La importancia de elegir un buen modelo personal o La influencia que se escapa a nuestro control

La mayoría de la gente toma uno o varios modelos personales a los que de una manera u otra trata de imitar. La correcta elección de estos modelos es probablemente una de las decisiones (consciente o inconsciente) más importantes que toman especialmente nuestros jóvenes, puesto que sobre ella construyen los cimientos de la persona en la que luego se acaban convirtiendo.

La adolescencia es una época clave en la cual nuestra personalidad es más maleable y vulnerable que en la edad adulta. Si a ello añadimos las inseguridades propias de una edad en la que las personas tratan de buscar una identidad casi desesperadamente, tenemos el cóctel perfecto para que los modelos personales tengan a esa edad más influencia que nunca sobre nuestro futuro.

No se equivoquen, de adultos también tenemos modelos, pero con una pequeña ventaja sobre los adolescentes. Nuestra seguridad e identidad más desarrolladas nos permiten ser capaces de ser más selectivos a la hora de elegir qué queremos aprender y qué no de cada uno de nuestros modelos personales, distanciándonos de la imitación ciega que profesan la mayoría de los adolescentes.

En cualquier caso, seamos adultos o no, la elección de nuestros modelos es igualmente fundamental, puesto que en cierta manera les admiramos. El problema radica  en que la admiración a veces provoca deslumbramiento, y el deslumbramiento suele llevar consigo poco juicio crítico. Ello implica que, incluso estando en la madurez de nuestra vida, la influencia que nuestros modelos personales ejercen sobre nosotros trasciende el plano de lo consciente, y muchas veces les acabamos tomando como ejemplo incluso en las cosas que no debemos. Porque no lo olviden, toda persona tiene sus defectos, incluso nuestros modelos personales. Tratar de aprender de ellos sólo en lo bueno es una meta a alcanzar, pero no siempre lo vamos a poder conseguir. De ahí la gran importancia de elegirlos bien, en lo bueno y en lo malo.

Yo sinceramente creo que nuestra sociedad está enferma, y que uno de los grandes problemas que tiene está relacionado con los modelos que eligen nuestros jóvenes para cimentar sus personalidades futuras. Es demasiado común preguntar en círculos de niños que qué quieren ser de mayores y encontrarse con que la inmensa mayoría sólo quieren convertirse en futbolistas o famosos. A menudo aspiran tan sólo a futuros de mucho dinero, que llega rápido y con poco esfuerzo. No conozco a casi ninguno que diga que quiere pasar noches en vela para descubrir una vacuna como la del ébola, y luego poder darla gratuitamente sin patentes para que no muera la gente en África. Y los niños a esas edades sólo son esponjas que absorben de su entorno, por lo tanto hay algo que los adultos les estamos enseñando muy pero que muy mal.

Servidor, como uno más, también tiene y ha tenido sus propios modelos personales. Uno de ellos es César, una persona de mi entorno más cercano en la que siempre me he fijado por diversos factores. Entre dichos factores está su calidad personal, su esfuerzo continuo por mantener un buen nivel cultural, sus inquietudes por enriquecerse y evolucionar como persona, y su pasión por la vida, viajar, conocer otras culturas, etc. César no es perfecto, obviamente, pero de él he podido aprender algunas cosas fundamentales que me permiten en parte ser hoy en día el que soy.

A buen seguro también están ustedes rodeados de gente que sólo se queja de su presente y culpa de todo a su entorno, sin el menor rastro de autocrítica. La autocrítica es la forma más fácil de mejorar nuestra situación, puesto que sólo depende de nosotros. Seguramente una parte importante de esa autocrítica debería empezar por los modelos que eligieron hace años nuestros quejicas. Por lo que les citaba a César en el párrafo anterior es porque aquí entra en acción una de sus enseñanzas. Me ha dicho muchas veces que los romanos decían que “La peor rueda del carro es siempre la que más chirría”. Así que ya saben, quéjense menos, y céntrense más en lo que esté en su propia mano para mejorar su vida, entre ello elegir como modelos a esas joyas de amigos o conocidos que discretamente nos rodean a todos. Sobre los que conscientemente eligen modelos y valores equivocados, y a veces hasta se jactan de ello, allá ellos: probablemente el futuro en algún momento les demostrará que estaban equivocados en los modelos que en su día se fijaron como meta.

En todo caso, me despediré hoy recordándoles que, si les gusta cómo me planteo las cosas, mi forma de razonar, y cómo lo comparto con ustedes, deben de agradecérselo en parte a César como a tantos otros. Los cimientos de mi personalidad están fraguados con las recetas que ellos me enseñaron, además de las que yo mismo he podido modestamente aportar a lo largo de los años. Lo mismo les digo a ustedes para consigo mismos, elijan bien sus modelos, porque siempre acaban esculpiendo su espíritu más allá de su propio control. Y créanme cuando les digo que tener claro un buen destino evita muchas veces equivocarse en cada cruce de caminos, porque para esto de la vida a ninguno nos dan un mapa.

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Acerca de derblauemond

En la vorágine de la vida diaria que nos ha tocado vivir en esta sociedad del siglo XXI, apenas tenemos tiempo para pararnos a pensar, tiempo para la reflexión, tiempo para averiguar de dónde venimos y a dónde vamos. Acabamos haciendo las cosas de forma rutinaria, mecánica, como auténticos autómatas. Es por ello por lo que he creado este blog con la sana intención de, cada cierto tiempo, reservarme unos minutos de mi vida para darle vueltas a los temas que me interesan y colgarlos después en un post para compartirlos con todos vosotros. Podéis seguirme también en mi cuenta de Twitter @DerBlaueMond

Publicado el 4 junio, 2015 en Uncategorized y etiquetado en , , , , , , , , , , , . Guarda el enlace permanente. 2 comentarios.

  1. Luis Manteiga Pousa

    No se si tiene sentido admirar a alguien porque es posible que no tenga mérito por sus virtudes porque estas le han venido dadas por la naturaleza.

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    • Hola Luis, muchas gracias por su comentario.

      No obstante, permítame decirle que no acabo de estar de acuerdo con usted.

      Para empezar, en esta vida obviamente hay virtudes con las que se nace, y que son efectivamente menos meritorias. Pero hay otras virtudes que se desarrollan con una evolución personal que cuesta mucho esfuerzo a los que tratan de conseguirla, y ésa es digna de los máximos elogios.

      Pero incluso en el caso de que se nazca con ellas, ello no implica que debamos caer en no admirarlas. Igual que uno admira la belleza de la naturaleza o el girar de los astros, admirar virtudes humanas por muy nativas que sean siempre le va a permitir a usted tratar de aprender de ellas, e incorporarlas a sus propios planes de evolución personal. Y eso sí que es digno del máximo elogio como le decía.

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