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Cómo la Bolsa influye en tus relaciones personales (aunque nunca hayas invertido ni un duro)
¿Cómo influye la Bolsa en su economía familiar incluso si no ha comprado ni un duro en acciones en toda su vida? ¿No se ha planteado nunca que puede que su día a día esté también «regulado» por las plazas bursátiles hasta un punto que nunca habría imaginado? ¿Podría ser que hasta la relación con su propio jefe o con sus mismos compañeros de trabajo se encuentre presa bajo una fuerte influencia por parte de algo tan abstracto como puede ser la regulación de los mercados de valores?
Por increíbles que todas estas preguntas les puedan resultar en un primer momento, sus respuestas son un sí rotundo. No es así sólamente por una cuestión limitada a temas económicos o monetarios, sino por un amplio rango de derivadas generalmente muy poco tenidas en cuenta, y que tocan de lleno esa disciplina de cuya esencial importancia suelo hablarles: la Socioeconomía. Pasen y lean, que el post de hoy tiene mucha más miga de la que les puede parecer.
La importancia de elegir un buen modelo personal o La influencia que se escapa a nuestro control
La mayoría de la gente toma uno o varios modelos personales a los que de una manera u otra trata de imitar. La correcta elección de estos modelos es probablemente una de las decisiones (consciente o inconsciente) más importantes que toman especialmente nuestros jóvenes, puesto que sobre ella construyen los cimientos de la persona en la que luego se acaban convirtiendo.
La adolescencia es una época clave en la cual nuestra personalidad es más maleable y vulnerable que en la edad adulta. Si a ello añadimos las inseguridades propias de una edad en la que las personas tratan de buscar una identidad casi desesperadamente, tenemos el cóctel perfecto para que los modelos personales tengan a esa edad más influencia que nunca sobre nuestro futuro.
No se equivoquen, de adultos también tenemos modelos, pero con una pequeña ventaja sobre los adolescentes. Nuestra seguridad e identidad más desarrolladas nos permiten ser capaces de ser más selectivos a la hora de elegir qué queremos aprender y qué no de cada uno de nuestros modelos personales, distanciándonos de la imitación ciega que profesan la mayoría de los adolescentes.
En cualquier caso, seamos adultos o no, la elección de nuestros modelos es igualmente fundamental, puesto que en cierta manera les admiramos. El problema radica en que la admiración a veces provoca deslumbramiento, y el deslumbramiento suele llevar consigo poco juicio crítico. Ello implica que, incluso estando en la madurez de nuestra vida, la influencia que nuestros modelos personales ejercen sobre nosotros trasciende el plano de lo consciente, y muchas veces les acabamos tomando como ejemplo incluso en las cosas que no debemos. Porque no lo olviden, toda persona tiene sus defectos, incluso nuestros modelos personales. Tratar de aprender de ellos sólo en lo bueno es una meta a alcanzar, pero no siempre lo vamos a poder conseguir. De ahí la gran importancia de elegirlos bien, en lo bueno y en lo malo.
Yo sinceramente creo que nuestra sociedad está enferma, y que uno de los grandes problemas que tiene está relacionado con los modelos que eligen nuestros jóvenes para cimentar sus personalidades futuras. Es demasiado común preguntar en círculos de niños que qué quieren ser de mayores y encontrarse con que la inmensa mayoría sólo quieren convertirse en futbolistas o famosos. A menudo aspiran tan sólo a futuros de mucho dinero, que llega rápido y con poco esfuerzo. No conozco a casi ninguno que diga que quiere pasar noches en vela para descubrir una vacuna como la del ébola, y luego poder darla gratuitamente sin patentes para que no muera la gente en África. Y los niños a esas edades sólo son esponjas que absorben de su entorno, por lo tanto hay algo que los adultos les estamos enseñando muy pero que muy mal.
Servidor, como uno más, también tiene y ha tenido sus propios modelos personales. Uno de ellos es César, una persona de mi entorno más cercano en la que siempre me he fijado por diversos factores. Entre dichos factores está su calidad personal, su esfuerzo continuo por mantener un buen nivel cultural, sus inquietudes por enriquecerse y evolucionar como persona, y su pasión por la vida, viajar, conocer otras culturas, etc. César no es perfecto, obviamente, pero de él he podido aprender algunas cosas fundamentales que me permiten en parte ser hoy en día el que soy.
