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El In-Store Surveillance y la brecha social o El marketing como nuevo sistema de castas a la occidental

¿Quién no conoce de alguien que, siendo de clase media, se ha aventurado a mirar bolsos en una tienda de lujo sabiendo perfectamente que allí no podía permitirse ni un monedero?. Seguro que conocemos varios casos a nuestro alrededor de gente que, aunque acaba diciendo que se lo va a pensar porque que no le convence el color y se va sin comprar nada, ha pasado un rato agradable siendo tratado como si fuese rico, con todas las amabilidades por parte del dependiente. No les discutiré lo pueril de esta forma de comportarse, por la que durante unos minutos hay personas que viven una ilusoria fantasía que deja al descubierto cuáles son sus ambiciones y metas en esta vida, pero también es cierto que esa posibilidad de que cualquiera se pueda pasear por las tiendas de la milla de oro de Madrid, o por el Paseo de Gracia de Barcelona, es algo que podemos considerar como fruto de un proceso democratizador.
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Sí, democratización en el trato al cliente. Algo que posiblemente rebaje la conflictividad entre clases sociales, porque cada cual no se siente tan atado al lugar que ocupa, y ve más cercana la posibilidad de progresar económicamente si es que ésa es una de sus metas en esta vida. Creo que el no vernos encasillados en una suerte de casta infranqueable, es algo que, en mayor o menor medida, nos ayuda a todos a sentirnos más iguales, o al menos a tener la esperanza de poder cambiar si es lo que deseamos.

Así, todo el que haya entrado en tiendas como Tiffany’s en la Quinta Avenida de Nueva York, sabe que te tratan como a un multimillonario, aunque entres calzado con deportivas y vayas en camiseta. No se equivoquen. Los negocios de tiendas de lujo están ahí para ganar dinero. Y para ganar dinero tienen que vender esos productos con precios tan elevados. No son una atracción turística para hacer sentir a los visitantes a la ciudad como si estuvieran en la película de “Desayuno con Diamantes”. Están ahí para vender, y cuanto más, mejor. Es por ello por lo que, obviamente, han de dedicar su tiempo y atenciones a quien les pueda comprar esas joyas y relojes de precios astronómicos. El caso es que hoy en día, al menos en Occidente, el aspecto personal no tiene por qué ser obligatoriamente indicativo del poder adquisitivo de cada uno. Por eso se esmeran tanto con casi cualquiera. Porque detrás de un cliente calzado con unas deportivas puede haber un millonario.

Pero con la llegada de internet, la extrema tecnificación de todos los aspectos de nuestra vida, y el Big Data, esto tiene serios visos de acabarse. Está claro que ya hay tecnologías que incluso los comercios físicos utilizan para controlar nuestros movimientos por sus supermercados y tiendas. Sí, lo que oyen, es lo que se denomina “In-Store Surveillance”, y se basa en que consiguen identificar su móvil si lleva la wi-fi habilitada. Empresas como Euclid ya están comercializando soluciones dirigidas a este nuevo mercado. Gracias a este tipo de soluciones a usted le controlan para ver por dónde va, qué compra, le ofrecen cupones de descuento en el acto, incluso hay tecnología para medir su expresión facial al mirar un producto y conseguir saber si se siente tentado o no a comprarlo. Con todo esto, el comercio del Brick&Mortar (el físico tradicional) trata de recortar posiciones con respecto a las tiendas virtuales en cuanto a marketing e información del cliente. Estarán de acuerdo que esto es algo que, junto con el Big Data, puede dar unos frutos que incluso vulneren nuestro derecho a la intimidad.

Pero no nos apartemos del tema. Volvamos a la democratización de la atención al cliente. Como decíamos antes, dada la necesidad o meta por parte de los negocios de saber quiénes son clientes potenciales y quiénes son sus mejores clientes, es inevitable que acaben almacenando y utilizando información de todos nosotros para vendernos más y mejor. Con ello, se pueden acabar los tiempos en los que te ponen la alfombra roja sólo por franquear la puerta de Loewe. Sabrán quienes somos cada uno, y nos dispensarán un trato acorte a nuestra intención y poder de compra en su negocio. ¿Qué se creen que hacen los CRMs de las empresas cada vez que llama usted por teléfono a una de las líneas de atención al cliente?. ¿Qué se creen que hace Amazon cuando usted va navegando inocentemente por sus páginas?. Lo guardan y lo procesan todo. Y el negocio físico no quiere quedarse atrás en esta tendencia.

Las implicaciones socioeconómicas, algunas de las cuales ya perfilaba antes, no son nada despreciables. Todos nos sentiremos más pertenecientes a la clase social de la que provenimos, puesto que en muchos sitios seremos tratados acorde a ello. Y esto puede acrecentar la brecha social en un país que cada vez está más polarizado entre los que pueden comprar y los que apenas pueden hacerlo. Los ricos van a seguir siendo tratados con trato preferente como siempre, solo que ahora los menos favorecidos serán tratados de otra forma, y los únicos que pueden ganar algo son los dependientes que dedicarán su tiempo, amabilidad y esfuerzos principalmente sólo a los que se los van a devolver en Euros. Algunos venimos hablando desde hace tiempo de la posible llegada de un orwelliano Gran Hermano estilo 1984 a nuestras sociedades (“La profecía de George Orwell o El 1984 de las Redes Sociales”), y lo que estamos analizando  en este post es que, aparte del auténtico Gran Hermano auspiciado por ciertos gobiernos, lo que tenemos adicionalmente es una inminente multitud de Pequeños Hermanos que, cada uno dentro de las posibilidades de su empresa, hacen lo mismo pero a otra escala. Sólo falta un elemento que agregue estos Pequeños Hermanos para dar a luz al Gran Hermano del marketing, que lo puede ser de muchas otras cosas por la polivalencia de la información que manejará. Este Gran Hermano del marketing podría interactuar con el Gran Hermano gubernamental resultando en consecuencias insondables, y además les diré que es algo cuya estructura constitutiva ya está perfilada. Si no me creen, fíjense en el “Re-targeting”. ¿Que qué es esto?. Muy sencillo, es una de las técnicas de marketing más efectivas conocidas hasta el momento, que arroja cifras de hasta un 60% de éxito. Se basa en ofrecer a los clientes productos por los que ya han mostrado interés previamente. ¿No han mirado ustedes una impresora en Amazon y ahora en cualquier web que visitan en Internet, aunque no tenga nada que ver, les aparecen ofertas del modelo exacto de impresora que estuvieron curioseando?. Eso es precisamente el Re-targeting. No sólo saben de usted lo que hace y lo que piensa, sino ahora también saben lo que usted desea.

Con todo ello, y si también deja de haber igualdad de oportunidades en nuestra sociedad, tendremos un sistema de castas como en La India pero con regusto occidental, que además será mucho más tecnificado, y por lo tanto, mucho más certero, amplificado e infranqueable. Acólchense su silla, porque cada vez es más probable que la ocupen durante el resto de su vida.

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Ilustración por @el_domingobot

La necesidad socioeconómica de levantarse y seguir adelante o El hartazgo del pesimismo

Los que me siguen por Twitter ya saben que llevo bastantes meses harto del pesimismo reinante en España. Las cosas están mal, no puedo decir lo contrario, pero no puedo soportar todo ese negativismo que nos ha contagiado a todos, y que ha calado tan hondo en nuestra forma de ver las cosas.

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Sé que socialmente y económicamente se tiene que notar que hay mucha gente pasándolo muy pero que muy mal. Sé que tiene que ser muy duro no tener recursos para alimentar a tus propios hijos, que ya se han detectado en varios colegios que en el recreo hay niños buscando comida por las papeleras, que es difícil encontrar la motivación en el trabajo cuando en 2007 ganabas 2.500€ como peón de albañil y ahora no te llega casi para cubrir gastos de taxista… Todo esto son historias reales de gente que se ha ido cruzando en mi vida y de noticias leídas de varias fuentes. Sé que hay mucho sufrimiento detrás. Sé que no tengo derecho a censurar ciertos comportamientos cuando tengo la suerte de conservar (no sin penurias) mi puesto de trabajo. Si, lo entiendo todo, se lo confieso de todo corazón, pero a los que podemos seguir tirando del carro, les pido sinceramente que basta ya. Basta ya de negativismo, basta ya de lamentarse, basta ya de pesimismo, basta de derrotismo… Basta ya. Para empezar porque es cruel estar en ese plan cuando hay niños que no tienen ni para comer. Porque así no vamos a ninguna parte. Y no les estoy pidiendo que no sean (constructivamente) críticos con nuestro entorno y nuestro sistema, hay muchas cosas al descubierto que mejorar o incluso que cambiar radicalmente, pero, por favor, háganlo desde el positivismo y las ganas de progresar.

