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El impacto del pánico colectivo sobre el progreso o El lógico miedo ante lo desconocido
Hace algún tiempo leí un extracto de prensa de finales del siglo XIX en el cual el autor reflejaba la preocupación existente en la época por las velocidades alcanzadas por el entonces revolucionario ferrocarril. Más concretamente, la sociedad se preguntaba por los efectos sobre la salud de viajar a una velocidad tan desorbitada como los 60Kmh alcanzados en la época, pues en muchos círculos se pensaba que a largo plazo era perjudicial para el cuerpo humano.
Obviamente, el discurrir de los años y el progreso han demostrado que aquellos miedos eran totalmente infundados, y hoy en día viajamos a velocidades muy superiores sin efectos nocivos para la salud. Pero no es este hecho concreto en el que me quiero detener para reflexionar con ustedes. Lo que nos interesa de este tema es cómo el miedo ante lo desconocido puede frenar el progreso, o, si se mira desde el otro punto de vista, cómo un supuesto avance puede desencadenar un cataclismo socio-sanitario en el planeta.
Para empezar, es justo decir que el miedo es humano y… necesario para nuestra supervivencia, puesto que implica precaución, lo cual permite anticiparse a futuros problemas. Pero, ¿Hasta qué punto en estos temas nos estamos preocupando por algo real, o estamos frenando el progreso humano con miedos vanos e infundados?. Cada tema en el que se nos plantea este tipo de disyuntiva es total y técnicamente distinto, por lo que es imposible generalizar. Pero es cierto que lo desconocido es imprevisible por nuestra propia ignorancia en el tema, con lo que lo menos que podemos hacer es poner las tecnologías en cuarentena gradual y controlada, hasta que el paso de los años vaya demostrando si verdaderamente son inocuas. El problema es que, cuando hay negocio detrás, este “gradual y controlada” puede pasar a obedecer más a necesidades de mercado que a prudencia y reglamentación sanitaria.
Con la evolución exponencial de la tecnología que se da en nuestros días, tenemos diversos campos y ejemplos en los que nos enfrentamos a estos problemas. Por la generalización de las comunicaciones móviles, tal vez el más mediático de ellos sea el de cómo las radiaciones electromagnéticas pueden afectar a la salud. Algo que no está demostrado que sea perjudicial… pero que tampoco está demostrado que sea inocuo.
Otro campo de ignorancia en el que la evolución la tecnología es superior al de nuestros conocimientos sobre su impacto en la salud, es el del modo de vida del siglo XXI. La masiva disponibilidad de información, así como su inmediatez, se traducen en una sobre-estimulación sensorial y de actividad cerebral que no se ha dado nunca antes en la historia de la humanidad. Ya no hay esperas mirando el techo, ya no hay ratos de aburrimiento, casi todo es híper-conexión y permanente actividad mental, bien sea leyendo, bien sea escribiendo. Los niños tampoco están a salvo de esta tendencia, puesto que, aunque su grado de contacto con la tecnología suela ser inferior al que tienen los adultos, hay una tendencia generalizada a sobre-estimularlos permanentemente con actividades que, si bien en cierta medida pueden ser beneficiosas, llevadas a los niveles habituales de hoy en día algunos opinan que pueden ser causa de diversas anomalías de comportamiento, que muchas veces no veremos hasta que sean mayores dentro de unos años.
Un último avance en torno al cual se está creando cierto pánico colectivo es el que se refiere a las pantallas retroiluminadas y sus efectos sobre la visión. Las pantallas LCD emiten mucha más luz de onda corta que la existente en nuestro entorno natural. Es por ello por lo que ciertos sectores están alertando de los efectos a largo plazo sobre la visión que puede provocar leer en las pantallas de smartphones, tablets y pantallas planas. De nuevo, no sabemos a ciencia cierta qué es real y qué infundado, pero hay gente que cree que el “Ensayo sobre la ceguera” de José Saramago puede ser más factible de lo que pensamos.