A buen seguro también están ustedes rodeados de gente que sólo se queja de su presente y culpa de todo a su entorno, sin el menor rastro de autocrítica. La autocrítica es la forma más fácil de mejorar nuestra situación, puesto que sólo depende de nosotros. Seguramente una parte importante de esa autocrítica debería empezar por los modelos que eligieron hace años nuestros quejicas. Por lo que les citaba a César en el párrafo anterior es porque aquí entra en acción una de sus enseñanzas. Me ha dicho muchas veces que los romanos decían que “La peor rueda del carro es siempre la que más chirría”. Así que ya saben, quéjense menos, y céntrense más en lo que esté en su propia mano para mejorar su vida, entre ello elegir como modelos a esas joyas de amigos o conocidos que discretamente nos rodean a todos. Sobre los que conscientemente eligen modelos y valores equivocados, y a veces hasta se jactan de ello, allá ellos: probablemente el futuro en algún momento les demostrará que estaban equivocados en los modelos que en su día se fijaron como meta.
En todo caso, me despediré hoy recordándoles que, si les gusta cómo me planteo las cosas, mi forma de razonar, y cómo lo comparto con ustedes, deben de agradecérselo en parte a César como a tantos otros. Los cimientos de mi personalidad están fraguados con las recetas que ellos me enseñaron, además de las que yo mismo he podido modestamente aportar a lo largo de los años. Lo mismo les digo a ustedes para consigo mismos, elijan bien sus modelos, porque siempre acaban esculpiendo su espíritu más allá de su propio control. Y créanme cuando les digo que tener claro un buen destino evita muchas veces equivocarse en cada cruce de caminos, porque para esto de la vida a ninguno nos dan un mapa.
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Bitcoin como fin del control monetario o La independencia económica frente a otros países
Dinero Fiduciario: su naturaleza es la clave de este post. Política monetaria: a grandes rasgos se puede definir como la capacidad de controlar una economía basada en unos papelitos de los cuales el Banco Central puede imprimir lo que crea conveniente, y en base a su escasez o abundancia, se puede actuar sobre la macroeconomía del país.
Hasta aquí la teoría que ha venido siendo válida durante las últimas décadas. Pero ahora pasemos a un plano más actual. La globalización económica y empresarial, así como el carácter popular en que ha derivado el capitalismo junto con la globalización informativa, hacen que los movimientos de capitales entre países sean mucho más intensos y posibles de lo que lo eran hace unas décadas. Y no es sólo por las posibilidades de movimiento de las grandes fortunas y fondos, que en parte siempre han estado ahí moviéndose entre fronteras, sino que lo es también, y he aquí la principal novedad, para los capitales de millones de pequeños ahorradores que ven cómo pueden invertir fácilmente aquí y allá sin mayores dificultades transfronterizas. Esta cuestión no es baladí, puesto que, como ya hemos comentado en otros posts, la capacidad agregativa de las clases medias hace que su influencia sobre la macroeconomía sea más que relevante.
Los movimientos masivos de capital entre países tienen esta segunda lectura más allá de la expansión empresarial en nuevos mercados, siendo una vertiente mayormente financiera e inversora. Se trata de buscar rentabilidades más jugosas en países terceros, o, por qué no, tal vez de buscar activos más seguros que los nacionales. En principio no debería haber mayores problemas con algo que siempre ha existido, pero que, como les decía, simplemente se ve ahora magnificado con el capitalismo popular y la globalización. El problema viene por el hecho de que con ello, el control que ejercen los bancos centrales sobre la economía nacional se disuelve cuan azucarillo en una copa de Cognac. Me explico con un ejemplo actual. El reciente anuncio por parte de Japón de que va a inundar de yenes el mercado, implica que los gestores e inversores japoneses dedican parte de ese dinero a buscar rentabilidades o seguridad en otras partes del planeta, creando una consiguiente inflación de activos en otras economías distintas a la propia. Ello se traduce en que por ejemplo, una política desarrollada a nivel nacional por el Banco de Japón, puede tener consecuencias sobre los precios de las materias primas, los bonos o los pisos en España.
La pregunta es: ¿Qué sentido tiene entonces el tipo de interés nacional (o más bien europeo en nuestro caso)?. La respuesta es clara: menos que hace décadas. Es decir, no voy a negarles que la influencia siga estando ahí, pero es mucho más relativa de lo que lo era antaño. Y, en todo caso, es lo único que pueden hacer las autoridades monetarias locales normalmente en aras de frenar brotes inflacionarios, o amortiguar crisis económicas. Tampoco les negaré el papel más poderoso en economía: el de las apariencias. La confianza normalmente se infunde, y las políticas monetarias sufren a veces un efecto escaparate por el cual son más bien meras declaraciones de intenciones que otra cosa.