¿Por qué creo que deben hacerme caso?. Les contare una experiencia personal que espero les sirva de ejemplo. Mis abuelos eran, como los de casi todos, de la generación de la post-guerra. Apenas pudieron ir al colegio unos pocos años. Mi abuelo a los 12 años iba al campo a arar con las burras, y mi abuela con edad similar tuvo que empezar a trabajar en la panadería familiar. No cometan el error de sentirse superiores en algún modo a esta generación. Somos lo que somos gracias a su esfuerzo. Tal vez tengamos mejor formación y conocimientos técnicos, pero la realidad es que, en lo que a evolución personal se refiere, no podemos compararnos con ellos. Ellos sufrieron es sus carnes los horrores de una guerra fratricida. Ellos vieron truncado su futuro porque el hambre les obligaba a deslomarse simplemente para sobrevivir. Ellos tuvieron vivencias que espero no las tengamos nosotros. Muchas veces, cuando peor te trata la vida, es cuando las personas sacamos lo mejor de nosotros mismos. Nuestros abuelos sobrevivieron y salieron reforzados de las dificultades. Se volvieron a levantar una y otra vez para seguir adelante.

Y es de mi abuela más concretamente de la que les quiero contar una vivencia que me cambió la vida, y que aún hoy me la sigue cambiando. Ella estaba gravemente enferma. Le quedaban pocos días para morir. Apenas se movía. La muerte ya dormía paciente a su lado en la cama. Y mi abuela, como casi todas las abuelas, no tenía un pelo de tonta. Estoy seguro de que ella ya “barruntaba” (verbo que ella usaba) que su fin se acercaba. Estaba con dosis muy altas de morfina. Consciente a ratos. Pero aún tenía algún momento de lucidez entre vahídos. Yo estaba dormido en un sillón al pie de su cama. Me desperté y la vi risueña, mirándome en silencio y sonriéndome. Cuando me vio despertar me dijo, “¿Puedes por favor darme mis gafas?”. Yo se las puse. Recuerdo como si fuese ayer cómo con sus ojillos agrandados por las lentes hipermétropes me dijo: “¿Puedes traerme mi diccionario?. Voy a leer”. Todavía conservo ese viejo diccionario ilustrado que tanto le gustaba leer y en el que me enseñó tantas palabras. Era el libro que más leía. ¡Tenía tantas ganas de aprender lo que no pudo aprender de niña en la escuela, que no dejó de intentar recuperar el tiempo perdido en toda su vida!. Incluso cuando ella sabía que se moría. Yo entonces, en mi juventud, todavía más ignorante de lo que lo soy hoy, no podía comprender cómo en su situación conservaba su ímpetu, su fuerza vital, sus ganas. ¿Para qué?, me preguntaba una y otra vez, ¿Para qué?. Efectivamente a los pocos días murió, y no ha sido hasta pasados unos cuantos años cuando he logrado comprender su forma de comportarse y vivir. Ella lo hizo por simple y llana dignidad, para consigo misma y para con los que le queríamos. Porque hay que exprimir la vida hasta el último minuto, incluso cuando el fin se atisba cerca. ¿Qué piensan ustedes ahora de sus problemas comparados con saber que el fin de sus días está cerca y que está siendo un trance física y psíquicamente tremendamente doloroso?. A ella no le oí quejarse nunca. Y no todos los hombres y mujeres de esas generaciones eran iguales, pero sí la mayoría. Vivieron tiempos más duros que los nuestros, que les cambiaron la forma de pensar y de ver la vida. Como tributo a lo que somos, y por necesidad vital, no debemos olvidar las lecciones que nuestros abuelos nos daban de pequeños, que con el tiempo se van abriendo cual caja de Pandora para revelar nuevas interpretaciones y matices que antes pasaban desapercibidos.

Es por ello por lo que les digo a ustedes, y me digo a mi mismo: tomemos ejemplo, no desperdiciemos el saber que les costó tanto sufrimiento a nuestros abuelos. Levántense cada mañana y arréglense como si fuese un gran día. No les hablo de si se tienen que poner camisa o camiseta, sino simplemente de que se arreglen como ustedes se vean bien, tal y como hacían cuando eran tiempos mejores. Sean positivos. Por pequeñas y pocas que sean, fíjense en las cosas buenas que hay en su vida, que seguro que las hay. Dejen de echar culpas a los demás y empiecen por sí mismos a ver qué pueden hacer ustedes por mejorar. Sé que algunos tienen problemas muy graves, pero sigan adelante, no tienen que pensar en ellos. Vayan a cada entrevista de trabajo como si el puesto fuese a ser suyo. Y tantas otras cosas que ustedes ya saben que tienen que cambiar. Mi abuela murió dándome en silencio una lección magistral. No voy a dejar que caiga en saco roto. Tampoco lo hagan ustedes.

Tal y como ustedes se ven a sí mismos, y cómo ven el mundo que les rodea, es algo muy importante que revierte sobre ustedes mismos y sus vidas. Y no sólo sobre sus vidas, sino sobre la sociedad en general y sobre la misma economía. El optimismo generalizado suele generar crecimiento. No se rindan. No cejen en su empeño. Nunca nunca nunca dejen de luchar. Sigan adelante. Cómo afrontar el problema es parte de la solución. Si nuestros abuelos lo consiguieron en peores condiciones, nosotros también podemos. A por ello.

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Ilustración por José Domingo: @el_domingobot

La inteligencia colectiva o La potencialidad de la plaga humana armada con smartphones

Supongo que también habrán llegado ustedes a la conclusión de que la especie humana es una plaga para el planeta. Cumplimos ciertos parámetros que caracterizan a una plaga: expansión poblacional (esencial para nuestra supervivencia económica según vimos en el post “Futura revolución: La inversa de Matrix o… no tan inversa”), ubicuidad, interés egocéntrico (o más bien “egoespécico”), explotación intensiva de los recursos naturales que encontramos a nuestro paso, etc. Pero hay un factor clave con el que nunca hemos contado hasta hoy en día porque entre los seres humanos no se daba con la intensidad que Internet como elemento vehicular nos permite ahora. Es algo que encontramos en otras especies animales como las hormigas o las abejas. Les estoy introduciendo a una característica que trasciende al individuo como tal, y adquiere un matiz de grupo en donde todos los individuos aportan, y todos reciben, sin que ningún elemento individual sea el repositorio único de este conocimiento e inteligencia. ¿Saben de qué les hablo?. Ni más ni menos que de la inteligencia colectiva.

Una legión de seres humanos, armados con smartphones, y con aplicaciones y servidores compartidos en el backend, pueden ser vistos como el mejor y más global sistema de sondas al que alimentan con sus datos y del que, obviamente, también los reciben para beneficio propio. El ser humano es el mejor instrumento para el ser humano. Todos formamos parte de una totalidad cuyo origen se difumina en la nube, pero cuyos servicios y su utilidad son algo tangible en el día a día para todos nosotros.

¿De dónde me vienen estas reflexiones?. Llevo varios meses probando una nueva aplicación que hacía tiempo que tenía fichada, y cuyas características me había planteado como deseables ya en los años 90. Siempre había pensado que lo más indicado y fidedigno para tener información sobre el tráfico, y así evitar y aliviar los atascos, eran dispositivos que permitiesen sondar la velocidad de cada vehículo e informasen a una entidad centralizada. Éste concepto se ha hecho realidad hoy en día gracias a los smartphones, a la nube y como no… a nuestra aplicación estrella: Waze.