Me despediré hoy aconsejándoles que, aunque no es cuestión de volverse un Amish, no es conveniente abusar de tecnologías cuyas consecuencias son aún desconocidas a largo plazo. Tal vez en unos años ciertas precauciones les sonarán ridículas, al igual que les parecerá hoy en día la del ferrocarril del siglo XIX que abría este post, pero lo que es seguro es que es preferible pensar que uno se ha pasado de prudente, a pagar unas consecuencias que pueden afectar gravemente a nuestra salud y la de los que nos rodean. No cometan el error de creerse más inteligentes que sus antepasados de hace dos siglos, la genética no avanza tan rápido. Somos igual de inteligentes, tan sólo estamos técnicamente más avanzados. Si ustedes hubiesen nacido hace doscientos años, seguramente tendrían los mismos miedos y se harían las mismas preguntas sobre la velocidad. Y recuerden, por mucha opinión formada que puedan tener sobre un tema, por mucha información que hayan podido leer al respecto, nadie, repito nadie, puede adivinar el futuro. Y ante la incertidumbre, lo mejor es optar por la prudencia en su justa medida.
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La lacra de la ciencia y el I+D en España o La malograda carrera técnica
¿No se han preguntado por qué la ciencia y el I+D en España es, salvo honrosas excepciones, poco más que unas subvenciones estatales y unas becas que dejan muchísimo que desear?. ¿No han tenido la posibilidad en su vida profesional de dar el salto a puestos de gestión y dejar la técnica, y lo han aceptado para mejorar sus condiciones económicas y la proyección en su empresa?. Si llevan ustedes ya unos años en la arena laboral, a poco que les interese la innovación y/o si han estudiado una carrera técnica, posiblemente su respuesta a ambas preguntas sea un rotundo sí.
Es cierto, admitámoslo, salvo unos pocos puestos relevantes a nivel nacional y el sector universitario (que sobrevive también en parte por la docencia), los técnicos y los científicos que se mantienen como tales durante toda su carrera se puede decir que lo hacen por amor al arte, porque lo que es por estar retribuidos dignamente y por hacer carrera, la verdad, no es motivo.
Expongamos claramente la situación actual. Hay dos patas del I+D: los científicos y los técnicos. Generalmente los científicos de carrera tienen unas condiciones laborales precarias, mayormente con becas de asignaciones ínfimas o puestos interinos que en el mejor de los casos se van renovando cada cierto tiempo, con poca continuidad o estabilidad económico-laboral. Como les decía, tan sólo algunos puestos contados a nivel nacional tienen buenas condiciones, y en la universidad tal vez hay un panorama algo mejor, pero es cierto que también es debido principalmente a que casi siempre combinan la investigación con labores docentes. En el caso de los técnicos el panorama no es mucho más halagüeño. Son los técnicos los que en las empresas y en las instituciones tienen capacidad para optimizar procesos, dar con nuevas e innovadoras soluciones o desarrollar nuevo hardware, software o productos industriales. ¿Qué me dicen ustedes si les comento que habitualmente los técnicos, que en realidad son los que producen algo tangible, casi son los peor retribuidos en puestos de oficina en las empresas?. ¿Qué me dicen si les indico que normalmente, a un buen técnico que ha demostrado tener cualidades personales y profesionales, se le ofrece pasar a puestos de gestión como plan de carrera?. Pues créanme cuando les digo que lo que les expongo es la triste norma general.
Pasemos a analizar las consecuencias de este desolador panorama nacional. La consecuencia más inmediata es obvia, los mejores investigadores y técnicos van pasando a puestos de gestión, para los que tal vez estén peor dotados, y dejando una ciencia y una técnica en la que tienen mucho que decir: doble pérdida. Además, las generalmente muy mejorables condiciones de los que se quedan, con el paso del tiempo, les hace ir cayendo en la desmotivación, lo cual suele influir en su estado de ánimo y por ello también en su preciada creatividad y capacidad de innovación. Al ser esto así, una consecuencia de segundo orden es que en España se inventa, investiga e innova mucho menos de lo que se podría potencialmente, y lo que se hace es mayormente gracias a esos estupendos profesionales que tenemos que a veces se mantienen fieles a su pasión científico-técnica más por amor al arte que por otra cosa. La verdad, en estas condiciones me sorprende que aún consigamos lo que vamos consiguiendo a nivel nacional, y es sin duda gracias a la calidad personal y profesional de los científicos y técnicos que nos quedan. Y si empezamos con las comparaciones, y nos miramos en el espejo de otros países más avanzados en estos campos como USA, Alemania o Japón, vemos cómo nos sacan los colores por número de patentes, por nuevos productos, por nuevas tecnologías, por innovaciones, por artículos de investigación, etc. Lo más triste de todo es que, en las jerarquías de base, materia prima, formación, pasión y voluntad hay mucha y buena, si no ya les digo que estaríamos aún peor de lo que estamos.