Pero pensemos un poco más. Irrelevancia o no del tipo de interés nacional, la vertiente de la dependencia de otros países es clara. Hay políticas de otros países, que pueden ser irresponsables, que nos van a afectar a todos. ¿Es con ello lógico y justo que haya unos paganos soportando por ejemplo tipos más altos, con sus consecuencias sobre los tipos de los créditos y las hipotecas, para que luego los precios de su país sigan a alza al calor del dinero de otros bancos centrales?. Y por ponernos en lo peor, ¿Es un atentado contra la seguridad financiera nacional el hecho de que otro país implemente políticas que escapan a nuestro control y que llevan a nuestra economía hacia unos u otros derroteros?.
Ambas preguntas son de respuesta inquietante, pero aun siendo conscientes del problema, poco se puede hacer hoy en día con las reglas del juego existentes: liberalización y globalización. El control de capitales y el control arancelario son cosas del pasado, y las élites económicas no están por su vuelta, ni si quiera para preservar la seguridad de las finanzas nacionales.
Ya que las cosas son así, veamos al menos las consecuencias más allá del primer impacto expuesto anteriormente. La principal consecuencia es que las políticas que más afectan al resto de países del entorno son aquellas de mayor capacidad de influencia, que en capitalismo son las de más importe, o volumen, con lo que tenemos que gana el más grande, que es el que tiene mayor capacidad de influir a nivel global con las políticas que interesan a su economía nacional. O, puestos a pensar en clave belicista, gana el que tiene mayor capacidad de someter y doblegar otras economías con políticas dirigidas desde estamentos político-militares. Como les decía, en el capitalismo, una vez más, ganan los más grandes… y ya saben quiénes son. Pero tampoco hay que despreciar la vertiente dominadora de cada sistema político particular. Por la boca muere el pez, y por la economía nos dominarán a todos. Al tiempo.
Visto así, tal vez los bitcoins puedan ser vistos una válvula de escape ante las políticas fiduciarias de otros países, al menos su escasez o abundancia depende de la minería virtual, y no de que alguien decida ponerse a imprimir billetes o a retirarlos del mercado según le convenga. Es una suerte de vuelta al patrón oro de otras épocas pero con obvias ventajas derivadas de su carácter virtual, no exenta por las mismas razones de evidentes riesgos. Para los que no conozcan bitcoin, les resumiré que es una moneda virtual inventada por un pseudónimo, detrás del cual, a juzgar por la sofisticación del invento, se supone que hay un equipo multidisciplinar de expertos. Se basa en claves criptográficas cuya generación computacional es muy costosa, con lo que se hace de bitcoin un recurso limitado, además de que hay un límite máximo de 21 Millones de bitcoins generables. Si les soy sincero, les diré que creo que bitcoin es una especie de experimento económico a escala global, que puede devenir en un nuevo paradigma económico. A mí personalmente me sorprende la ingeniería criptográfica, informática y económica con la que se ha diseñado esta moneda, y estoy convencido de que tendrá el recorrido que le dejen tener, puesto que pone en tela de juicio poderes fácticos de nuestros sistemas económicos.
He de confesarles que pensar en la bitcoinificación de nuestras economías me produce cierto vértigo, puesto que hay riesgos desconocidos en los productos en los que coinciden sofisticación y economía: como con toda innovación económica, sus verdaderas consecuencias sobre la economía real son desconocidas a priori. Los bitcoins abren otra caja de Pandora y no sabemos si será peor o mejor que la de los papeles fiduciarios. Ahí está el riesgo… o la ocasión… según se vea. La solución a la ecuación no se puede conocer de antemano. Es por ello que cambios así de modelo económico sólo se dan en situaciones límite, cuando no hay nada que perder y la única alternativa al nuevo modelo es el fin del actual. La pregunta del millón es: ¿Tenemos a día de hoy alternativa?. Yo, personalmente, no lo sé, pero se me encoge el corazón cuando veo esas cifras de parados, detrás de cada una de las cuales hay una persona, una familia, unos hijos… y me pregunto: ¿Qué es lo que pensarán ellos?.
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