Waze es una suerte de red social con posicionamiento GPS en el cual son los mismos usuarios los que alimentan el sistema de mapas dejándose monitorizar cuando van por nuevas carreteras aún no mapeadas, cuando señalizan en Waze un nuevo radar de velocidad, cuando van a velocidad reducida porque están en un atasco, etc. Lo que a priori puede ser un concepto de servicio cuya fiabilidad está por demostrar, en la realidad ha resultado ser el sistema de navegación más actualizado, rápido y efectivo de cuantos existen a día de hoy. Con esta aplicación usted podrá no sólo tener un navegador que le indique por dónde debe ir para llegar a su destino, sino que además podrá interactuar con otros usuarios que hayan pasado hace poco por su ruta, podrá ver los precios actualizados de las gasolineras a su paso, ver dónde hay controles de radar, calcular su hora estimada de llegada, ver dónde hay tráfico denso… y así hasta completar un largo etcétera con toda la información que usted pueda desear mientras va al volante.

¿Qué es lo sorprendente de todo esto?. Lo que les comentaba antes: la inteligencia colectiva. Con la tecnología de internet y los smartphones, el concepto que tenemos de la humanidad cambia radicalmente. Pasamos de ser un crisol de individuos con intereses más o menos alineados por grupos familiares, sociales, profesionales o nacionales, a ser una entidad colectiva con capacidad de interacción inmediata (incluso individuo-a-individuo) y que se puede adaptar rápidamente a los cambios del medio. Esto Waze nos lo descubre para facilitarnos nuestra vida automovilística, pero no duden que la inteligencia colectiva caracterizará, y de hecho está caracterizando ya, la mayoría de los aspectos del día a día de nuestras vidas, y que desempeñará un papel esencial en tecnologías tan incipientes, importantes y revolucionarias como las Smart Cities. ¿Qué me dicen de aquel otro proyecto experimental que utilizaba Twitter para ubicar en tiempo real donde está teniendo lugar un terremoto?. Sus resultados fueron también sorprendentemente fiables. Otro ejemplo más de la naciente inteligencia colectiva de la especie humana.

Pero no todo van a ser aspectos positivos, obviamente también los hay negativos. En primer lugar les comento el nada desdeñable tema de la dependencia extrema de la tecnología en la que estamos cayendo, a todas luces nada nuevo en la historia de la humanidad, pero que está alcanzando cada día cotas más importantes, tal y como demuestran nuevas afecciones psicológicas como la Nomofobia: un mal que afecta al 53% de los usuarios de teléfonos móviles y que consiste en la sensación de inseguridad que nos afecta a la mayoría cuando salimos a la calle sin nuestros terminales. Es una consecuencia más de algo que, con una abrupta interrupción del acceso a la inteligencia colectiva, se verá acentuado, porque el problema no es su existencia, sino cómo nuestro mundo se configura en torno a estos nuevos avances, y no duden de que, si por ejemplo ya hoy en día pocos compran mapas en papel, dentro de unos años ya ni los venderán, y si se cae Google Maps, y estamos de viaje, ¿Cómo encontraremos en caso de emergencia la ubicación del hospital más cercano?. Es un ejemplo simple pero esclarecedor del tipo de problemas a los que nos exponemos.

Para ejemplificar otro posible aspecto negativo vuelvo a Waze como ejemplo por antonomasia de los nuevos servicios de masas con inteligencia colectiva. No está mal que Waze nos diga dónde hay un radar o un control policial para que no nos pongan la típica multa tonta por un ligero despiste al circular por ciudad a 55kmh, pero, ¿Qué me dicen ustedes de la utilidad que le pueden dar los delincuentes para hacer trayectos seguros en sus vehículos evitando los controles policiales?. Es sin duda algo inquietante, pero que a día de hoy no hay forma de evitar, más que nada porque ni siquiera está legislado. Una vez más el progreso va por delante de las leyes. Pero no se preocupen, la inteligencia colectiva es muy eficiente, y siempre va a haber individuos (también delincuentes) que descubran y se aprovechen de estos servicios. Sólo cuando el problema sea generalizado y obvio, los políticos tomarán medidas. Mientras tanto esperen sentados.

Otro aspecto negativo puede ser la volatilidad extrema a la que se pueden ver sometidos los mercados como consecuencia de aplicaciones de inteligencia colectiva. El pánico y la euforia son parte del día a día de nuestros mercados financieros, siempre lo han sido. Su variabilidad puede ser tanto más nociva cuanto más breve es el plazo de tiempo en el cual tienen lugar. Teóricamente, y en el concepto más clásico de nuestros mercados, este pánico y euforia se veían mitigados en parte por la no-inmediatez en el acceso a la información y plataformas de operación bursátil, y en todo caso, cuando el pánico (y no tanto con la euforia) hace acto de persistente presencia, los reguladores optan por la suspensión temporal de negociación de un valor, o incluso de todo el mercado. Hoy esto también ha cambiado radicalmente, y todos podemos ser presas de impulsivas operaciones inmediatamente ejecutadas desde nuestros smartphones, lo cual no hace sino de acentuar la volatilidad potencial, así como su dañino efecto sobre el accionista medio. Si a este hecho, ya conocido hoy en día, añadimos la futura inteligencia colectiva bursátil que se nos viene encina, tenemos un catalizador para promover movimientos erráticos y fuente de posible información privilegiada para algunos. Les estoy hablando nada más y nada menos de los denodados esfuerzos de varios grupos de interés por desarrollar sistemas que reflejen en tiempo real el sentimiento del inversor, que es, al fin y al cabo, el causante último de los movimientos de los mercados (dejemos a un lado los robots del HFT ó High Frequency Trading). Uno de estos proyectos utiliza Twitter como plataforma para poder recolectar información de inteligencia colectiva sobre los inversores, pero hay más proyectos y vendrán aún más, porque ya se sabe que donde hay dinero que ganar, no faltan iniciativas. La cuestión que les apuntaba antes es dilucidar sobre si explotar esta información debe ser una tarea democráticamente accesible, o si por el contrario se va a permitir su oligopolio para beneficio de unos pocos. Pero aún tengo para ustedes una pregunta más intrigante: ¿La disponibilidad de información en tiempo real sobre el sentimiento inversor de todos los individuos no podría suponer una variable que hiciese nuestros sistemas bursátiles inestables (no hablo de volátil, que por supuesto, sino de inestabilidad bajo el concepto clásico de un sistema dinámico que se estudia en regulación automática: todo sistema depende de variables de entrada cuyo cambio puede producir valores de salida indeseados)?, ¿Un sistema bursátil con inteligencia colectiva en tiempo real puede entrar en resonancia y volverse extremadamente inestable de forma persistente?.

Y termino ya este post habiendo reflexionado con ustedes sobre la inteligencia colectiva a la que nos está abriendo la tecnología, y sobre sus obvias ventajas, pero también sus inherentes amenazas. No se preocupen, la respuesta a estos nuevos desafíos, como siempre, nos la va a dar el tiempo, puesto que no duden que la inteligencia colectiva ha venido para quedarse, y que cada año vamos a ver más y más iniciativas en este sentido. Siéntanse parte de la Humanidad, puesto que más que nunca formamos parte de un todo del que, para bien o para mal, no nos podremos separar.

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La Teoría del Caos 2.0 o La potencialidad de un comentario en las Redes Sociales

La Teoría del Caos es uno de esos temas que siempre me han apasionado desde hace años, aunque soy consciente de que todavía no les he hablado en mis posts de ella. Esta teoría estaría en el origen de la explicación de fenómenos naturales tan aparentemente azarosos como la forma cambiante que va adoptando un cubito de hielo al derretirse o el serpentear de una manguera suelta y descontrolada echando agua, en ciencias como la meteorología, o en patrones como el comportamiento mismo de la bolsa. Son este tipo de sistemas tan complejos los que son objeto de explicación por parte de la Teoría del Caos, dejando a un lado la aparente arbitrariedad que clásicamente se les ha atribuido. Esta teoría fue formulada por el matemático y meteorólogo Edward Lorenz en 1963, y se basa en que una variación, aunque sea imperceptible, en las condiciones iniciales de estos sistemas dinámicos y complejos puede llevar a resultados radicalmente diferentes. Es de aquí de donde se origina esa famosa metáfora por la cual Lorenz dijo que el aleteo de una mariposa en Brasil podía originar un tornado en Tejas.