Pero, para poder buscar una solución a tan importante problema, preguntémonos el porqué esto es así. La situación llama aún más la atención cuando curiosamente todo el mundo en la sociedad, en las instituciones y en las empresas están de acuerdo en que el I+D es esencial y así lo reconocen públicamente, pero luego la realidad que muchos dirigentes y directivos practican en la trastienda dista mucho de lo que predican, y el I+D se ve más como un gasto de resultados inciertos que como una inversión de futuro. Yo diría que es un problema de mentalidad y casi cultural. Me atrevería a decir que incluso es un problema de emprendimiento. Y por qué no decirlo, también de financiación. En mecas de la innovación como Silicon Valley es mucho más sencillo encontrar individuos o instituciones con recursos económicos y dispuestos a invertir en proyectos novedosos, nuevas tecnologías o start-ups.
Pero seamos constructivos, propongamos cómo solucionar esta lacra. Como les decía antes, deberíamos mirar a otros países que lo estén haciendo mejor que nosotros. En USA, Alemania y Japón el I+D no es como aquí, en estos países se puede perfectamente hacer una carrera profesional de por ejemplo programador informático, y si se es bueno, llegar a tener un salario y una reputación considerable. La realidad indiscutible es que estos tres casos son mecas del I+D y la ingeniería a nivel global, lógicamente, y como consecuencia, con economías líderes. ¿La gran diferencia de estos países con España?. Como parte de la voluntad política y directiva que les comentaba antes, es verdad que en general en España hay pavor a arriesgar, a fracasar, en parte probablemente por la poca tolerancia al fallo y al fracaso que hay en nuestra sociedad, tal y como tratábamos en el post «El ansiado y fatuo éxito profesional en España o Cómo la mayoría intenta ocultar sus errores«.
Tal y como les decía entonces, tenemos que cambiar de una vez por todas la tan nociva cultura nacional del éxito por la de la tolerancia al fallo, ya no sólo por las consecuencias socioeconómicas, el bienestar personal, y ambiente profesional que les expuse en su momento en el post del link anterior, sino también porque el I+D también depende de ello, es el sector más estratégico y de futuro que hay en una economía, y con la mentalidad actual les puedo garantizar que no vamos a ningún sitio. Hay que plantearse de una vez por todas por qué en España vender humo, gestionar personas o gestionar proyectos está mucho mejor retribuido que desarrollar una buena idea, investigación o producto; es algo muy indicativo de que algo va mal en nuestra sociedad: el éxito, el cortoplacismo o la autoridad sobre otras personas o sobre recursos económicos se valoran mucho más que el aprender de los propios errores, los beneficios a largo plazo, la creatividad o la iniciativa. ¿Que cómo se hacen estos cambios tan necesarios?. Es un proceso difícil y lento a nivel colectivo, pero en estas situaciones hay que ir de abajo a arriba, y el principio del cambio empieza por nosotros mismos, porque si tenemos que esperar a que cambie por sí sólo lo que tenemos por encima, a la vista están los resultados a lo largo de estas últimas décadas. Por ello les pido que traten de estar al día en estos temas, y que cuando vean un producto novedoso, que les solucione un problema, que les facilite la vida, etc. no lo duden, promuevan el I+D y cómprenlo, cuéntenlo a sus amistades, retuitéenlo en Twitter, postéenlo en Facebook, y con más motivo si se trata de un producto “Made in Spain”, que buena falta le hace a nuestra economía. Con ello no me gustaría que se quedasen con la impresión de que les echo la culpa a ustedes de la situación actual, eso sería muy injusto por mi parte, tan sólo les pido que participen en la solución en la medida de sus posibilidades: entre todos podemos conseguirlo.
