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Por qué a veces a los ricos también lloran y no se les reconoce nada o Cómo el deporte nacional roza a veces lo inhumano

Éste no pretende ser un post clasista. Tampoco pretende justificar algunas actitudes injustificables de algunas personas, sean ricas o no. De verdad, no pretendo nada más que contarles un caso concreto que me cae muy cerca y reflexionar sobre ello, porque el tema es más general de lo que parece y tiene mucha, pero que mucha miga.

Unos amigos tenían un negocio familiar que con el paso de las décadas fue a más. Acabó siendo una Pyme con varias tiendas y una buena imagen de marca. Antes de que la crisis arrasase España, decidieron vender su empresa, y obtuvieron por ello una buena cantidad de dinero. Por otro lado, he de decirles que se trata de una gente excepcional. Son educados, nada prepotentes, ni rastro de ningún sentimiento de superioridad, tratan a todos como iguales, siguen haciendo su vida sin cambiar sus costumbres desde hace cuarenta años, no les gusta alardear, ni son gastadores en absoluto. A buen seguro que tienen sus cosas malas como todos las tenemos, pero es del tipo de gente que yo catalogo como que merece la pena.

A sus hijos y nietos les han enseñado la misma educación que ellos tienen, y los niños están acostumbrados a que todas las tardes de verano, tras la piscina, sus padres abren la puerta de su garaje (que da al jardín de su urbanización) y ellos tienen que compartir sus juguetes con todos los niños. Lo que ocurrió una de las tardes del pasado verano realmente me sorprendió. Después de estar jugando todos los niños con los juguetes de los hijos de estos amigos, los padres dijeron que era tarde y que había que recoger. Entonces el hijo mayor le dijo a otro niño que si le ayudaba a recoger sus juguetes, con los que ambos habían estado jugando juntos. El niño le hizo la burla y le espetó: “No, porque vosotros estáis forrados”, y se fue a su apartamento. Piensen en ello detenidamente, que el tema trae cola. No les digo esto precisamente por la actitud del niño en concreto (se trata de niños que ni tan siquiera son adolescentes y a los que no se les puede culpar), sino por lo que oyen en su casa y por lo que sus padres les enseñan desde su más tierna infancia.

El problema ya no es este hecho concreto que les estoy relatando. El problema es que esta familia tropieza con este tipo de actitudes bastantes veces; no es un hecho puntual. Permítanme insistir en que no estoy defendiendo ni a ricos ni atacando a las personas con capacidad económica más limitada. Simplemente les estoy contando el caso concreto de una familia que, en mi humilde opinión, recibe un trato injusto, y que es algo más habitual de lo que a priori cabría esperar.

Inevitablemente estas actitudes me han recordado a algunos comentarios que criticaba @dlacalle tras la muerte de Rosalía Mera. Sin saber sobre esta mujer más que lo públicamente conocido, parece ser que fue una persona que se preocupó bastante por los más desfavorecidos. A su muerte llegué a leer tuits fuera de lugar que decían que ya ves como el dinero no lo da todo, y que ahora vendrá otro y ocupará su lugar. Con la difunta aún caliente, no era momento de hacer este tipo de comentarios, y tengan en cuenta que ni siquiera entro a juzgar su contenido, sino el por qué alguien dice algo así en esos momentos.

Y no se confundan, como decía mi abuelo, hay de todo en todos lados, y también hay muchos ricos despreciables, pero este post no va de ese tema, ni tan siquiera va de qué tanto por ciento de los ricos son personas censurables. Yo soy el primero al que verán criticar a personas, ricas o no, que sean inhumanas, que se crean superiores, que no sean empáticas, que no traten de ayudar a los que les rodean, etc. Pero también tengo muy claro que hay gente que está deseando que los que tienen dinero cometan algún error para poder criticarles con agresividad, y si no los cometen y no les pueden criticar abiertamente, como en el caso de nuestros amigos, pues o bien se lo inventan, o bien les odian en silencio por el mero hecho de tener más dinero que ellos, sin necesitar más justificación.

Pensando un poco más allá, se darán ustedes cuenta de que la conclusión final debe ser que, independientemente de que tengan ustedes dinero o no, si les ven felices, a sus hijos puede que les digan también que no les ayudan a recoger los juguetes que han compartido. Y digo “independientemente del dinero que tengan” porque algunos se confunden y les parece que persiguen la felicidad que creen ver tras la riqueza, pero en realidad la envidia no entiende de ceros en la cuenta corriente, sino de las muescas que los momentos que nos hacen felices van labrando en nuestros corazones. A nuestros amigos, los que les envidian les envidian porque creen que con ese dinero ellos serían felices. La gente busca la felicidad, y el error es creer que el único camino a la felicidad pasa por ser ricos, cuando en realidad la riqueza sólo es (a veces) un ingrediente más de una receta que es totalmente diferente para cada persona: lo que le hace feliz a su vecino no tiene por qué hacerle feliz a usted. Como ya les he dicho en alguna otra ocasión, traten de ser todo lo felices que puedan, pero procuren que no se les note demasiado. Si no, lo mínimo que les puede pasar es que sus hijos tengan que recoger ellos solos muchos, pero que muchos juguetes.

Y no olviden que estos hechos que les relato son tan sólo la punta del iceberg. En tiempos de tranquilidad, el límite suele ser que te suelten alguna delatadora fresca como la que le soltaron al hijo de nuestros amigos. Pero en tiempos revueltos, no duden en que veríamos como hay algún individuo resentido que pretende hacer pagar muy caro a los demás los odios propios que lleva reprimiendo durante años.

Napoleón decía: “La envidia es una declaración de inferioridad”. A lo que yo añadiría que además es algo propio de gente de mal perder. Admito que la gente envidiosa es más digna de compasión que de otra cosa, pero también es cierto que, en algunos casos, en muy difícil llegar a sentir compasión por estos individuos, porque los hay que, en su injustificado afán vengativo, tratan de hacer todo el daño que les es posible. Sin más. Recuerden que al lobo siempre se le ve el rabo por algún lado, y que en este caso el rabo es de un delatador color verde intenso.

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