Hasta aquí nada nuevo, sólo he tratado de ponerles en antecedentes y me he limitado a resumirles los principios básicos de esta teoría. Es a raíz de un reciente tuit en Twitter de @AgustinSaGa, por lo que me he decidido a analizar el tema a continuación desde una nueva perspectiva actual y (creo) interesante.

Desde que fue formulada hasta nuestros días, la Teoría del Caos, si bien en su esencia permanece siendo vigente de la misma forma, en su aplicabilidad a nuestro entorno ha cambiado sensiblemente con los tiempos. Me explico. Uno de los sistemas más complejos conocidos sobre la faz de La Tierra es el ser humano, y por ende, las sociedades humanas pueden ser calificadas igualmente de gran complejidad, o incluso superior por su naturaleza agregativa de las diferentes complejidades individuales subyacentes. En las últimas décadas ha habido cambios significativos en nuestras sociedades y en la forma de interrelacionarse en ellas, que están teniendo y van a tener sin duda un gran impacto en el presente y futuro de nuestros sistemas socioeconómicos.

Tal y como  les introducía en mi post «En el futuro todo el mundo será famoso durante 15 minutos o Redes Sociales vs Inteligencia Artificial«, la sociedad hiperconectada y la viralidad que fomenta son elementos claramente diferenciadores de las sociedades del siglo XXI, fruto principalmente de la llegada de la web 2.0. Es precisamente esta viralidad la que permite y sirve de base en la aplicabilidad de la Teoría del Caos a las sociedades actuales. Una pequeña variación en el pensamiento de un individuo a priori insignificante en el conjunto de la raza humana, puede rápidamente propagarse por los diferentes círculos sociales hasta volverse un pensamiento global, ejerciendo una poderosa influencia sobre todos los individuos y, por lo tanto, condicionando también la futura evolución del sistema socioeconómico en sí mismo. Esta conclusión coincide con la esencia misma de la Teoría del Caos que les explicaba antes: imperceptibles variaciones en las condiciones iniciales conducen a resultados radicalmente diferentes. Es lo que podríamos acuñar como Teoría del Caos 2.0.

Y me dirán ustedes, ¿Y de qué me sirve ser consciente de la existencia de una Teoría del Caos 2.0 si no me permite ni siquiera anticipar futuras tendencias sociales y socioeconómicas?. Les reconozco que la aceptación de la Teoría del Caos 2.0 como realidad de nuestra sociedad no es más que el reconocimiento de la propia ignorancia ante un problema cuya complejidad excede nuestras posibilidades técnicas e intelectuales actuales. Pero supongo que estarán de acuerdo en que, en todo caso, siempre es un avance el tener la Teoría del Caos que pensar que las tormentas se deben a los cambios de humor de Zeus como hacían los griegos. Algunos argumentarán que pasar de delegar la arbitrariedad en Zeus a delegarla en una fórmula matemática meteorológica indescifrable son dos caras de la misma moneda, y razón no les falta, pero una cosa es atribuir facultades a un Dios griego, y otra reconocer la existencia de leyes físicas, solo que son demasiado complejas para ser formuladas en su totalidad de forma consistente a día de hoy.

Por otro lado, a buen seguro, los estados represivos tratan o tratarán de bloquear este fenómeno del Caos 2.0, como también comentamos en el post «La profecía de George Orwell o El 1984 de las Redes Sociales«, puesto que las mismas herramientas sirven tanto de base para la Teoría del Caos 2.0, como también para su represión. Una bipolaridad que aprovecharán ciertos estamentos para intentar apagar lo que verán como un posible foco de inestabilidad, y que, en última instancia, pueden incluso aprovechar para, mediante los mismos medios, tratar de imponer su pensamiento único.

Piensen, reflexionen, imaginen, ideen, creen… lo que parta de sus mentes puede influirles de forma importante tanto a ustedes mismos como al resto de la humanidad. No todo es tan azaroso como puede parecer a simple vista, solo que hay cosas que trascienden nuestras posibilidades y leyes científicas actuales. Como siempre les digo, sean responsables, porque tienen sobre sus hombros muchas más responsabilidades de las que ustedes piensan, y el Caos 2.0 posiblemente sea la más influyente, poderosa e impredecible de todas ellas.

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Futura revolución: La inversa de Matrix o… no tan inversa

¿Recuerdan cuando vieron aquella rompedora primera parte de la archiconocida película Matrix?. Es difícil encontrar a alguien de mi generación y anexas que no la haya visto, pues se ha convertido en la película de culto por excelencia de finales del siglo pasado, pero para no revelar la clave de la película, simplemente les diré que el argumento se basaba en enormes complejos en los cuales los seres humanos servían a las máquinas (no les cuento más). En nuestro mundo de hoy en día, todos sabemos que es a la inversa. Con el advenimiento de internet y del Cloud Computing, el mundo se está poblando de descomunales Centros de Datos donde miles de máquinas sirven de soporte para toda nuestra vida y datos virtuales.

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El impacto de estos centros de datos sobre la economía global es cada vez más relevante, tanto por sus necesidades de infraestructura física e informática, como de personal técnico, como por la forma en que cambian el día a día de nuestras vidas, como por su consumo energético (hay estimaciones que lo cifran ya en un 2% del total) y así hasta completar un largo etcétera. El caso es que, lo queramos a no, el impacto de la sociedad de la información en nuestras vidas y economías ha venido para quedarse, y está alcanzando día a día una relevancia esencial para el bienestar de la raza humana.

Es por este hecho por el que cambios que a priori puede parecer que no tengan gran importancia, en un futuro, pueden impactar de forma importante en nuestro modo de vivir. El alargamiento continuo del ciclo de vida de nuestros datos, así como el crecimiento sostenido de la esperanza de vida humana, hacen que cada vez nuestras sociedades necesiten más y más capacidad de almacenamiento, de computación y de ancho de banda. Esto no tiene por qué ser así para siempre. Podemos pensar que en un futuro aún lejano podamos sufrir lo que podemos acuñar como una “Recesión de Datos”, por ejemplo debida a un nuevo y revolucionario algoritmo de compresión que reduzca lo que ocupa nuestra información. Esto sería sin duda un avance importante, pero al igual que con la generalización del uso de maquinaria en la primera revolución industrial, tendría un impacto inicial negativo sobre la economía hasta que ésta se adapte al nuevo escenario. Nuestra economía, basada en un teórico futuro en una sociedad de información ávida de Gigabytes, Gigaherzios y Gigabits por segundo, pasaría a reducir radicalmente sus necesidades productivas al respecto, con el consiguiente impacto negativo sobre el tejido industrial y tecnológico del momento.

Hasta aquí nada nuevo con respecto a la mayoría de los avances que ha realizado el hombre a lo largo de la Historia. Lo que puede preocupar al respecto es que, el ejemplo histórico más drástico, que podemos tomar como referencia, la primera revolución industrial, fue un proceso de convergencia tecnológica más bien lento, fruto de años de progreso, que necesitaba tiempo para fabricar máquinas, sustituir procesos fabriles, etc. Pero, ¿Qué hay de la rapidez con la que se puede por ejemplo desarrollar un nuevo y revolucionario algoritmo de compresión?. Puede ser cuestión de días o semanas lo que alguien tarde en tener una idea feliz, desarrollarla, generar un algoritmo, y que éste se despliegue en los Centros de Datos de todo el mundo. Así de fácil, así de impactante. ¿Estará nuestra economía del futuro preparada para un devenir de la evolución tecnológica tan rápido?. Posiblemente no, es imposible tener un tejido productivo físico que se adapte tan rápido a cambios virtuales tan importantes. Lo virtual siempre evolucionará infinitamente más rápido que lo real. La física limitará nuestra evolución. A no ser que ocurra algo así como en Matrix, donde el límite entre lo virtual y lo físico sea muy pero que muy difuso. ¿Será ésta la clave de la sostenibilidad de nuestra futura sociedad?. Virtualización de nuestras vidas pero, no por un sometimiento a las máquinas, sino por evolución lógica (y tal vez inevitable) de nuestro sistema socioeconómico.