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La Muerte de Darwin o ¿Tiende el hombre a su auto extinción?
Señoras y señores, en lo que a la raza humana se refiere, Darwin ha muerto. Tras esta impactante frase, que de buenas a primeras hace temblar los mismos cimientos de nuestra actual comprensión sobre la evolución de las especies, se halla una reflexión que hago y de la que realmente, en cierta medida, se desprende tan contundente afirmación.
¿Han pensado ustedes alguna vez en que, si por la famosa selección natural fuese, un científico tan importante como Stephen Hawking no estaría vivo?. Desde que se vive en sociedad, los patrones de los individuos que sobreviven y cuyos genes se perpetúan, han cambiado sensiblemente. Ya no prima tanto el instinto de supervivencia, ya no priman tanto las características físicas, ya no prima tanto la ley del más fuerte… prima el reconocimiento de la sociedad hacia las tareas que para ella se desempeñan. Tanto haces tanto vales. Y si no te vales por ti mismo, con ese reconocimiento social traducido en capacidad económica, puedes conseguir que otros se ocupen de ti. Esto implica directamente que, como en el caso tan llamativo de Stephen Hawking, aunque no seas capaz de sobrevivir por tus propios medios, puedas conseguir el personal o equipamiento que te permita seguir adelante y, lo que nos ocupa y es más importante, puedas formar una familia con la que tus genes se perpetúen.
¿Qué implicaciones tiene esto?. Algunos dirán que genéticamente la raza humana puede estar debilitándose puesto que genes débiles son transmitidos a generaciones futuras… bueno, esto, sin ser falso desde un punto de vista meramente físico, es matizable. La sociedad (ojalá fuese siempre) reconoce en términos económicos lo que le aportas para satisfacer sus necesidades; por lo tanto se perpetúan los genes que en ese momento desarrollan capacidades necesarias para su evolución. Sé que esto de “evolución” es muy relativo, hay individuos en nuestro entorno sobre los cuales me pregunto realmente en función de qué obtienen tantos recursos económicos de nuestra sociedad… pero estamos “idealizando” un poco, faranduleos y mundos rosas aparte, quedémonos con el ejemplo más constructivo de Stephen Hawking.
Pero la cosa no queda ahí. La influencia que el ser humano tiene sobre su entorno, permite que esta muerte de la selección natural se extienda a otras especies. Es conocido por todos los biólogos la amenaza para la diversidad de las especies que supone la agricultura y la ganadería. Estamos hablando de extinciones de especies naturales sólo porque aportan menos beneficios económicos a explotaciones ganaderas o agrícolas. Todos los años se extinguen multitud de especies ya no salvajes, sino también ganaderas o agrícolas, porque con la globalización poco a poco se va imponiendo en todos los países la misma raza de vaca (la que produce más leche), la misma especie de trigo (la que da más grano y resiste mejor las plagas) etc. Por no citar ya el impacto directo sobre especies que conviven en su día a día con el ser humano, como son los animales de compañía. Además de la debilidad que implica la poca diversidad de genes en los animales de pura raza y con pedigree, que se traduce en alergias, vulnerabilidad ante enfermedades, etc. podemos incluso hablar de razas que sin el ser humano se extinguirían, un ejemplo de ello es la raza canina Bulldog. Esta raza, a base de cruzar y cruzar entre sí individuos con genes muy similares para acentuar las características insignia de la raza (pecho ancho, cabeza grande, caderas estrechas), se ha llegado a un punto en el que la mayoría de las crías de Bulldog, ya en el vientre de su madre, tienen un cráneo demasiado ancho para que pase de forma natural por las caderas de la hembra al dar a luz. Es un hecho que, por ello, la mayoría de los cachorros Bulldog nacen por cesárea, lo cual quiere decir que, si no fuese por la intervención humana, no podrían sobrevivir por si solos.
Tras esta argumentación, supongo que ustedes estarán de acuerdo conmigo en que Darwin ha muerto, y si no ha muerto poco le queda. Vamos ahora a pensar un poco sobre las consecuencias.
