa de forma parecida. Aún hay esperanza en esta sociedad contaminada de valores interesados e hipócritas.

Me despediré insistiendo en la reflexión central de este post, magistralmente sintetizada por la genial frase de Malcolm S. Forbes: “Puedes juzgar fácilmente el carácter de un hombre por la forma en que trata a aquellos que no pueden hacer nada por él”. Ya saben que yo tengo la pequeña debilidad de querer saber exactamente qué es lo que lleva por dentro la gente que me rodea, y esta frase es un estupendo indicador del interior de cada uno. Recuerden, si no les gustan las sorpresas desagradables que algunas personas esconden, la mejor manera de minimizarlas es tratar de conocerlas de antemano. Y a partir de ahí ya depende de ustedes mismos elegir a quienes quieren que les rodeen. Yo por mi parte lo tengo muy claro, sean tuiteros o no.

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