Otra buena razón para apostar por nuestra virtualización como única opción de futuro es que, además, nuestro actual sistema socioeconómico sólo funciona bien en entornos de crecimiento poblacional. Esto es evidente en sistemas de reparto, en los cuales las pensiones, sanidad, etc. de toda la población son pagadas por los trabajadores en activo más jóvenes, con lo que, para la sostenibilidad del sistema, forzosamente ha de haber más cotizantes jóvenes que mayores. Pero sorprendentemente, esto ha de ser también así si se está en un sistema “a la chilena”, donde un cotizante a lo largo de su vida va acumulando unos fondos que cuando se jubile le serán devueltos en forma de asignación mensual. Este esquema, que a priori puede parecer que independiza el sistema de pensiones del crecimiento de la población, no es tal, puesto que esos fondos que un cotizante va acumulando a lo largo de toda su vida, van a ser invertidos en activos, que si se quiere que tengan una rentabilidad positiva en el momento de su jubilación, han de sufrir cierta “inflación de activos” y que su precio se incremente a lo largo de la vida del cotizante, y esto sólo puede ser así o bien si el número de cotizantes aumenta año a año, o bien si los nuevos cotizantes más jóvenes tienen cada vez mayores recursos económicos. La segunda alternativa es complicada y ha probado no ser la realidad que se impone en nuestros sistemas socioeconómicos, con lo que nos queda, de nuevo, la única alternativa del crecimiento de la población.

Me gustaría matizar para los no versados que la citada “inflación de activos” es necesaria no sólo con la finalidad de que un nuevo pensionista reciba sus réditos con una rentabilidad positiva, respecto a lo cual se puede pensar que siempre los más previsores, aún a costa de perder dinero con el tiempo, preferirían un canje de rentabilidad a cambio de la seguridad de obtener una asignación al jubilarse (la “deflación de activos” no fomenta en absoluto el ahorro, pero puede haber gente dispuesta a asumir una rentabilidad negativa a cambio de asegurarse una futura asignación y tener una vejez más decente). Pero más allá de las pensiones tenemos el funcionamiento general de la economía. Los entornos deflacionarios son catastróficos para la economía. La depreciación constante de los activos repercute muy negativamente en el funcionamiento del tejido empresarial, y aunque hay sectores como el tecnológico, que son deflacionarios por naturaleza y sobreviven hoy en día, en ellos la depreciación de los activos se compensa con la continua salida al mercado de productos más innovadores, cosa que no puede ser generalizable a todos los sectores económicos.

Llegados a este punto, todos tenemos claro que somos para La Tierra una auténtica plaga que no puede parar de crecer y crecer. Este crecimiento sostenido tiene un impacto cada vez más importante sobre el medioambiente y sobre el consumo de los recursos naturales del planeta, que son, evidentemente, limitados. Esta evolución exponencial es insostenible a largo plazo. Pónganse en situación. Piénsenlo detenidamente. Nuestra virtualización sería una solución a la ecuación y una auténtica revolución.

Ahondando un poco más en el concepto de virtualización que les propongo, éste no distaría mucho del presentado en la citada película Matrix. Estaríamos todos conectados a máquinas que nos suministrarían los nutrientes necesarios y retirarían los residuos de nuestros cuerpos físicos, y además, y ésta es la parte más importante, mediante conexiones neuronales recibirían y enviarían impulsos eléctricos desde y hacia nuestras neuronas, estableciendo una interacción hombre-máquina que nos permitiría percibir lo que el sistema informático quiere que sintamos sin que sea real, sino solamente producto de los impulsos eléctrico-neuronales que el programa genera para nosotros. De la misma manera, el sistema se alimentaría de las señales bioeléctricas de nuestro cerebro para incorporar a su realidad virtual nuestros movimientos, nuestras palabras, nuestras relaciones con otros individuos virtualizados, etc. Literalmente viviríamos dentro de una simulación informática. La realidad sería un lujo, o una desgracia, reservada únicamente para los pocos seres humanos encargados del mantenimiento de la infraestructura y dispositivos que soportan el mundo virtual de todos los demás.

Pero nuestra virtualización no sólo es la solución para los dos problemas expuestos anteriormente: la limitación de lo físico a nuestro progreso frente a los avances virtuales, y la necesariamente expansiva población humana; hay otros aspectos positivos como la flexibilidad y versatilidad de una vida virtual sin limitaciones físicas. Teletransportarse sería una realidad al alcance de cualquiera, también el vivir universos virtuales paralelos en los que cada persona pueda tomar una decisión, mientras que otra persona puede vivir una vida con esa persona asumiendo que decide otra opción más a su gusto, al igual que viajar en el tiempo hacia el pasado… hacia el futuro sería también posible, pero en este caso se trataría de una proyección del futuro que no tendría por qué coincidir con la que luego se volverá realidad… pero ¿Qué importa?, estamos hablando de vidas virtuales, ¿Qué es realidad y qué es ficción?… tan sólo hay una tenue frontera que nos permite que la vida se adapte más a nuestros deseos que lo que lo hace la vida física del siglo XXI.

Y la gran ventaja, que refundaría sin duda el sistema capitalista, es que podríamos consumir y consumir productos para nuestra vida virtual que no implicarían ninguna fabricación física ni consumo de recursos naturales del planeta. No habría soporte físico para nuestras pertenencias, tan sólo diseño y poco más. Con todas las ventajas que ello conlleva.

Por otro lado, mirándolo desde un plano más humano, no duden que seríamos más felices, puesto que el acontecimiento más doloroso en la vida del ser humano, la muerte, podría ser obviado, ya que una vez virtualizado, poco costará mantener sistemas expertos que, cuando el cuerpo físico de una persona haya dejado de mantenerse vivo, puedan “emular” su comportamiento e interrelaciones con el resto de personas de su círculo social virtual. ¿Que un mundo en el que no haya muertes y cuya población no pare de crecer no es sostenible?. Recuerden que seremos seres virtuales, ocuparemos unos Gigabytes y un espacio físico para nuestro cuerpo mientras éste esté vivo (después ya ni eso). Claro que será sostenible, posiblemente mucho más que el actual, cuya explotación del planeta y sus recursos naturales tienden al agotamiento futuro del modelo.

Debido principalmente a este último punto, Stephen Hawking declaró hace algunos meses, que la única escapatoria para el ser humano será colonizar otros planetas. Si el Sr. Hawking me lo permite, y también ustedes, me tomaré la libertad de dar una alternativa a tamaña empresa, y la alternativa, a buen seguro más eficiente, barata y sostenible, es la virtualización de todos nosotros de la que hablamos.

Pero no todo son aspectos positivos. La amenaza vendría, como ya hemos comentado en otros posts, y como profetiza Matrix, por la facilidad de dominación de nuestras vidas virtuales que, en el caso de que nosotros mismos ya sólo existamos como virtualizaciones, adquiere un matiz más dramático y preocupante. No les negaré que éste tipo de cuestiones producen un vértigo insondable ante lo que puede ser nuestra única solución de futuro. Pero tal vez no nos tengamos que ver nunca en la disquisición de decidirnos por una vida virtual o no, ni tengamos que sopesar los pros y los contras. Tal vez no, porque seguramente no tendremos alternativa. ¿Virtualización o auto-extinción?, ¿Qué prefieren ustedes?. Realmente la cuestión es qué llegará antes, puesto que, aun suponiendo que se optase por la virtualización, tengo mis reservas de que nuestro mundo virtual llegue a ser una realidad (valga la contradicción) antes de que el ser humano acabe por completo con el planeta.

Asumiendo que la opción más optimista de la virtualización llegue a tiempo, una vez dado el salto a lo virtual, no habrá marcha atrás, pero, si no somos conscientes de ello, y somos felices en nuestro alter ego, ¿Qué más da?. Recuerden que es una cuestión de mera supervivencia de la raza humana. ¡Ah!, váyanse comprando unas gafas de sol al estilo Matrix y, dentro de unos años, saluden a Neo y a Trinity de mi parte.

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La profecía de George Orwell o El 1984 de las Redes Sociales

Empezaré este post disculpándome por elegir un asunto tan quemado como el de “Gran Hermano” de George Orwell. Sinceramente, el famoso Reality Show de televisión ha hecho que todo lo referido a este tema se relacione con el programa, y que todo aquello que lo cita pase inmediatamente a carecer de la más mínima originalidad. Pero no desisto en reivindicar la extraordinaria capacidad de profetizar del maestro Orwell, ni en comentar cómo nuestro mundo tiende a parecerse a aquel que describe en su famosa novela “1984”, ni en insistir en que más allá de mero título “Gran Hermano” hay toda una filosofía socioeconómica que trasciende de largo la mera observación de los individuos en la que se basa el programa presentado por Mercedes Milá.