Las repercusiones del impacto de la actividad humana sobre la diversidad genética del planeta son aplastantes, y nunca lograremos saber hasta qué punto esto es bueno o malo, porque cada vez que una variación genética se pierde, y se homogeniza debido a la pervivencia de un gen concreto, una especie seguro que pierde una opción de supervivencia ante el futuro. Sí, eso es, quiero decir que la Naturaleza es muy sabia, y sabe que el futuro es impredecible, no sabemos qué nos espera a la vuelta de la esquina, por ello que una especie tenga diversidad genética implica directamente que tiene más posibilidades de supervivencia según el planeta evolucione en uno u otro sentido: de ello depende su capacidad de adaptación a nuevas condiciones de vida. Además de este punto, muy importante ya de por sí, tenemos que, cambios de condiciones de vida aparte, e incluso mirándolo desde un punto de vista egoístamente humano, es esencial en el desarrollo humano la diversidad genética en el planeta. La mayoría de las veces el hombre no inventa nada nuevo, se limita a imitar lo que ve en la naturaleza; gran parte de los fármacos se basan en principios activos descubiertos en el medio natural, por no hablar de multitud de inventos como el velcro, basados en la observación de las especies del planeta… y todo esto tiende a desaparecer.
A modo de resumen diré que, según lo hasta ahora expuesto, queda claro que la actividad humana es ya un factor determinante en la genética de cada especie, incluidos nosotros mismos.
Sobre si esta actividad conduce hacia una mayor diversidad genética, por lo que a los humanos respecta, hay fuerzas encontradas. Por un lado está el hecho de que gracias al cambio en los patrones de los individuos que sobreviven que apuntábamos antes, hay una diversidad genética adicional, que si bien aporta individuos que no sobrevivirían por medios naturales, si es cierto que son genes que se extinguirían y que no sabemos a ciencia cierta para que pueden servir en la supervivencia de nuestra especie según sean las circunstancias futuras. Por otro lado, está el hecho de que la globalización humana implica la mezcla de distintas razas, donde se perpetúan los genes dominantes, perdiéndose la diversidad genética de los genes recesivos.
En cuanto a las especies animales y vegetales, de nuevo tenemos fuerzas encontradas. Hay especies y genes que sobreviven sólo gracias a nuestra intervención, y hay extinciones de especies tanto salvajes como domésticas y ganaderas o agrícolas dependientes de nuestra actividad.
Visto lo anterior, podemos decir que, lo más probable es que tanto para los seres humanos como para las demás especies, prima la homogeneización genética de las razas, adaptando la evolución genética a las necesidades de la actividad humana: es una subyugación de la Naturaleza a nuestro poder de influencia sobre ella.
Y tras estas reflexiones nos acercamos al quid de la cuestión. Para la misma supervivencia de la especie humana, sólo hay dos alternativas. O bien el ser humano deja de impactar por la mayor, tanto directamente como indirectamente, sobre la diversidad genética del planeta, cosa que empiezo a pensar que es imposible, o bien su desarrollo tecnológico le permite superar su tradicional dependencia de la naturaleza para seguir evolucionando como especie y como sociedad. ¿Nos ayudarán los ordenadores, la globalización e Internet a conseguir una evolución tecnológica que nos permita suplir la labor genética que la Naturaleza ha desempeñado durante milenios?. Difícilmente, pues nos lleva mucho tiempo y experiencia de ventaja, y el gran problema ya no es si algún día lo llegaríamos a conseguir, sino que el impacto de la actividad humana sobre el planeta en la actualidad es ya tan importante que es ahora cuando nos tenemos que hacer esta pregunta. ¿Estamos actualmente en disposición de prescindir de la Naturaleza para nuestra evolución?. Esta pregunta apunta a una segunda cuestión de mayor calado: ¿Tiende el ser humano hacia su propia auto extinción?. Cada cual que se responda él mismo a la pregunta, y por supuesto, no toco el tema del respeto a otras especies animales y vegetales, que dejamos para otro post, aquí me limito a reflexionar desde un punto de vista meramente egoísta de la supervivencia de la especie humana.
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