Me gustaría no obstante aclarar con ustedes que el hecho de que los ciudadanos se sientan libres de opinar sobre cualquier tema de la vida pública y política de un país, es un signo inequívoco de madurez democrática. Sólo ocurre en aquellos países en los que la tradición democratizadora, y la sensación de seguridad jurídica e ideológica, hacen que los individuos no tengan miedo de expresar sus opiniones libremente y en cualquier foro. Las transiciones de sistemas dictatoriales a democracias consolidadas, son fases convulsas en las que la población hereda el miedo a opinar, no sin motivo, puesto que a menudo siguen presentes en la mente de los ciudadanos las razias de las fuerzas represoras. Ocurrió en la España de la guerra civil y sus consecuencias aún las podemos sentir hoy en día con el eco en nuestras cabezas de los consejos de nuestros abuelos de que no se opina en público sobre política. Es una lección que les costó mucho sufrimiento aprender, pero que el velo de las décadas de democracia borra lenta e inexorablemente.

Personalmente les confesaré que, de todas formas, existe en nuestra sociedad una saturación de la necesidad de opinar. Todo el mundo se siente con juicio y capacidad para opinar sobre cualquier tema, aún a sabiendas de que no se tiene toda la información y/o toda la formación para emitir una opinión correcta. Arreglar el mundo en las reuniones familiares o con los amigos en la tasca es el deporte nacional. Es por evitar este mal común por lo que muchas veces yo me esfuerzo por opinar sólo sobre aquellas cuestiones en las que me he podido detener a reflexionar o sobre las que creo que tengo capacidad y juicio para emitir una opinión digna de consideración. Es difícil que me oigan ustedes opinar sobre temas subjetivos o en los que carezco de información y/o formación. Es esta tendencia a opinar sobre todo lo que se mueve, y que yo trato de evitar, la que contribuye al fenómeno que les comentaba antes, indicativo no obstante, como les decía, de la consolidación democrática.

Pero cambiemos de prisma. Pasemos a plantearnos la forma en que la gente emite hoy en día sus opiniones. Es innegable que la llegada de las Redes Sociales ha encauzado esta necesidad de opinar sobre todo. Todos tenemos nuestros timelines llenos de opiniones personales, algunas fundamentadas y otras no. Twitter y Facebook han hecho que se multipliquen las opciones para que la gente opine sobre todo y lo dé a conocer al mundo. Y he aquí el peligro de ello: el soporte. Sí, el soporte informático hace que, como todos ustedes saben, por un coste reducido en espacio de almacenamiento, todos nuestros “likes” y “tweets” se queden registrados para la posteridad, y lo que hoy en día es la insignificante opinión de un ciudadano cualquiera, puede volverse el día de mañana en la clave para arrestar por cuestiones ideológicas a un individuo. ¿Se imaginan ustedes el poder de un órgano represivo con la información de Facebook o Twitter?. Es el dorado de la información clasificada sobre los ciudadanos de a pie, y somos todos nosotros los que lo hemos construido voluntaria y libremente en una demostración de democratización de nuestra sociedad, pero sentando las bases de un peligro futuro en caso de que sea mal utilizada.

Y ya no es sólo el hecho de que queden registradas las opiniones de toda la población hiperconectada, es que también se registran sus relaciones de afinidad y amistad. Cierto ideólogo decía “Para dominar a una persona debes conocer quiénes son sus amigos y sus enemigos”. De los enemigos por ahora no hay red social que los registre (en el futuro ya veremos), pero los amigos y la afinidad son evidentes en Facebook o Twitter. Lo que a un servicio secreto le costaba semanas o meses averiguar, a base de interrogatorios interminables, ahora lo tiene al alcance de un solo click.

Y es éste el “Gran Hermano” de verdad, y no el de la televisión. Todas nuestras opiniones, todas nuestras relaciones, todo detalladamente inventariado y clasificado, a disposición de cualquiera que quiera acceder a ello. Vamos, que Himmler soñaba con lo que ahora regalamos a cambio tan sólo de poder usar una herramienta de forma gratuita. Por ahora nuestra información personal se segmenta y se vende sólo para hacer marketing, pero ¿Quién sabe lo que nos deparará el futuro?.

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Nota del autor: si le ha gustado este post, he escrito posteriormente una segunda parte que creo que encontrará igualmente interesante: «El Gobierno del Software o Cómo controlar
a las masas con las redes sociales
«

El capitalismo contiene la semilla de su propia autodestrucción

No se engañen, no sé si será en esta crisis (que ya es indudable que es sistémica), en la siguiente, o en la siguiente de la siguiente… pero está claro que el sistema capitalista en el que vivimos algún día se vendrá abajo, y puede que uno de los motivos para ello sea el que les voy a exponer en este post.

El sistema capitalista contiene dentro de sí mismo la semilla de su propia autodestrucción. Me explicaré, es un sinsentido que en las sociedades más ricas del planeta (que no tienen por qué coincidir con las más evolucionadas), todo individuo, y la sociedad en su conjunto, traten de conseguir para sí mismos los mayores ingresos posibles (o las mejores condiciones laborables posibles), a la par que reducir todo lo posible los gastos (obtener los productos y/o servicios a adquirir al mejor precio). Ésta es la esencia de todo individuo y/o empresa capitalista para maximizar el beneficio monetario, bien sea personal o corporativo. Y es precisamente en esta esencia donde yo creo que reside una de las causas que algún día derrocarán al sistema capitalista como sistema económico predominante en el planeta.

Es un sinsentido que todos intentemos conseguir buenas condiciones laborales, tanto de mera retribución económica como de vacaciones, horarios y ventajas sociales, a la par que compramos en los máximos exponentes de la deslocalización o volamos compañías de dudosa reputación. Todos somos libres de comprar donde queramos, o volar con quien queramos, pero con nuestra elección individual estamos colectivizando tendencias que dirigen los derroteros de las empresas que nos proveen de productos y/o servicios. Si este tipo de empresas con alarmantes condiciones laborales ven aumentar año tras año su base de clientes, es lógico que las empresas de la competencia suelan tender a imitar su modelo productivo y cultura empresarial para poder seguir disfrutando de su trozo del pastel. ¿Y cuál es el modelo de estas empresas?… en la gran mayoría de los casos de deslocalización el modelo está basado en producir en países con mano de obra barata y que muchos occidentales considerarían que está sobre-explotada y en condiciones infrahumanas; en el caso de compañías aéreas de dudosa reputación el modelo está basado en unas condiciones laborales que distan mucho de ser aceptables para el común de los europeos y según los estándares habituales en la industria. Éste es ni más ni menos el sinsentido al que me refería, la mayoría quiere algo contrario a lo que impone con sus decisiones de compra. Y dado que lo que compramos es lo que se impone, llegaremos a un punto en el cual lo que queremos no exista: implosión del modelo capitalista, o lo que algunos no dudan en llamar la Chinización de Occidente.

Es el predominio del egoísmo sobre el interés colectivo lo que está en la esencia misma de esta Chinización. Todas las sociedades occidentales están de acuerdo en que es un derecho acceder a un trabajo digno, pero sin embargo cuando la gente compra, muchos deciden comprar el fruto de puestos de trabajo no dignos, por interés, porque no quieren ver la realidad, porque se engañan a sí mismos, o por lo que sea. Ésta es una desventaja de las sociedades libres, donde el poder colectivo del individuo traduce en global el individualismo intrínseco, mientras que en otras sociedades como la China, la inexistente libertad individual hace que las decisiones sean colectivas e impuestas por la clase gobernante. Sin entrar en lo que es aceptable o no, ¿Están los esfuerzos de una sociedad mejor dirigidos mediante un individualismo que va de abajo a arriba, o mediante una colectivización que va desde arriba hacia abajo?. La respuesta no es simple, no es un sí o un no. Es evidente que la libertad es algo a lo que todos debemos aspirar, y ésta va indisolublemente asociada al individualismo subyacente. Asumiendo esto como axioma, entonces ¿Cuál es la solución de la ecuación para que podamos vivir en libertad y sin embargo nuestro modelo no se venga abajo?. Educación y cultura financiera para el común de los mortales. Ya que en las sociedades occidentales algunas de las decisiones más influyentes se toman a nivel individual, asegurémonos de que estas decisiones se toman de forma correcta, o al menos con toda la formación e información disponible.

Sin ninguna duda el papel de las redes sociales en este último punto está llamado a ser esencial, ya que permite compartir información y opiniones de forma viral por todo el planeta. Aunque bien es cierto que esa ventaja puede al mismo tiempo tornarse perversa para desinformaciones y opiniones erróneas que se propagan de igual manera, si hay educación y cultura financiera, es de esperar que en la blogosfera se imponga el criterio más acertado. Si no es así (la masa también se equivoca), al menos se equivoca la mayoría, y habremos puesto de nuestra parte todo lo que podemos poner para que las decisiones sean lo más acertadas posible.

Bien, según lo anterior ya tenemos la solución a nuestros problemas, pero no dejen de leer tan pronto, ésta no es la panacea. Sólo los países que tienen un grado de responsabilidad educativa elevado llevan años poniendo en práctica estas conclusiones (con o sin contar todavía con la globalización), y recogerán sus frutos a tiempo. Para el resto, el hecho de que el periodo de maduración de las decisiones en materia educativa es muy largo, se tornará en un problema mayor (se tardan años desde que un individuo empieza a estudiar hasta que tiene juicio y capacidad de compra elevada). El peligro es que en ese caso, cuando la situación ya sea insostenible, se pasará a una colectivización forzada de las decisiones de compra, ¿Adivinan qué hay detrás de estas palabras?… Proteccionismo: aranceles para las importaciones dañinas. Éste ha sido ya el caso del Mercosur, que hace unas semanas ha elevado de forma coordinada los aranceles a las importaciones, tratando de proteger las industrias nacionales. Este proteccionismo puede desencadenar una colosal guerra comercial sin precedentes en la historia moderna, y de consecuencias totalmente imprevisibles, pero no voy a profundizar en este post en la naturaleza del proteccionismo, simplemente diré que trasgrede la globalización tan predicada por Occidente en los últimos lustros, y lanzaré una pregunta al aire: a estas alturas, ¿Puede ya el capitalismo sobrevivir sin la globalización?.

El caso es que me imagino que se tomarán este tipo de decisiones proteccionistas cuando ya no haya alternativa… en vez de haberse asegurado un modelo educativo responsable desde hace años. Y aunque se hubiese hecho, ¿Qué puede más?, ¿Lo que te han enseñado desde pequeño que es compra responsable, o el interés personal de adquirir bienes o servicios a menor precio cuando ninguno de tus conocidos y amigos te ven, aún a sabiendas de que estás promocionando la sobre-explotación de otros individuos en la otra punta del planeta?. ¿Bien colectivo y comportamiento ético, o egoísmo personal?… la respuesta la dejo a su propia elección, aunque mucho me temo que el asunto puede ir más allá de la educación y rozar la verdadera naturaleza humana de algunos individuos, pero la educación también ayuda, por supuesto, y en última instancia es lo único que podemos hacer.

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En el futuro todo el mundo será famoso durante 15 minutos o Redes Sociales vs Inteligencia Artificial

“En el futuro todo el mundo será famoso durante 15 minutos”. Es la enigmática frase de Andy Warhol a la que le vengo dando vueltas desde hace unos años cuando la oí por primera vez como parte de la publicidad del Heathrow Express. Nunca he encontrado una interpretación sobre la misma  hecha por el mismo autor, así que conjetura tras conjetura, veo cómo pasa el tiempo y esta frase parece una premonición sobre el advenimiento de las redes sociales y la propagación viral de la información por las mismas.

Las redes sociales forman un mecanismo de interconexión que conecta todos nuestros cerebros, de tal manera que una idea genial de cualquier individuo, a priori insignificante en el conjunto de la sociedad, rápidamente se propaga y adquiere relevancia entre todos los demás. Son las consecuencias de un mundo hiperconectado. Ello permite aprovechar al máximo los momentos de inspiración de cada persona, siendo esta inspiración, junto con los sentimientos y la creatividad, el principal activo del ser humano frente a la inteligencia artificial. Las redes sociales han servido de catalizador para la convergencia de la tecnología con el pensamiento humano, y están llamadas a ser en las próximas décadas el principal motor de la diferenciación entre las capacidades de la mente humana y las de la mente artificial.

Este último hecho ya es de gran relevancia por sí solo, puesto que se puede afirmar que en nuestro planeta la capacidad de cálculo de las máquinas supera ya a la capacidad de cómputo del ser humano. Con ello, si queremos conservar algún valor añadido frente a las máquinas, hemos de aunar todas nuestras capacidades como personas para sacar como conjunto el máximo provecho de ellas.

Asumiendo que ordenadores podemos producir todos los que se necesiten, podemos afirmar que en el futuro el límite del progreso será la disponibilidad de mentes humanas. Es cierto que mentes humanas también podemos tener todas las que se necesiten, no hay nada más que ponerse a ello, pero el largo periodo de maduración del ser humano en las sociedades occidentales, en las que pasan hasta veintitantos años desde que se nace hasta que se es productivo, hace que casar oferta y demanda sea una labor muy compleja. Además tenemos la planificación familiar, que hace que el número de individuos de las nuevas generaciones no dependa de las necesidades de mentes humanas de la sociedad, sino de las posibilidades económicas de los padres, o simplemente de su decisión de aumentar o no la familia. Es por ello por lo que tal vez veamos en un futuro un mundo tipo “Un mundo feliz” de Aldous Huxley, en el que los individuos ya no son los responsables de la procreación humana, sino que ésta se delega en el Estado, que va produciendo individuos según las necesidades de cada perfil disponible. ¿Es esto aceptable?… respóndase usted mismo, yo no estoy haciendo un juicio de valor, simplemente estoy teorizando sobre qué nos puede esperar a la vuelta de la esquina.

Ahondando más en el tema de la disponibilidad de mentes humanas, ya se puede observar hoy en día que la progresiva especialización en todos los campos de la ciencia, hace que cada vez sea más difícil avanzar en cada ámbito, puesto que a nivel global hay pocos individuos capaces de aportar innovación en especialidades tan particularizadas. Con las redes sociales, esas escasas mentes super-especializadas pueden estar en comunicación cuasi-permanente, permitiendo maximizar al menos las posibilidades de un recurso escaso: la mente humana.

Pero volviendo al tema de la frase de Warhol. Todos seremos en el futuro famosos durante al menos 15 minutos, y ese futuro está aquí, para salvarnos y diferenciarnos de las máquinas que tanto suman, restan, multiplican y dividen, y que desde hace unos pocos años hasta ya hay sistemas expertos que toman decisiones complejas, pero que por ahora no son capaces de ser creativas, tener inspiración o experimentar sentimientos. Un ejemplo de 15 minutos de fama lo hemos podido ver a raíz de Twitter y el ahora famoso bloguero Pablo Herreros. Esta persona inició una campaña contra el programa La Noria desde su cuenta de Twitter, porque dicho programa invitó a su plató a la madre de uno de los acusados en el asesinato de Marta del Castillo. Este bloguero y su campaña consiguieron que grandes anunciantes retirasen su publicidad del programa, dejando claro que las acciones de cualquier persona conectada pueden tener más fácilmente un impacto importante en nuestras sociedades. Esto, aplicado a la creatividad, a la inspiración o a los sentimientos, permite magnificar las cualidades diferenciales del ser humano, haciéndolas accesibles a la sociedad en su conjunto, y permitiendo poder considerar a la raza humana como un “ente pensante” global, en el cual además está el valor añadido de la individualidad subyacente propia de sociedades democráticas.

Como conclusión de este post, si aún no la tienen, ábranse una cuenta en Twitter o Facebook y aprovechen sus 15 minutos de gloria cuando les vengan. ¡Ah!, y acuérdense de Andy Warhol cuando lo hagan, de alguna manera, en los años 80, él ya se olía que algo similar ocurriría algún día.

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Nota del autor: si le ha gustado este post, he escrito posteriormente una segunda parte que creo que encontrará igualmente interesante: «Ni Asimov llegó nunca a imaginar algo así o Cloud Robotics como la última tendencia en Cloud Computing»

La Muerte de Darwin o ¿Tiende el hombre a su auto extinción?

Señoras y señores, en lo que a la raza humana se refiere, Darwin ha muerto. Tras esta impactante frase, que de buenas a primeras hace temblar los mismos cimientos de nuestra actual comprensión sobre la evolución de las especies, se halla una reflexión que hago y de la que realmente, en cierta medida, se desprende tan contundente afirmación.

¿Han pensado ustedes alguna vez en que, si por la famosa selección natural fuese, un científico tan importante como Stephen Hawking no estaría vivo?. Desde que se vive en sociedad, los patrones de los individuos que sobreviven y cuyos genes se perpetúan, han cambiado sensiblemente. Ya no prima tanto el instinto de supervivencia, ya no priman tanto las características físicas, ya no prima tanto la ley del más fuerte… prima el reconocimiento de la sociedad hacia las tareas que para ella se desempeñan. Tanto haces tanto vales. Y si no te vales por ti mismo, con ese reconocimiento social traducido en capacidad económica, puedes conseguir que otros se ocupen de ti. Esto implica directamente que, como en el caso tan llamativo de Stephen Hawking, aunque no seas capaz de sobrevivir por tus propios medios, puedas conseguir el personal o equipamiento que te permita seguir adelante y, lo que nos ocupa y es más importante, puedas formar una familia con la que tus genes se perpetúen.

¿Qué implicaciones tiene esto?. Algunos dirán que genéticamente la raza humana puede estar debilitándose puesto que genes débiles son transmitidos a generaciones futuras… bueno, esto, sin ser falso desde un punto de vista meramente físico, es matizable. La sociedad (ojalá fuese siempre) reconoce en términos económicos lo que le aportas para satisfacer sus necesidades; por lo tanto se perpetúan los genes que en ese momento desarrollan capacidades necesarias para su evolución. Sé que esto de “evolución” es muy relativo, hay individuos en nuestro entorno sobre los cuales me pregunto realmente en función de qué obtienen tantos recursos económicos de nuestra sociedad… pero estamos “idealizando” un poco, faranduleos y mundos rosas aparte, quedémonos con el ejemplo más constructivo de Stephen Hawking.

Pero la cosa no queda ahí. La influencia que el ser humano tiene sobre su entorno, permite que esta muerte de la selección natural se extienda a otras especies. Es conocido por todos los biólogos la amenaza para la diversidad de las especies que supone la agricultura y la ganadería. Estamos hablando de extinciones de especies naturales sólo porque aportan menos beneficios económicos a explotaciones ganaderas o agrícolas. Todos los años se extinguen multitud de especies ya no salvajes, sino también ganaderas o agrícolas, porque con la globalización poco a poco se va imponiendo en todos los países la misma raza de vaca (la que produce más leche), la misma especie de trigo (la que da más grano y resiste mejor las plagas) etc. Por no citar ya el impacto directo sobre especies que conviven en su día a día con el ser humano, como son los animales de compañía. Además de la debilidad que implica la poca diversidad de genes en los animales de pura raza y con pedigree, que se traduce en alergias, vulnerabilidad ante enfermedades, etc. podemos incluso hablar de razas que sin el ser humano se extinguirían, un ejemplo de ello es la raza canina Bulldog. Esta raza, a base de cruzar y cruzar entre sí individuos con genes muy similares para acentuar las características insignia de la raza (pecho ancho, cabeza grande, caderas estrechas), se ha llegado a un punto en el que la mayoría de las crías de Bulldog, ya en el vientre de su madre, tienen un cráneo demasiado ancho para que pase de forma natural por las caderas de la hembra al dar a luz. Es un hecho que, por ello, la mayoría de los cachorros Bulldog nacen por cesárea, lo cual quiere decir que, si no fuese por la intervención humana, no podrían sobrevivir por si solos.

Tras esta argumentación, supongo que ustedes estarán de acuerdo conmigo en que Darwin ha muerto, y si no ha muerto poco le queda. Vamos ahora a pensar un poco sobre las consecuencias.

Las repercusiones del impacto de la actividad humana sobre la diversidad genética del planeta son aplastantes, y nunca lograremos saber hasta qué punto esto es bueno o malo, porque cada vez que una variación genética se pierde, y se homogeniza debido a la pervivencia de un gen concreto, una especie seguro que pierde una opción de supervivencia ante el futuro. Sí, eso es, quiero decir que la Naturaleza es muy sabia, y sabe que el futuro es impredecible, no sabemos qué nos espera a la vuelta de la esquina, por ello que una especie tenga diversidad genética implica directamente que tiene más posibilidades de supervivencia según el planeta evolucione en uno u otro sentido: de ello depende su capacidad de adaptación a nuevas condiciones de vida. Además de este punto, muy importante ya de por sí, tenemos que, cambios de condiciones de vida aparte, e incluso mirándolo desde un punto de vista egoístamente humano, es esencial en el desarrollo humano la diversidad genética en el planeta. La mayoría de las veces el hombre no inventa nada nuevo, se limita a imitar lo que ve en la naturaleza; gran parte de los fármacos se basan en principios activos descubiertos en el medio natural, por no hablar de multitud de inventos como el velcro, basados en la observación de las especies del planeta… y todo esto tiende a desaparecer.

A modo de resumen diré que, según lo hasta ahora expuesto, queda claro que la actividad humana es ya un factor determinante en la genética de cada especie, incluidos nosotros mismos.

Sobre si esta actividad conduce hacia una mayor diversidad genética, por lo que a los humanos respecta, hay fuerzas encontradas. Por un lado está el hecho de que gracias al cambio en los patrones de los individuos que sobreviven que apuntábamos antes, hay una diversidad genética adicional, que si bien aporta individuos que no sobrevivirían por medios naturales, si es cierto que son genes que se extinguirían y que no sabemos a ciencia cierta para que pueden servir en la supervivencia de nuestra especie según sean las circunstancias futuras. Por otro lado, está el hecho de que la globalización humana implica la mezcla de distintas razas, donde se perpetúan los genes dominantes, perdiéndose la diversidad genética de los genes recesivos.

En cuanto a las especies animales y vegetales, de nuevo tenemos fuerzas encontradas. Hay especies y genes que sobreviven sólo gracias a nuestra intervención, y hay extinciones de especies tanto salvajes como domésticas y ganaderas o agrícolas dependientes de nuestra actividad.

Visto lo anterior, podemos decir que, lo más probable es que tanto para los seres humanos como para las demás especies, prima la homogeneización genética de las razas, adaptando la evolución genética a las necesidades de la actividad humana: es una subyugación de la Naturaleza a nuestro poder de influencia sobre ella.

Y tras estas reflexiones nos acercamos al quid de la cuestión. Para la misma supervivencia de la especie humana, sólo hay dos alternativas. O bien el ser humano deja de impactar por la mayor, tanto directamente como indirectamente, sobre la diversidad genética del planeta, cosa que empiezo a pensar que es imposible, o bien su desarrollo tecnológico le permite superar su tradicional dependencia de la naturaleza para seguir evolucionando como especie y como sociedad. ¿Nos ayudarán los ordenadores, la globalización e Internet a conseguir una evolución tecnológica que nos permita suplir la labor genética que la Naturaleza ha desempeñado durante milenios?.  Difícilmente, pues nos lleva mucho tiempo y experiencia de ventaja, y el gran problema ya no es si algún día lo llegaríamos a conseguir, sino que el impacto de la actividad humana sobre el planeta en la actualidad es ya tan importante que es ahora cuando nos tenemos que hacer esta pregunta. ¿Estamos actualmente en disposición de prescindir de la Naturaleza para nuestra evolución?. Esta pregunta apunta a una segunda cuestión de mayor calado: ¿Tiende el ser humano hacia su propia auto extinción?. Cada cual que se responda él mismo a la pregunta, y por supuesto, no toco el tema del respeto a otras especies animales y vegetales, que dejamos para otro post, aquí me limito a reflexionar desde un punto de vista meramente egoísta de la supervivencia de la especie humana.

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